domingo, junio 27, 2021

Lo que dicen que pasa. Lo que pasa

Lo que dice Aznar, al que hay que seguir porque representa todo aquello de lo que hay que abominar para considerarse una persona de bien (un español de bien para usar sus propios términos), es que la reacción de los obispos catalanes y de la patronal es de apuntar y recordar.

 ¿Acojona o no acojona?

bofetón

También dice, con ese gesto insolente que invita al bofetón, que el PSOE viene llegando al poder por caminos espurios cada vez que se lo arrebata al Partido Popular. Y dice que hay que cumplir la ley, porque lo contrario de cumplirla es incumplirla (¿verdad?). Lo que no dice es a quién indultó su Gobierno, ni si cuando él indultaba también consideraba que incumplía la ley.

Estas construcciones de mentiras y medias mentiras le funcionan muy bien al presidente Aznar. Y tienen magnífica acogida entre su público.

Lo que dice Casado (el pobre) es difícil de repetir incluso para mí, que no le hurto al lenguaje las palabras malsonantes cuando las juzgo en contexto. Casado (el pobre) dice traición, insulto, golpe de Estado, abominación, judías con perdiz, blasfemia, delito de lesa humanidad… yo qué sé.

Abascal (al que importa nombrar porque lidera la tercera fuerza política del Estado, no porque diga nada que instruya lo más mínimo al respetable), dice patria. ¡Qué hermosura! ¡Patria! Y en este concepto engloba valores (patrios) que conducen al medievo y condenas (también patrias) para todos aquellos que nos han sacado de sus fauces. Henchido como un pavo (o acaso con la chaquetita dos tallas más pequeña), entona ardores guerreros y pomporrutas imperiales, vomita odio contra todo aquello que no comprende (que abarca tanto).

Arrimadas dice que no es un indulto, que es un insulto, porque le encantan los ripios. Solo que no se lo dice a nadie.

Y luego ya está lo que realmente pasa.

Pasa que este viernes ha entrado en vigor la ley que garantiza el derecho a procurarse una muerte digna. El otro día se aprobó la de protección integral de la infancia, está en ciernes la de transexualidad. Pasa que ayer dejó de ser obligatorio el uso de la mascarilla en el exterior, porque más de la mitad de la población, en un tiempo record, tiene al menos una dosis de vacuna en su cuerpo.

Pasa que las terrazas están petadas, que las empresas de construcción no dan abasto, y las de reformas te dan fecha para noviembre si tienes suerte. Los comercios llenos, las grandes superficies llenas. Las discotecas han vuelto a abrir también, se están celebrando conciertos controlados y la temporada que viene la peña podrá ir al fútbol.

Pasa que el salario mínimo interprofesional se acerca a pasos grandes a valores dignos y que el ingreso mínimo vital se ha hecho una realidad, por más que esté mal preparada la burocracia estatal para gestionarlo con más soltura. Que el fantástico (y carísimo) invento de los ERTE ha hecho soportables para muchos los efectos de una enfermedad que nos obligó a cerrar el mundo.

Pasa que están llegando no sé cuantos cientos de miles de millones a España, que el Gobierno, las comunidades autónomas, los ayuntamientos y el sector privado, se van a gastar en una estrategia que ha sido bendecida y aplaudida por la Unión Europea, a pesar de los esfuerzos de Casado (el pobre) en Bruselas, de paralizar estas remesas.

Pasa que los políticos independentistas presos ya no están presos y que, a lo mejor,  esto (que no hace daño a nadie) propicia un cambio, aunque sea leve, en las relaciones de la Generalitat con el Gobierno de España.

De manera que, echando un vistazo, resulta que ese clima irrespirable del que cada minuto nos dan cuenta informativos, redes y tertulias, en realidad no está. Esa ficción de crisis de valores, de rompimiento de España, de calamidad pública, de estrépito, no es más que eso, una ficción.

