domingo, junio 28, 2020

Jerarcas, reyes y clérigos

Si usted se pone a hacer memoria y desempolva el álbum del viaje de novios con el que machacó durante meses a sus amigos más allegados, alcanzará con facilidad dos conclusiones, a saber: 1 por qué sus amigos dejaron de frecuentar su compañía, y 2 no, usted no pertenece a una familia real.

Los amigos dejaron de venir por casa porque acabaron hasta los cojones de sus fotos de Punta Cana, en alguna de las cuales aún se percibía el detalle del tocado de la novia visto desde atrás. Y respecto a la segunda conclusión, su viaje no empezó en Jordania con una boda real, ni pasó por Camboya; no se detuvo en las islas Fiji, ni tuvo escala en Samoa y California para acabar en México. No duró noventa, sino quince días; no costó medio millón de euros (ni siquiera de pesetas) y lo pagó con lo que sacó del convite y la subasta de la corbata del novio, en lugar de ser el generoso regalo de su padre, a pachas con un amigo de la familia. Su viaje no fue un secreto de Estado: Se pudo registrar con sus nombres verdaderos en el hotel de ‘todo incluido’ en el que se lo pasó entero. En fin, su viaje de novios fue una puta mierda. Reconózcalo.

Tan cruenta realidad le devolverá de bruces a su día a día, se afirmará en todas las convicciones republicanas que viene acariciando desde la adolescencia y abrirá los diarios electrónicos que aún sirven noticias gratuitamente (veremos cuánto tiempo nos dura este privilegio) para ¡oh fatalidad! toparse con la Iglesia.

Es la era de Internet. Hasta los obispos (los obispados) tienen una página web que alberga enlaces a los más variopintos lugares de la telaraña. Son lugares virtuales, claro está, nada más adecuado para sustentar un pensamiento cuyo reino no está en este mundo. Curioseando algún avieso periodista se encontró, en la página que administra el muy noble, muy leal y muy retrógrado obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, con un enlace al ‘site’ Solo Para Jóvenes. Solo Para Jóvenes centra su intención en la salvación de las almas de los adolescentes (supongo que para fieles de más provecta edad habrá contenidos más profundos en otros lugares del entramado). En su elevada misión aconseja sobre el comportamiento que han de seguir para consolidar el camino a los cielos. Así, sabido como es que la ebullición hormonal de la edad tan temprana constituye el gran peligro para el alma (o, dicho de otro modo, que las ganas de follar a todas horas que se tienen de más joven conducen directamente a las calderas de Pedro Botero si no se controlan debidamente), Solo Para Jóvenes vierte un consejo de gran sabiduría: vestir ‘a la moda pero no provocativas para no ir al infierno’. Dice provocativas y no provocativos, porque comprende la enorme diferencia entre ellos y ellas: que un chico marcando el paquetín con su pantalón ajustado no conduce sino a la melancolía, mientras que una chica con las tetas abalconadas bajo la camiseta y el culo respingón realzado por leggins ‘push up’ de cintura alta, puede llevarte a cualquier lado menos al cielo. (Estoy pensando ahora que para sostener esta afirmación habría que definir ‘cielo’ de manera más precisa).

Cierra la tablet. Su imaginación se desboca. Un rey con su manto de armiño, ceñida la corona sobre sus sienes, da cobijo a un obispo inquisidor que alarga el bajo de las faldas de las muchachas y brama con la voz rota al modo dulcinita ¡penitenciágite! ¡Penitentiam agite!

Entonces abre los ojos. Con la respiración agitada. Usted sabe que algo no va bien, pero no alcanza a dar con la clave porque en la televisión el ministro de Sanidad está hablando de muertos por COVID-19 (la enfermedad), tratando de explicar que el SARS-CoV-2 (el bicho) no se ha marchado a pesar de que se estén desescalando las medidas confinatorias que han detenido su avance.

Sacude la cabeza con incredulidad. En realidad están pasando cosas del siglo XXI. Andamos enfrascados ya de hecho en las postrimerías de su primer cuarto y ¿las más relevantes instituciones que nos rigen siguen ancladas en el XVI? ¿Cómo se compadecen los derechos dinásticos con los derechos humanos? ¿Se pueden seguir heredando las naciones? ¿Son todavía necesarias las referencias al Demonio para castrar las inclinaciones de las personas? ¿Es tan, tan, tan necesario castrarlas?

20200628_012818Aquel sello que el orfebre fabricaba único y el jerarca imprimía sobre el lacre caliente para dar autenticidad a aquello que contenía, ahora se llama certificado digital y se estampa en modo de firma electrónica mediante encriptación de millones de códigos binarios de imposible comprensión para este servidor. El púlpito desde el que se se divulgaba el miedo, hoy se llama Internet y pone (¡prodigio de nuestros días!) el conocimiento al alcance de todos.

