domingo, marzo 28, 2021

Rociíto (o tal)

No había vuelto a saber nada de Antonio David desde que, hace mucho tiempo, escuché en Tele5 a uno que era idiota diciendo sandeces sobre el asunto de ETA. Antes de cambiar el canal, averigüé que se trataba de un guardia civil que guardaba para sí el producto de las multas que imponía, cuyo único éxito personal había consistido en casarse con una señora que tenía una madre que cantaba copla.

Aquello no me volvió a ocupar, excepto por haber constatado quiénes son los que en este país nuestro crean y difunden opinión: los guardias civiles que se casan con hijas de señoras que cantan copla, comprendí. Y me sumí en mis pensamientos con una cicatriz más en mi inteligencia ya maltrecha.

Supe después que también eleva a las cumbres de la difusión del pensamiento el hecho notorio de concebir una criatura con un torero mediocre, pero para entonces mi televisor ya no sintonizaba Tele5, de manera que este aprendizaje tardó poco en disiparse de mi entendimiento junto con la figura esperpéntica de la señora que lo representaba y del torero con el que engendró.

Pues bien, de esa máquina de crear seres abominables que es Tele5, también hemos sabido en estos días que es capaz, como Saturno, de devorarlos en espectáculo emitido en ‘prime time’ y, oh prodigio del mundo ‘mass media’, forrarse con tal ejercicio de canibalismo.

Así hemos conocido que Rociíto, hija de Pedro Carrasco y Rocío Jurado —la más grande— (fuente: Wikipedia), el boxeador y la cupletista como representación empírica de que la realidad supera y no por poco la ficción, Rociíto, decía, se unió en matrimonio morganático (él no pertenecía a los círculos exclusivos de la grandeza del colorín) con un guardia civil que el programa Aquí hay tomate —lo supongo por la época— elevó a la categoría de divulgador.

El tal Antonio David tuvo, por lo que supimos, que abandonar la Benemérita cuando se descubrieron sus prácticas poco o nada decorosas con el dinero de los infractores de las normas de circulación, y esta oportunidad, adornada por el poder mediático del sujeto y de la esposa del sujeto, se aprovechó por la cadena para darle beneficio (oficio no se le recuerda) como tertuliano. Otro prodigio, porque no existe atisbo de que el chaval tenga solvencia alguna en ninguna materia que pueda resultar de interés para un medio cuyas funciones en la sociedad son informar, formar y entretener.

Sería necesario aquí hacer una reflexión sobre el concepto ‘entretener’: qué entretiene y qué no, que es lícito exhibir para entretener y qué no, a quién entretiene qué y cuánto dinero da que tan gruesa franja de la audiencia se entretenga con el espectáculo obsceno de exhibir la intimidad de las belenes esteban que en el mundo hay vivas. Sea esto dicho en el bien entendido de que, ni el rabo de Antonio David, ni las tetas de Belén Esteban, resultarían tan obscenas como aquello otro que exhiben sin pudicia alguna.

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 20210327_165253.jpg
En la tele con sus cosas

La cosa es que rizando el rizo de la obscenidad, el presentador de Sálvame entre lunes y jueves (el programa del viernes lo conduce Paz Padilla), Jorge Javier Vázquez Morales, (Badalona, Barcelona, 25 de julio de 1970) (Fuente: Wikipedia), presentó el otro día en su espacio para el vómito colectivo el documental ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’ o algo así. El producto televisivo consiste en una sentida declaración de esta hija de una cupletista —la más grande—, construida en varios capítulos, en el que cuenta (y contará: aún no se han emitido todos) lo más granado de su vida en común con el ex guardia y la descendencia de ambos: dimes, diretes, denuncias, alegatos, custodias, agresiones físicas, agresiones verbales, infamias, infundios, o sea, un festival.

Y, oh nuevo prodigio del mundo ‘mass media’, triunfó. Como la Coca-Cola.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, el líder de Más País, Íñigo Errejón, la portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Adriana Lastra, la de Vox, Rocío Monasterio… Todos y todas han dado su opinión sobre un asunto del que no tienen más datos que las monstruosidades que Mediaset ha fabricado para el lucro indecente de la cadena. Todos y todas tienen juicio certero sobre dos productos televisivos y su descendencia, un puñado de seres informes cuya intimidad desordenada por el efecto de la fama ha alimentado el morbo indecoroso de una audiencia ávida de la desgracia ajena.

