“El trece de mayo/ la Virgen María/ bajó de los cielos/ a Cova de Iria.” (Popular).
No fue a la franja de Gaza, que era un hervidero ya por entonces y estaba a punto de liarse aún más con la que sería la creación del Estado de Israel.
El Estado de Israel empezó a fraguarse por la proba actividad de la Agencia Judía, creada en 1920 en el seno de la Sociedad de Naciones (predecesora de la actual Organización de las Naciones Unidas), que se ocupó de que la población de judíos en Palestina pasara de los 84.000 que la ocupaban en 1922 a los 485.000 que andaban por allá en 1942, solo veinte años más tarde. Cabían malamente.
Conocido es que la omnisciencia es tributo solo atribuido a Dios Nuestro Señor, pero digo yo que, si de pacificar se trataba, estado a punto de liarse la que se iba a liar, bien podría haber enviado a su madre a su tierra natal en lugar de a Portugal que, solo 80 años después y aún separadas la Iglesia y el Estado, nos daría una lección a todos los vecinos de democracia y de gestión.
Sin embargo, fue a la Cova de Iría, dónde los republicanos portugueses habían logrado la separación de la Iglesia y el Estado pocos años antes (1910, 5 de octubre) en la revolución que dio al traste con la Casa de Braganza Sajonia-Coburgo y Gotha y su último jefe, Manuel II. Piénsese que todo esto del milagro del Sol y de los pastorcillos tenía lugar allá por el año del Señor de 1917, lo que viene a demostrar, primero, que la histeria colectiva existe (más de 45.000 personas afirmaron ver al Sol bailando la danza del vientre) y, segundo, lo oportunas que resultaban las apariciones marianas para los sacros intereses de la clerecía.
Muy de tener en cuenta, pues, las habilidades para la geopolítica de la Virgen María y del grupo de asesores que planificaran su actividad en la Tierra (ello antes de que se inventaran los teléfonos con cámara, claro). Recordemos que el milagro de Lourdes y la pastorcilla Bernadette estuvo muy relacionado con el reconocimiento como dogma de la virginidad de María, que había generado (y aún genera) profundas divisiones en la cristiandad. Si tal reconocimiento se produjo en 1845 por Decreto del papa Pío IX (el de los pastelitos), la joven vino a confirmarlo en 1858, aunque bien es verdad que lo tuvo que consultar primero con el cura del pueblo porque cuando, según cuenta la tradición popular, la Virgen se presentó a la chiquilla diciéndole ‘Yo soy la Inmaculada Concepción”, Bernadette no podía tener la más remota idea de a qué se estaba refiriendo su aparecida con eso que le decía.
Contaba estas historias solo para lamentar que ese don de la oportunidad con el que, sin lugar a dudas, se adorna Nuestra Señora, no se hubiera utilizado para más grandes empresas, que si bien no son pequeñas estas en las que afana (la llevanza de la Verdad al mundo todo), no hubieran sino menores las de evitar las matanzas de seres humanos que por causa de las religiones, las razas o las ideologías, se siguen sucediendo por el mundo sin intervención divina que las contenga.
Como estamos en el mes de la Virgen, me parecía más oportuno que nunca recordar y poner en relación estas no intercesiones: “El trece de mayo la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Iria.”, Pero no se le ocurrió pasarse por Gaza, ni por Somalia, ni por Sudán del Sur.
Ocho de los diez miembros de una familia que aparecieron muertos el viernes por el fuego israelí eran niños. Fuentes médicas palestinas cifran sus muertos en 140 (34 de ellos niños). Otros 8 son judíos. Las refriegas, tan desiguales como incomprensibles, a nadie parecen interesar. Nadie parece ir a ponerle coto de una vez por todas, cuando llevan 5 días de operaciones militares israelíes que se desarrollan por tierra y por mar.
Parece que el Estado de Israel, libre ya de la pandemia tras alcanzar la inmunidad de rebaño, hubiera decidido continuar con la muerte, ahora de su propia mano, exterminando a los árabes que pueblan lo que consideran suyo. La franja de Gaza. No íbamos a salir mejores de este lance de la covid-19. Se impone con fuerza la vuelta a las rutinas, con violencia los violentos, con cañas los madrileños, los israelitas con muerte.
No importa demasiado ahora discernir quién se vengaba de qué. Si el primer cohete tiró uno u otro, si Israel tiene más derecho que los gazatíes sobre los territorios que ocupa en la Franja. Ni siquiera importa distinguir qué es Israel y qué es Palestina, ni si el papel de Egipto, de la ONU o de los Estados Unidos es el que toca o si los británicos jugaron bien sus cartas cuando abandonaron la región tras la primera Gran Guerra.
Importa dejar de matar. Mejor hoy. Mejor hoy que mañana.
Y en este mes de mayo la Virgen no se va a aparecer en la franja de Gaza.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.
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