Pasa que, con todo, estamos capeando este temporal de mar muy gruesa con una dignidad que nadie se esperaba. Y a pesar de todo.

Y esto es lo irrespirable, este es el odio, esta es la bilis: no lo pueden soportar.

Así que vamos a estar o no de acuerdo con los indultos (esos que dice Arrimadas que son un insulto y Aznar que ofenden a todos los españoles, como si el tipo nos representara de verdad a todos), vamos a criticar la falta de agilidad del Gobierno en la tramitación de los ERTE, vamos a enfadarnos mucho con la subida de la luz, a estar muy pendientes de las familias que lo están pasando mal, vamos a estar o no dispuestos a que se nos practique la eutanasia o a defender unas u otras posiciones respecto a la libre elección del sexo de las personas…

Pero no nos vamos a rasgar las vestiduras.

Porque esta construcción de mentiras y medias mentiras con la que nos desencajan no se hará verdad a base de repetirlas por miles de veces, pero  sí habrá quien la compre y se sienta confortable en el discurso de la ‘vuelta a las esencias’: era tan sencillo todo… aquel orden de sacristías y partido único, de represión, de brazos en alto. Entonces involucionas y pasan las cosas que nunca debieron pasar (como el Brexit), y entonces los pasos atrás son difíciles de controlar.

Así que no vamos a salir a la calle con cacerolas y banderas gritando ¡libertad! No vamos a decir más que el Gobierno nos ha conducido al séptimo círculo del infierno (la herejía), arrastrados por el octavo (la violencia) de la mano del noveno (el fraude).

Por lo menos, yo no.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

domingo, junio 20, 2021

Más cojones, menos leyes

 (Hubiera debido escribir más gónadas, porque estaría dejando fuera a la población femenina, el tamaño de cuyos ovarios despierta, por lo que se ve, idéntico furor entre la población, pero he preferido ‘cojones’ por el uso común que de la expresión hacemos.)


Esto es lo que impera.


El Estado de Derecho es un coñazo: somete al hombre a la norma. Eso no puede ser. Bolsonaro lo sabe, Ayuso lo sabe: va contra el sagrado principio de la libertad del hombre y la de algunas mujeres.


Bolsonaro lo sabe y sus votantes lo tienen clarísimo. También los de Ayuso.


La nueva Rocío de España, la show-woman de la cámara madrileña, lo sabe mejor que nadie (o tan bien como muchos) porque ha estado delinquiendo en este país suyo hasta que le ha llegado por correspondencia el título de arquitecta, firmando proyectos técnicos para los que no estaba facultada. Como es lógico ella le reprocha eso mismo (lo de delinquir sin reparos) al señor Serigne Mbayé. Y así debe ser, porque el señor Serigne Mbayé es negro de toda negritud y ejercía de mantero, mientras ella es blanca, está casada con un Espinosa de los Monteros (de los Espinosa de los Montero de toda la vida) y estafaba con proyectos de un millón de euros, no con zapatillas a 5 pavos y gafas de imitación a 7.


En todo lo demás, se parecen bastante, aunque la sonrisa de Monasterio sea difícilmente comparable con nada. Los dos son españoles de avenida, ambos han trapicheado, uno y otro comparten la dignidad de haber sido elegidos democráticamente representantes del pueblo de Madrid. La única diferencia que encuentro (amén de las que a la vista están: el negro habla mucho peor el castellano) es que mientras una estafaba sin paliativos con la inestimable colaboración de su esposo, el otro no engañaba a nadie por más que se afanara a poner con pegamín un cocodrilo en las camisetas de a 15.

Con un par


Menos leyes, más ovarios, esto es lo que hace falta en el mundo. Las leyes para los negros que venden Rolex en el top-manta, no para las arquitectas de mentirijillas que falsifican proyectos de obra y convierten en viviendas no habitables lo que, en realidad, son naves sin licencia para habitar.