Porque la opinión no era sobre la urgencia de clausurar Tele5 por dar pábulo a las digresiones grotescas de un maltratador (si lo fuera), o sobre si es lícito pagarle dos millones (si ello fuera así) a la hija de una cupletista —la más grande— por poner denunciar las torturas de su exmarido en público testimonio emitido en prime time, no. La opinión era sobre la vida privada de los sujetos en cuestión, sobre los delitos que han cometido o no, sobre la conducta de dos personajes que, de existir, solo existen en las mentes excitadas por el morbo de la audiencia.

Tele5 se convierte en juzgador. Sentencia y ejecuta la sentencia. Hunde o encumbra la reputación de los personajes deformes que crea, escudriñando sus vísceras en audiencia pública, supongo, amparada en el sagrado principio de la libertad de prensa. Encumbró a un maltratador generando la indulgencia de millones de personas ante un comportamiento infame, y ahora se lucra con el sufrimiento de la maltratada a la que da voz, no para reivindicar la atrocidad, sino para hacer caja con cuotas de pantalla desmedidas y facturas de publicidad impensables.

Y lo hace hasta tal punto que yo mismo, usted, que somos personas decentes que jamás hemos durado más de un minuto en presencia de Jorge Javier Vázquez, estamos hablando de esto un domingo por la mañana. Hasta tal punto que ministras del Gobierno toman partido, mis compañeros y compañeras de trabajo ya lo han tomado.

Si la excusa para opinar de semejante inmundicia es visibilizar el problema del maltrato psicológico a la mujer, el hostión ha sido inmenso: todo aquel a quién he oído opinar sobre el particular fuera de los medios oficiales se ha decantado por él y abominado de ella. Curioso, sin duda, porque se trata al parecer de un tipo que no ha vivido sino del nombre de ella (o de su madre de ella —la más grande—) y de sus desgracias personales.

Si la excusa es alimentarse de las vísceras de una familia, entonces no hay excusa.

Informar, formar  y entretener. Los medios de comunicación que deforman incumplen el fin primordial que tienen encomendado. Si, además no informan y, encima, entretienen a base de fomentar la insidia, no hay más explicación que dar. Por mucho dinero que ganen se tienen que ir.

Una sociedad que se alimenta de basura es una sociedad basura. Esto, por mucho que duela.

El dibujo es de mi hermana Maripepa

domingo, marzo 21, 2021

Esa libertad de la que usted me habla

Aclarado el panorama, ya sabemos que la iniciativa de Iglesias de liderar aquello que hay a la izquierda del PSOE en la Comunidad de Madrid (y quién sabe), no ha tenido éxito.

Ya sabemos que lo de Murcia se apañaba con tres o cuatro sillones de a 76.000 en el Consejo de Gobierno.

Ya sabemos que a Ciudadanos le quedan tres cuartos de hora más lo que dure en Andalucía.

Y sabemos que Yolanda Díaz se perfila como la primera mujer importante de este país nuestro en política (en el bien entendido de que Arrimadas solo ha recibido una herencia envenenada y que Rosa Díez no importó nunca).

Buscando a Sánchez

Sabemos que ‘socialismo o libertad’ (aquella frase de Trump que Ayuso adoptó como suya) se les quedaba corto. Es verdad: ‘comunismo o libertad’ es mucho más concluyente, porque todo el mundo sabe que Sánchez está entregado a los brazos de Belcebú, y todo el mundo sabe que el demonio es comunista. Comunista perdido.

Y todo de lunes a jueves, que el viernes no pasó nada.

Se ve que la palabra libertad es muy engañosa.

Uno la entona y como que se le ensanchan los pulmones. Se te llena la boca de aire de la sierra, ese aire puro que nuestros padres buscaban para nosotros con ocasión y sin ella. ¿Hay algo más hermoso?

¡Comunismo o libertad! ¡Precioso!

Veo ‘cayetanos’ y ‘cayetanas’ sin mascarilla llamándola por las calles de Madrid y me sonrojo. Quieren libertad. Les hace falta.