Ya está bien de jerarcas, basta de reyes, no hay más vasallos, se acabaron los obispos, los sermones…

Vamos a hacer esto un poco más fácil.

Lleguemos al acuerdo de que el Medievo ha muerto. Vamos a ponernos en serio a construir la sociedad que nos hace falta ahora que parece que tenemos que reinventarlo todo.

A ellos les va así de puta madre. Pero a nosotros no tanto.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

domingo, junio 21, 2020

Empresarios: La vieja normalidad

Queríamos pensar que de esta locura saldríamos mejores. Creímos que el aprendizaje nos haría reflexionar, incluso que seríamos capaces de separar lo que importa de lo que no importa. Y que desde esa conclusión cambiaríamos las reglas. Nosotros, y todos los demás también. Porque creíamos que todos los demás se habían hecho conscientes de las muchísimas cosas que no importan nada y de lo importantes que son las que realmente importan.

Error.

Estaban todos; los grandes empresarios del país. Las personas que hacen que la bolsa suba o baje cuando tosen, que juntan entre ellos a la práctica totalidad de los trabajadores por cuenta ajena de España, fuera de los empleados públicos y pocos más.

Estaba la gran banca, el automóvil, la industria de transformación, las energéticas, las constructoras, la hostelería y el turismo, las aseguradoras, las aerolíneas, los subcontratistas de servicios… todos.

La cumbre empresarial auspiciada por la CEOE bajo el lema ‘empresas españolas liderando el futuro’ (nada menos) quedó, simplemente, en nada.

Si acaso un punto a favor de Sánchez, contra quién ninguno de los magnates se atrevió a revolverse, supongo que expectantes ante el reparto de la millonada que se espera de la UE.

Un foro de estas características, preñado de personalidades del mundo del dinero, de las finanzas, de la industria, está en un nivel de capacidad superior, creímos. Y quisimos creer que reunidos, aunque fuera de manera virtual, bajo el lema ‘liderando el futuro’, iban a poner en valor su conocimiento, su audacia, su experiencia, para abordar el incierto futuro que se abre después de la inmensa crisis que está sufriendo el mundo.

Otra vez error.

Lo cierto es que a este puñado de personas tan ricas España les importa un huevo, más allá de constituir el espacio económico en el que desarrollan su muy lucrativa actividad empresarial. España, la nación entendida como el conjunto de las personas que la conforman, no es otra cosa que su fuerza de trabajo y/o su mercado objetivo. Ya está.

No gastaron un minuto en buscar un modelo productivo compatible con las expectativas del país y su realidad sociológica. Ni un segundo en valorar las deslocalizaciones que están produciendo una verdadera debacle para el empleo. Ni una décima en acordar estrategias comunes de competitividad compatibles con la dignidad de sus empleados. Nadie habló de aquel viejo concepto de la responsabilidad social corporativa, ese que venía a buscar qué del mundo empresarial habría de volcarse en el común, a parte el empleo raquítico que de habitual generan.

No les mueve ningún interés que no tenga reflejo en sus cuentas de resultados. Parten del engaño de que si a ellos les va bien, a todos nos va bien. Y con esa excusa remueven los viejos paradigmas de la economía (esos que ya no valen para nada) y piden menos impuestos y más subvenciones. Ya está. Hasta ahí han sabido llegar.

20200620_224719“Prolongar los ERTE para evitar despidos”, o sea que le sigamos pagando a los trabajadores que prefieren mantener fuera de su estructura productiva. “Una reforma fiscal justa, pero sin soflamas populistas que no han funcionado en ningún país”, o sea, que bajen los impuestos sobre sus beneficios. “Un pacto de reforma mediante el diálogo y con transparencia”, o sea nada. “Una economía con instituciones y ambiciones del siglo XXI”, otra vez nada. “Mantener intacta la reforma laboral del PP” y flexibilizar, flexibilizar, flexibilizar el mercado laboral, o sea abaratar el despido, asumir cualquier clase de relación laboral, rebajar los costes salariales… aunque sea rozar la indecencia, para mejorar la competitividad. Y acceso al dinero europeo que permita reflotar a las empresas (tantas) que se han visto naufragar a causa de la crisis sanitaria, para evitar que la consecuente crisis económica acabe con cientos de miles de puestos de trabajo. Después, calma en la política para que no asusten los fondos extranjeros.

Ya está.

Este puñado de recetas, manidas, sabidas, antiguas, egoístas, de un liberalismo económico absolutamente fuera de lo que debería ser el planteamiento atrevido que necesita un momento como este, este puñado de mediocridades, es todo lo que los grandes de la economía española llegaron a inteligir en su foro virtual.

No les importa nada. No se han enterado de nada. No saben ver más allá de sus cuentas. No saben nada.

Están acabados.

Nos van a acabar.