Porque, dígame ¿qué ley va a hacer que Felipe VI firme algo tan abominable como el indulto a un catalán? A ver, ¿de quién es la mano? ¿Del rey? Pues ahí lo tienes: a ver quién es el guapo que le hace estampar su firma en el pútrido documento que deja en libertad a quienes vituperaron a la patria y harto dolor causaron a la españolía de bien.


Y si firma (por mejor decir, cuando firme, porque un vistazo rápido a la Constitución no deja resquicio a la duda) será porque le pesan más las leyes que los cojones y eso no dice nada bueno de un rey que se precie.


Menos leyecitas de estas que hacen que todo sea incómodo. Menos gobernantes sometidos al imperio de la Ley, que las leyes están hechas para lo que están hechas, y Bolsonaro y Díaz Ayuso, así como sus respectivas feligresías (de muy amplio espectro, ya se ve), lo saben de sobra.


Menos leyes y, por qué no decirlo, menos negros. Que no es que tengamos nada contra ellos, que Rocío de España ya ha explicado que no se trata del color, sino del ínfimo respeto que muestran por la Ley, esa que ellos sí están obligados a observar con decoro y sumisión.


Y esto es, ni más ni menos, lo que se está llevando para esta temporada. Gobernantes con la catadura moral adecuada para situarse por encima de las instituciones y aplicar todas sus feromonas, no ya en conseguir determinados comportamientos de sus conciudadanos (que parece que sería su función) sino en que estos aplaudan los suyos, más cuanto más sean producto de sus gónadas.


Dejemos de hablar de política energética o de derechos sociales. Vamos a hablar de cojones, así, en genérico, que es lo que la peña entiende bien.


¿Qué dice? ¿Que una España verde y feminista? … Sí, ¡y mis cojones también!

Los dibujos son de mi hermana Maripepa

domingo, junio 13, 2021

Dos niñas

 Lo llaman violencia vicaria.

Se ejerce para causar el dolor más profundo. Infinitamente más intenso que el dolor físico. Un dolor que no se puede explicar: todo el dolor del mundo. Se inflige sobre quien más se ama. Esta vez, sobre tus hijas. Supongo que es la más sofisticada y sádica manifestación del ejercicio de la violencia machista.

Es extrema. Produce un dolor insoportable. Lo sabe él.

La infancia.

Se juntan tantas sensaciones, tantas repulsiones, tanto asco, tanta pena, que no es fácil hablar racionalmente de esto sin recurrir a la indignidad de intentar hacer el relato que más pena dé, que más odio provoque.

Ya se ha dicho ‘lacra de la sociedad’, se ha dicho ‘pandemia mundial’, se ha dicho ‘horror’, se ha dicho ‘pánico’. Incluso nos hemos hecho la ilusión de que estamos unánimemente de acuerdo en que es algo a erradicar para siempre.

Pero no. Ni siquiera eso es cierto.

Persiste entre nosotros, camuflado de esa suerte de equidistancia que lo enturbia todo, el sentimiento de que “no hay que enseñar a respetar a un gay, sino a respetar a todos”, que “no se enseña a no pegar a un negro, sino a no pegar a nadie”, que “no se enseña a un niño a no maltratar a una mujer, sino a no maltratar”.  El problema es, dicen, de aquel que quiere “diferenciar los respetos”. El mismo imbécil que publicó esta anormalidad en su muro de Facebook, puso después una vela blanca en señal de emocionado recuerdo de Olivia, y seguro que pondrá otra por Anna (cuando aparezca su cuerpo muerto), a la vez que inicia su campaña a favor de la cadena perpetua (o de la pena de muerte).

Vamos a ver, imbécil, sí: sí hay que enseñar a respetar a un gay, porque la homofobia da puto asco. Sí hay que decirle a los niños que no se pega a los negros, porque el racismo da puto asco, sí hay que enseñar que no se maltrata a una mujer, porque la violencia machista da puto asco. Sí hay que diferenciar los ‘respetos’, porque los problemas enormes que esta sociedad todavía esconde están donde están aunque tú te empeñes en camuflarlos. Cállate la puta boca, deja de intoxicar, lee un poco más y vete a tomar por culo: ese valor tuyo de la ‘equidad’, esa negación de la violencia, mata.