Es muy difícil convencer a un imbécil de que su libertad de comerse todos los pollos atenta gravemente contra el derecho universal al pollo. Que su libertad para caminar sin mascarilla afecta a la mía de no ser contagiado. Y, si cuando uno tiene todo el dinero, se puede comprar todos los pollos, la justicia sufre tanto que la libertad palidece.

Son los dos grandes principios que se miran de reojo: los que lo tienen todo quieren ser libres para gastárselo, los que tenemos muy poco queremos que un punto de justicia nos deje disfrutar a nosotros también. Dicho de otro modo, a un niño somalí la libertad le importa un huevo. Quiere comer.

De este modo, tu libertad para comprarte tres diputados (los de Ciudadanos por lo visto están a buen precio ahora) y regalarle a Vox la cartera de Educación, pin parental incluido, choca contra la voluntad expresada libremente en la urnas por las personas que, seguramente, reclamarán justicia para que su libertad siga dibujada en el arco parlamentario de la Región de Murcia según la expresaron.

Y la libertad que Isabel Díaz Ayuso otorga graciosa a los madrileños de salir a contagiar a diestro y siniestro por el mundo entero, o a los de los bares de seguir poniendo cañas caiga quien caiga, choca contra la que tenemos los que cada fin de semana nos veríamos invadidos de madrileños contagiantes, si no fuera porque los comunistas que nos gobiernan han confinado perimetralmente los territorios en los que vivimos.

Comunismo o ¿libertad?

Diferenciar, pues, libertad de gilipollez es una de las asignaturas que deberían impartirse en primero de primaria, lo que en Murcia no va a suceder con Vox manejando las riendas de la educación, ni en Madrid, con nadie manejando rienda alguna.

Esta nueva manera del populismo fascista de diferenciar la izquierda y la derecha, en realidad, solo busca seducir para engrosar sus filas a aquellas almas de izquierda que creyeron que lo malo del franquismo fue que no había libertad. Y no la había (tal y como pretenden los que hoy claman por ella) sino para quienes tenían los recursos necesarios para comprarla (comprar sus abortos en Londres, sus divorcios –nulidades matrimoniales que queda más fino– en el Tribunal de la Rota…). Pero lo malo no era eso, lo terrible del franquismo fue que no hubo justicia (tal y como pretenden los que hoy claman por la libertad).

Ideología. Eso de lo que tantos presumen de prescindir. Eso que parece que se ha vuelto innecesario cuando la pugna se resuelve con cuatro sillones comprados con dinero público. Eso que los que dicen no ser de izquierdas ni de derechas, sino solo personas, tienen arraigado hasta la médula espinal, sin siquiera sospecharlo cuando meten en la urna el voto para Vox. Comunismo. Eso que empuja a Pedro Sánchez a llevar a las Cortes la ley de eutanasia o el Salario Mínimo Vital, en plena alianza con el Maligno. Libertad. Eso que vale para justificar que uno puede hacer lo que le salga de los cojones ignorando que por ahí hay alguien más.

Así que, señor de derechas, esa libertad de la que usted me habla, con todo el respeto, permita que yo me la pase por el forro de los huevos.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

domingo, marzo 14, 2021

Vergüenza


—Y, entonces, ¿por eso le hemos puesto su nombre a una pizza?

—Pero ¡qué pizza!

—Sí, jolín, a la Ayuso, que le hemos puesto el nombre de una pizza… Madonna Ayuso. ¡Santa Madonna!

—Que no, que lo que ha hecho la Ayuso es convocar elecciones a la Comunidad de Madrid.

—¿No habían sido en Murcia?

—No, no, en Murcia habían presentado una moción de censura.

—¿Ya no?

—No. Bueno sí, una moción hay, pero el PP se ha comprado tres diputados de Ciudadanos para que la pierdan.

—¿Se compran?

—Se ve que sí

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es img-20210313-wa0013.jpg
Intentando comprender; intentando explicarlo.

—Y ¿son caros?

—No creas.

—¡Ah! ¡Como en Madrid!

—Aquellos fueron más caros.

—¿Qué han costado estos?

—Una consejería cada uno.

—¡Ah! Pues no, no ha sido tanto.

—No. Que sepamos.

—Y en Madrid ¿qué dices que pasa?

—Elecciones. O no.

—Mira, Mari, no te entiendo.

—A ver, que Ayuso ha convocado elecciones anticipadas para que no le pasara lo que a Murcia.