El dibujo es de mi hermana Maripepa

domingo, junio 14, 2020

Exministro Fernández: ora pro nobis

Estábamos muy preocupados buscándole tres pies al gato. Desorientados escudriñando la solución a lo que no tiene otras que la humildad, la oración, el sufrimiento y la devoción a la Virgen.

—¿Sí?

—Sí. Es como digo.

—¿Seguro?

—Seguro.

—¡Caramba!

Se ha hecho viral un vídeo protagonizado por el ínclito Jorge Fernández Díaz, que fue ministro del Interior con Mariano Rajoy y cuenta con el dudoso honor, entre otros, de haber sido el artífice de la mal llamada ‘policía política’. En él, con infinita humildad, pose de oración, gesto de sufrimiento y expresión de indudable devoción a la Virgen, desvela una conversación que mantuvo con Benedicto XVI allá por el mes de junio del pasado 2015, de la que emanó un mensaje de esperanza de proporciones astrales que me dispongo ahora a divulgar. Más abajo incluyo un enlace al documento, publicado por el Huffington Post, para ilustrar cuanto digo, no sea que pueda parecer una ensoñación producto del alcohol que hube de ingerir por litros para sobreponerme del impacto.

Acoto aquí, antes de proseguir con mi reflexión, que escribo Virgen con mayúscula inicial, para distinguir la figura a la que el relator del vídeo se refiere de las muchas otras vírgenes (estas con minúscula, casi seguro de muy corta edad edad) que deben andar por el mundo y que pudieran desasosegarse intuyéndose objeto de la devoción del sujeto abyecto que narra la grabación. Es a esa Virgen singular, no a otras, a la que hay que tener devoción para salir de este lío, acompañada (eso sí), de la humildad, la oración y el sufrimiento que completan la receta del bálsamo liberador, pues no se describió en la conversación a la que voy a referirme que uno solo de los componentes pudiera ser efectivo sin la conjunción de los demás.

20200613_211121Relata el ínclito Jorge Fernández Díaz, que en un parlamento privado con su santidad Benedicto XVI, preocupado el entonces ministro por los muchos males que aquejaban al país, el papa le advirtió de que el mismo Diablo (se sabe con certeza que no se estaba refiriendo a Pablo Iglesias), el Diablo, digo, el de verdad, el de los cuernos y el rabo que va a medio quemar y lleva enhiesto un tenedor para ensartar las almas de los justos, el Diablo, tenía la intención maléfica de destruir España. No precisó el pontífice de qué fuentes bebió para llegar a conclusión tal, pero demos por bueno que, como tantas otras cosas que pasan por las testas coronadas de los príncipes de la Iglesia, tampoco estas sean de este mudo.

Me vuelvo a interrumpir aquí para aclarar que escribo Diablo con mayúscula inicial por las mimas razones que la aplique a Virgen, y es para distinguirlo de otros diablos con los que convivimos a diario, que también parecen querer destruir España, pero que cuentan con armas de menor calibre, de menos maldad, por así decirlo.

Imagino que el papa le revelaba esta inmensa verdad a Jorge Fernández Díaz en voy muy baja, casi en tono confesional, pues no deben consideraciones de tal magnitud pregonarse a los cuatro vientos ni siquiera guarecido entre los sacros tapices que cubren las paredes vaticanas. Lo imagino en voz tan baja, que me descojono.

Y ¿Por qué España? Obvio: porque el Diablo ataca siempre a los mejores. Y se glosan a continuación las grandes gestas protagonizadas por España al servicio de la Iglesia de Cristo: la evangelización de América por España, el papel de España en la Contrarreforma, la persecución de la Iglesia en España en los primeros 30 años del pasado siglo, en suma, los servicios prestados por España en defensa de la magna obra de Dios, que el Diablo conoce y combate con todo su mal para su venganza.

A la luz de semejante chorro de sabiduría (quiénes somos usted y yo para poner en tela de juicio la Cátedra de San Pedro) ¿qué pintamos nosotros felicitándonos por el advenimiento del Salario Mínimo Vital? ¿Por qué buscamos con tanta insistencia una vacuna (¡una vacuna, oh Señor!) que nos libre de una pandemia que ahora sabemos que no es vírica sino diabólica? ¿Cómo osamos limitar el aforo de los templos, impidiéndonos acudir en masa a orar, mostrar humildad y sufrimiento, proclamar nuestra devoción incontrolable (¿incontrolable?) por la Virgen?

¡Cuán errado es nuestro juicio! ¡Qué equivocación universal!

Las cuatro reglas (esas que antes circunscribíamos neciamente a la aritmética) para vencer al diablo ya están dichas. Las ha dicho el exministro. Se las contó un papa. Y yo, de humildad demostrable pues mis recursos no dan para más, pero enemigo radical del sufrimiento, nada dado a la oración y sin devoción por virgen alguna (ni alguno) que haya cumplido ya los 19… estoy jodido.