¡Cuidado con las equidistancias! Es el mismo discurso que Vox acaba de emplear para votar no a la Ley Orgánica de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, una de las más avanzadas del mundo que, entre otras muchas cosas, se cuida de proteger a los menores que padecen situaciones de violencia machista (¿verdad que sabemos a quién se refiere?). 268 votos a favor, 57 en contra y 16 abstenciones. Vox y el PNV la votaron en contra. El PNV por una cuestión de invasión competencial, Vox porque sabe que es dentro de la familia donde los niños están verdaderamente protegidos, fuera de las influencias de rojos y comunistas pro-etarras bolivarianos. Las abstenciones fueron de EH-Bildu, JuntsxCat, PDeCAT y Navarra Suma. Todos ellos, también el PNV, se ve, están demasiado preocupados por proteger el acervo de sus competencias como para pararse a pensar en Olivia y en Anna.

Vox representa en el Congreso de los Diputados el sentir de 3 640 063 votantes con los que ha obtenido 52 diputados. Es la tercera fuerza política de nuestro país, por el momento. Hoy, rigurosamente hoy, lidera a la derecha española en la plaza de Colón (Madrid). Y niega que exista la violencia machista.

¿De verdad piensa que estamos a salvo?

Laura Plaza de la Flor (Flora) de 82 años, en el Puente de Vallecas, Madrid, Conchi González de 56 años en Sestao, Alicia P. de 51 años en Majadahonda, Mari Carmen M. V. de 46 años en Torrejón de Ardoz, María Cruz de 48 años en El Molar, Jordina Martínez P. de 34 años en Manresa, Paula M. M. de 36 años en Mansilla de las Mulas, Pilar, de 50 años en La Bisbal del Penedès, María Soledad Moreno Parra de 60 años en Sagunto, Warda Ouchene de 28 años en Sa Pobla, Betty de 52 años en Creixell, Lucía Dotto Domingues de 42 años en Corbera de Llobregat, María Teresa Aladro Calvo de 48 años en Laviana, Katia Carolina A.B. de 35 años en Zaragoza, Nicoleta Clara de 41 años en Alovera, Alla Bukanocova de 48 años en Porqueres, Katherine de 58 años en Pozuelo de Alarcón, una mujer no conocida de 41 años en Valladolid, Elena Livigni de21 años en Ibiza, Rocío Caíz Pozo de 17 años en Estepa, Cristina N. T. de 33 años en Oza-Cesuras, Benita Corral Madrid de 57 años en Linares, Ana Elena G. F. de 29 años en Albolote, Ana Balboa de 22 años en Velle, R.L.A.B., 63 años en Ponferrada, una mujer desconocida de 94 años en Badia del Vallés, Antonia de 80 años en Madrid, Teresa de 91 años en Tarragona, Josefina E. P. de 85 años en Las Palmas de Gran Canaria, otra mujer desconocida de 77 años en Onda, Josefa (Pepita) de 82 años, en La Laguna,  Isabel de 11 años en El Molar, intzane Pujana de 32 años en Aizarnazabal,  Florina Gogos, 19 años en Albal, Margarita de 96 años en Calella, Inmaculada Nzang Mba Oyana de 43 años en Roquetas del Mar, Yanina de 20 años en Cembranos, Mohamed K. de 7 años en Sa Pobla, Olivia Gimeno Zimmerman, de 6 años en Güimar, y Anna Gimeno Zimmerman de 3 años, que también la esperamos en Güimar… ¿Se le ha hecho largo?

Todas ellas, no estuvieron a salvo.

El dibujo aterrador es de mi hermana Maripepa

domingo, junio 06, 2021

Pfizer, AstraZeneca o helado de vainilla

¿Lo decido yo?