—No quería comprar diputados otra vez.

—Se ve. Quería adelantarse a que los de Ciudadanos y los del PSOE  le pusieran otra moción de censura y evitar que Sánchez ‘asaltara’ la Comunidad de Madrid, como hizo con España, que Sánchez es muy de asaltar los sitios. Lo que pasa es que ya se la habían puesto los del PSOE y los de Más Madrid, y ahora andan en los tribunales viendo a ver quién fue primero. Por eso te digo que habrá elecciones…  o no.

—Y, si hay elecciones ¿puede ganar el ‘coletas’?

—Ahora lleva moño.

—¿Y va a ganar?

—Pues no.

—¡Lástima! Me gusta a mí ese hombre. Con moño y todo.

—¡Pero que no se presenta! Que ese es el vicepresidente del Gobierno de Sánchez.

—¡Ah! Pues entonces que gane Sánchez.

—Que no… Que son elecciones a la comunidad autónoma y ahí se presenta Gabilondo.

—¿El de la SER?

—Su hermano.

—¡Qué familiar todo! ¡Qué bonito!

—Y ha dicho que está contento, porque las elecciones son la fiesta de la democracia.

—¡Qué gilipollas!

—Ya te digo.

—No ganará.

—No. Ganará Ayuso y esta vez sin comprar diputados ni nada. Como en Madrid hay cuarenta partidos de izquierda, están todos desaparecidos y no les sale de los huevos ponerse de acuerdo, pues no les da la vida.

—¿Y tendrá que gobernar con Vox?

—Sí, sí.

—Y ¿no les da como corte?

—No creas.

—Y a los que se compran diputados ¿tampoco les da corte?

—Tampoco.

—Eso va a ser la pandemia. La pandemia pone las cabecitas muy mal. Lo he leído: se llama ‘fatiga pandémica’ que quiere decir que las personas están hasta los cojones de no poder ir a los sitios.

—Pero ¿eso que tiene que ver con que Ayuso haya convocado elecciones?

—Eso digo yo, que qué tiene que ver.

—¡Pues no digas tonterías!

—¡¡Anda!! ¡Si ahora soy yo la que dice tonterías…!

—No, mujer, no digo eso. El que dice tonterías es Gabilondo… 

—Antigüillo, ¿verdad?

—Sí, sí. Antigüillo, sí. O la Ayuso.

—¿Y esa qué dice?

—¡Socialismo o libertad!

—(Jijiji) ¡Se la ha copiado a Trump! ¿Verdad?

—Sí. Debe ser su referencia intelectual más sólida, después de la perrita Pecas.

—Podía haber gritado ¡vamos a vacunar a la gente de una puta vez!, que en Galicia están vacunando ya a los de 50 y aquí no hemos empezado aún con los de 80.

—Tampoco es mal grito. Ni sería un mal plan.

—Oye… ¿Estamos en la mierda?

—No te quepa duda.

—¡Sastremasgrandediosmio!

…En las elecciones a la comunidad de Madrid de 2003, el PP compró a dos diputados del PSOE para evitar la investidura de Rafael Simancas (PSOE) como presidente de la Comunidad. Y la evitó. Por entonces se dijo que la cosa había costado unos siete millones de euros (cinco para Eduardo Tamayo y dos para María Teresa Sáez, que como era mujer, cobró un poquitín menos por lo del techo de cristal). Por mucho menos dinero, que sepamos (unos 76.000 al año es lo que cobra un consejero en Murcia), el PP ha vuelto a garantizar el gobierno de una comunidad autónoma comprándose tres diputados, esta vez de Ciudadanos, por el procedimiento de darles un cargo a cambio de salirse de la disciplina de su partido y no votar a favor de la moción que han firmado.

A esta costumbre del PP de comprase personas para garantizar gobiernos se le llama comúnmente ‘transfugismo político’ y es una cosa que está muy fea. Bien es verdad que tiene más nombres, pero suenan fatal. Y también lo es que se entiende regular que la ciudadanía soporte prácticas de este nivel de asquerosidad con tanta mansedumbre.

