¿Tienes un hijo de nueve? Sin
duda ya le has cogido cariño y te parece embarazoso deshacerte de él. Pero ¿te
acuerdas de los 300 que acabas de dejarte en libros? ¿A que después de eso la
separación de Angelina Jolie y Brad Pitt (cuya fortuna, pobres, por separado,
se calcula en unos 200 millones de dólares por cabeza) te parece una
gilipollez? Por cierto, ¿no tendrás también una hija que ronde los dos y a la
que tengas que poner esa vacuna de 80 pavos que alguno de nuestros próceres
sanitarios olvidó incluir en el calendario de vacunaciones? Pues ahora
vístelos. ¡Cuidado con ese uniforme! ¡No querrás que sean los niños más
andrajosos de todo el puto colegio concertado al que los llevas! Y, además,
deportivas y un chándal. ¡Ah, no! Que la niña va a la guardería. No hay plazas
públicas en el barrio. La guardería es privada. 300. Al mes. El precio de las
actividades extraescolares, hará que se te olvide el otro gran divorcio de la
semana, este de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.
Aún no se sabe bien por qué se pelean, ni por qué a sus riñas las llaman
“debate ideológico”. Pero es como va. Y mientras, aquella quimera de los
servicios públicos universales y gratuitos que nos llegamos a creer, ya no
está.
Tu chico no va a hacer una
ingeniería, ni tu chica acabará Ciencias Ambientales, como hubiera sido tu
sueño. Seguramente, para cuando llegue el momento de tomar la decisión no
tendrás más remedio que optar un módulo superior de cocina para él y para
cuándo le toque a ella, con suerte, podrá elegir alguno que hayan inventado que
tenga que ver con gestión de las redes sociales y, al menos, se lo pasará pipa
haciéndolo. Y este es el futuro inmediato. El futuro desigual que forjamos día
a día para nuestros hijos y para nuestras hijas. No para esos hijos hipotéticos
concebidos como una radiografía de la humanidad que vendrá, sino para los
tuyos, 9 y 2 años, que este curso empiezan la primaria y la guardería.
No. Tú no estás entre los
elegidos. Has oído hablar de que las desigualdades se han acentuado extraordinariamente
en estos últimos años. Has pensado que eso afectaba solo a otros, hasta que has
comprobado que no te salen las cuentas. Tienes que quitar al niño de violín. Tendrás
que comprar la ropa de este curso en las ofertas del hipermercado.
El futuro es de otros. En eso, en
concreto, no estamos pensando. Y pinta fatal.
El dibujo es de mi hermana Maripepa. Y el informe de Save the Children... no tiene desperdicio.