Ya ven que no será un ‘relator’ quien esté llamado a moderar esa mesa de diálogo de Catatluña: qué craso error. Ya ven que no será sino el mismísimo Demonio.

 El dibujo es de mi hermana Maripepa.

https://www.huffingtonpost.es/entry/el-exministro-fernandez-diaz-trending-topic-tras-contar-que-el-papa-le-dijo-que-el-diablo-quiere-destruir-espana_es_5ee339b7c5b60caaf57fac60

domingo, junio 07, 2020

La mano derecha de Luis XVI

No ha sido una noticia demasiado comentada, porque en España no sabemos darle importancia a lo que realmente la tiene; pero ha sucedido. Ha sido en  Louisville, Kentucky. La mano derecha de la estatua de Luis XVI, que preside una de sus plazas principales, fue arrancada del resto del cuerpo escultórico como consecuencia de los disturbios que se siguen en el país americano por la muerte de un negro llamado George Floyd a rodillas de un policía.

20200607_000914Ni el hecho de que un señor negro fuera asesinado por un policía de forma especialmente cruenta, ni el otro menos actual de que el tal Luis XVI fuera públicamente guillotinado por su pueblo en la parisina plaza de la Revolución (hoy de la Concordia), parecen ser de relevancia alguna para el duque d’Anjou, don Luis Alfonso de Borbón, bisnieto de Franco y descendiente no sé en qué grado del rey francés ahora mancado. 

El duque muestra en las redes sociales su desolación por tamaña tropelía y hace votos para que sea prontamente restaurada, no ya la mano, sino el mismo honor de su antepasado rey.

Se ignora si hay también en Louisville, Kentucky, un clamor popular por tal desaguisado, toda vez que, según el propio duque señala en su alegato, los regalos de Francia fueron muy importantes para los EE.UU. Pero más parece que la conmoción para la ciudadanía de aquel país esté centrada en el asesinato del tal Floyd y no en este otro acontecimiento, de suma relevancia histórica, que pasaría desapercibido para la masa inculta si no fuera por la nobilísima preocupación de don Luis Alfonso y mía. 

Queda así patente, como ya avanzábamos hace algunas semanas, que en estos tiempos de convulsión o, por circunscribirlo mejor, de crisis social y sanitaria mundial, las estructuras humanas están sufriendo mutaciones nunca antes conocidas y que, dónde antes apenas podíamos distinguir entre ricos, pobres y clerecía,  encontramos ahora estratos variopintos que pasan por infectados, seroprevalentes, inmunes, asintomáticos, sanos, negros (de estos siempre hubo) y ¡nobles! (que también vienen de lejos), donde solo estos últimos parecen haberse encontrado de bruces con la verdad.

La clerecía ya tenía la verdad, solo que ahora no la ejerce sino para reclamar más aforo para sus oficios en los ‘cambios de fase’ del plan del Gobierno para la desescalada. Sin embargo, la nobleza (que también debía tener la suya) no la había manifestado hasta aquí, y ninguna mejor causa que la de hacer valer el pesar inmenso por la mutilación de Luis XVI (en realidad de su estatua) en Louisville, Kentucky.

Existen. Están.

La Real Asociación de Hidalgos de España (existe, está), que agrupa a los hidalgos y otros nobles en una ‘unidad nobiliaria de carácter nacional’, aún no se ha pronunciado sobre el desafortunado mancamiento de Luis XVI. Con toda seguridad el motivo del mutismo se halla en  tratarse Luis XVI de un rey francés cuyo linaje, si existiera, caería fuera del acervo de las fronteras del reino, a pesar de que quien reclama su descendencia sea un español. Puede ser por esto, o porque estén ahora con mucho lío con eso de haber salido a la luz que gestiona (la Real Asociación de Hidalgos de España) con poco o muy poco rigor, unas cuantas residencias de ancianos de la comunidad de Madrid cuya mortalidad como consecuencia de la covid-19 ha resultado escandalosa.

Y así van pasando los días. Los unos quitándose el hambre como pueden en las colas de los comedores sociales, a la espera de que el Ingreso Mínimo Vital sea un hecho y garantice la dignidad que merece todo ser humano. Los otros cabreados como monos porque están hasta los cojones de que el color de la piel convierta a los más oscuros en dianas de los claros y esquivando a los soldados desplegados por Trump en las calles. Y aún un grupo más, los nobles, ocupados en si los gobiernos del mundo muestran el celo debido y restablecen las manos heridas de sus estatuas.

Casi, en este afán mío de simplificar lo que es complejo para ayudar a su comprensión, podríamos resumir todo lo humano en dos grandes categorías, a saber: unos que son muy gilipollas y otros que no tanto.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.