Isabel Díaz Ayuso, por su parte, acojonada con el affaire murciano, ha cesado a todos los consejeros de Ciudadanos y, al grito trumpista de ‘¡socialismo o libertad!’, ha convocado elecciones justo después, parece, de que Más Madrid y el PSOE, registraran en el Parlamento madrileño una moción de censura cada uno. Ahora los tribunales dirán qué pasó primero, si la disolución de la Cámara o la presentación de las mociones de censura, porque ni estas se pueden presentar con las Cortes disueltas, ni las Cortes se pueden disolver con una moción de censura en trámite.

Este es el pollo: PSOE enviando negociadores por ahí para agrandar su poder en el territorio, Ciudadanos en abierta descomposición rompiéndolo todo y a sí mismo y PP buscando su hueco para evitar que Vox se haga con la hegemonía de la derecha española.

Estos chicos del PP llevan toda la vida viajando al centro (no sé ya si ese ‘centro’ no será el de la tierra). Alfonso Guerra se preguntaba que de dónde vendrían, pero ahora parecen los cómicos de Fernando Fernán Gómez en su Viaje a ninguna parte, pero ya sin dignidad.

El caso es que andan todos jugando a la suya en el momento más complicado que ha atravesado España desde el golpe de estado de Tejero o desde la gran crisis de 2007. Y ¿cuál será la de cada uno? Lo de las personas parece que no.

Entre tanto, observamos absortos al campeón de lanzar de güitos de aceituna, Teodoro García Egea, definir como de ‘mantenerse firmes’ la actitud de los tres diputados que, después de firmar la moción, anuncian su voto en contra a cambio de una silla de 76.000 (sillón, por tanto) en el Consejo de Gobierno. No tiene más significación que la de apreciar como cada uno justifica las barbaridades que hace acudiendo a palabras inmensas como esta de la ‘firmeza’ de espíritu, referido a quienes no son sino lacayos de fuerzas que, estoy seguro, ni comprenden.

Esto es un puto lío. Y de todo él se me ocurren solo dos conclusiones, a saber.

La primera es que no se compra a las personas (ni estas debieran venderse) y menos cuando lo que venden es la representación de quienes les han confiado su voto.

La segunda es que el panorama no está para gilipolleces.

Y me cabe aún una tercera: si la política tiene que dejar de dar vergüenza y esto es imperioso para que la sociedad avance y las cosas funcionen, los políticos tienen que dejar de dar vergüenza primero.

Me jode enormemente referirme a la clase política en términos despectivos. Ya hay quien lo hace constantemente y nunca me ha parecido que aportara ningún bien. Pero esta semana...

El dibujo es de mi hermana Maripepa

domingo, marzo 07, 2021

Violencias

En realidad me importa un huevo que las infantas se vacunen en donde coño sea, haciendo uso de sus privilegios por ser tan ricas. Me importa un huevo, porque, simplemente, sus dosis no estaban destinadas a mi madre ni a ninguna de las madres que conozco e ignoro cómo llevan la cosa de los turnos allá dónde se lo han saltado para favorecer a las privilegiadas hijas de papá rey.

Pero violenta, genera violencia. La violencia contra la Casa Real, que tan de moda se ha puesto cuando hemos sabido hasta qué punto está podrida. Genera violencia en cada uno, ese punto de rabia que termina en un quejoso ¡ya está bien!

Luchando por la libertad de expresión, creo.

Barcelona estas semanas está siendo el exponente de violencia (¿gratuita?) más insultante de Europa. A nadie le importa nada que el tal Hasél ese esté merecidamente preso por cantar tan mal y otras pillerías (otros episodios de violencia que le hicieron acumular condenas y dar con sus huesos entre rejas). No le importa a nadie, porque en realidad no importa. Pero ofrece una excusa magnífica para armar trifulca. (¿Gratuita?), guerrillera, voraz, enloquecida. ¿Alguien ha pensado que el tipo que incendia un coche con un poli dentro está pensando en libertad de alguna clase? ¿Solo es violencia?

¿A quién sirven estos disturbios en el crítico momento de formar Gobierno? No es a usted. No es a mí. Desde luego, no es a Pablo Hasél. Pero alguien se ha traído a estos grupos de agitadores profesionales de Italia, Francia y Grecia para unirse a los de por aquí y mantener vivo un conflicto que no tiene conflicto por debajo. ¿Quién los financia?