No sé si me tengo que fiar de El Mundo, de El Diario, de las noticias de la 1 o de la 3, de La Razón o de El País, porque mi desconocimiento sobre vacunología es tan grande como se espera de mí.

La Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) ha dicho por activa y por pasiva que los beneficios de la vacuna fabricada por Oxford / AstraZeneca son superiores a sus riesgos, pero esto no parece ser suficiente para la mucha ciencia que demanda la sociedad. También lo ha destacado el Comité Asesor Mundial sobre Seguridad de las Vacunas (GACVS), organismo dependiente Naciones Unidas.

Pero nuestra ministra tiene dudas. Serias dudas.

¿Se debe inocular otra dosis de AstraZeneca a los ya vacunados con este producto en la primera?

¿Se debe prohibir el uso de este producto?

¿Se debe prohibir pero poco y solo para quienes, habiendo desarrollado la enfermedad y siendo mayores (o menores) de 46, constaten que algún pariente cercano ha tenido una tos muy fea en los últimos cinco años?

¿Se debe tomar partido en esta lucha intestina de intereses entre las grandes farmacéuticas?

Después de unas cuantas decisiones contradictorias (prohibir, desprohibir, repudiar, utilizar) y como esto es cosa que tanto importa a la cultura democrática de una nación (¿?), nuestra autoridad sanitaria resumió en dos las soluciones que consideró viables para despejar la incógnita, a saber: echarlo a votos o dejar libertad de elección.

Pero yo no sé nada del ARN mensajero (ARNm), que leo que es nada menos que una molécula de ARN de cadena simple, complementaria a una de las cadenas de ADN de un gen y que sale del núcleo celular y se mueve al citoplasma donde se fabrican las proteínas.

Con esta información extraída directamente de la página web Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano, Maryland, Estados Unidos, ya podría yo diferenciar las vacunas basadas en ARNm o en adenovirus y tomar una decisión científica sobre lo que a mi cuerpo serrano conviene mejor, teniendo en cuenta, claro, que la estrategia de adenovirus es de vector viral.

Y por esta misma razón, intuyo, la ministra de Sanidad ha resuelto, entre las dos soluciones que consideró viables, dejarlo a la libre elección de la ciudadanía (o sea, hacerse un Ayuso) y que sea cada uno quién, previa firma del conveniente ‘consentimiento informado’ (¡informado!), determine si ha de ser inyectado por uno u otro fármaco.

¿En serio?

¿De verdad nuestra ministra de Sanidad concibe que somos cada uno de nosotros quienes debemos tomar la decisión de qué fármaco nos irá mejor?

¿Yo? ¿Usted? Nosotros no sabemos nada (NADA) de todo esto. Nada. Opinamos porque somos gilipollas y nos encanta meter mojá en todos los caldos, pero no sabemos nada. Y dejar esta responsabilidad en nuestras manos es, simplemente, no tener el coraje de tomar y mantener la decisión que científicamente esté más respaldada. Inhibirse aquí es cobardía. Inhibirse aquí es cagarla.

Pero aquí estamos. Y el momento va a llegar. Yo lo dejaré para el último minuto, como hago con la declaración de la renta o como el PP lo hará con lo de expedientar a Cospedal o no, según lo pringada que puedan demostrar que está en la ‘Púnica’.

Miraré a los ojos a la enfermera mientras me descubro el brazo. Pensaré en el vector viral, en el ARNm, en a cuál de las industrias farmacéuticas beneficiaré más con mi decisión, en las grandes verdades (quiénes somos, adónde vamos, de dónde venimos) y en el crítico momento, cuando la sanitaria se disponga a cargar la jeringuilla, cuando mi mente se apreste a tomar la decisión final, diré con voz firme: para mí, helado de vainilla.

La otra respuesta es: ¡y yo qué cojones sé! ¡Haga usted lo que le dé la gana!

El dibujo es de mi hermana Maripepa