Como se han roto los consensos y las grandes causas ya no están, como el ‘sistema’, concebido como el conjunto de rutinas para la convivencia que mantiene la cordura de una sociedad, ya no existe, los ‘antisistema’ se enseñorean de las calles y de los noticieros derramando violencia e imponiendo un orden desconocido que implica, solo, la asunción del poder de los encapuchados. La historia es antigua, es la pauta desde el principio de los tiempos, cuando los encapuchados vestían de lujosas telas –antes– y portaban –después– carísimas corbatas.

Romper las fórmulas.

En Catalunya los antisistema claman por un nuevo ‘modelo policial’ porque les parece muy muy mal que la policía impida a cuarenta hijos de puta destrozar los escaparates de los comercios de Passeig de Gràcia para que un rapero salga de la cárcel (o a lo mejor no es por eso: no le haré perder ni un minuto hablando de tal sujeto ni de las libertades que dice reclamar para sí). No sabemos a qué modelo policial se refieren: debe ser a uno que permita que cuarenta hijos de puta destrocen los escaparates de Passeig de Gràcia si el motivo es lo suficientemente antisistémico (solo especulo, porque las propuestas concretas se han pospuesto para otro momento).

En Madrid soportamos estoicamente que tres centenares de neonazis marcharan hacia el cementero de la Almudena para rendir homenaje a la División Azul (11 de febrero de 2021) y que una chica de no más de 30 que torcía visiblemente la mandíbula en clara señal de certeza al final de cada frase, dijera que el enemigo es el judío (creo que no se refería a un judío concreto, o sea, que no hablaba de Jesucristo, porque al final hubo misa). Violencia. No la que practican este tipo de individuos de flaco coeficiente intelectual, sino la que suscitan en cada uno frente al televisor cuando el noticiario nos presenta sus hallazgos: “Hace falta que incumpláis el toque de queda, que os reunáis con vuestros familiares y amigos, que seáis más de seis como somos hoy aquí; y que os abracéis, y que cantéis y que viváis alegres. Porque el fascismo es alegría”.

Días después (4 de marzo del mismo año) se suspende la manifestación del 8M, también en Madrid. Violencia. Gratuita. Porque llamar a la responsabilidad para que la manifestación sea pacífica y cumplidora de las reglas que impiden el contagio es más difícil. Por eso, o para no asumir la crítica de quienes quieren, en clara y violenta lucha contra el feminismo, criminalizarlo nombrando el 8M como el día de las víctimas de la pandemia. Más violencia. Violencia machista.

Todo el rato en los anuncios de la tele que nos advierten contra la violencia sobre la vivienda y, apoyados en todo tipo de noticias sobre okupas desalmados, nos emplazan a instalar cuanto antes una alarma con llamada a policía y prevención de las afecciones coronarias. Todo el mundo quiere algo y se apoya en la violencia para conseguirlo. A lo mejor los grandes tenedores de viviendas, con tal de facilitar una norma más dura contra quienes ‘honradamente’, se meten en las casas vacías que una hipoteca imposible o un plan urbanizador fallido arrebataron a sus dueños, si los hubo.

Villarejo sale de la cárcel y anuncia que lo va a contar todo. Otra vez violencia, ahora en modo cloaca. Ya dice él que las cloacas se llevan la mierda, que no la generan. Nos hacemos violencia pensando en la mucha que nos producirá conocer según qué ‘verdades’ que tenga almacenadas en su archivo de conversaciones magnetofónicas.

Vivimos en un país tan seguro que una reyerta entre vecinos que se salda con un herido leve en Vecindario (Gran Canaria) abre los telediarios. En México, probablemente, hacen falta cinco muertos para que un altercado salte a las noticias. Y, sin embargo, la violencia da su rédito.

Consumidores de violencia. La violencia de la cifra de muertos por la pandemia que ya asumimos como habitual, la violencia de las mujeres desfiguradas o muertas a manos de sus maridos que no se sabe a cuántos escandaliza realmente, la violencia de unos chicos que se pelearon en Vecindario, la de los rompedores de escaparates, la de los prohibidores de manifestaciones, la de las multinacionales que comercian con vacunas, la violencia del grupo de WhtasApp que se llena de escenas crueles de nuestra pequeña realidad que se aumenta ella sola…

Violencia. ¿Nos quitamos?

El dibujo es de mi hermana Maripepa.