domingo, mayo 30, 2021

El indulto

En realidad al PP el asunto de los indultos le importa un huevo.

Sin embargo le viene de perlas. Esas ocasiones que les pone Sánchez para el alboroto le garantizan semanas de ruido. De un ruido ensordecedor en este caso. De pechos henchidos y soflamas sobre las infamias a la patria. Saben hacer ruido. Lo saben hacer muy bien.

Sobre los indultos en cuestión no hay mucho que decir: el Gobierno hará un gesto que los políticos presos simularán no agradecer y lo hará porque se sabe en la obligación moral de bajar la tensión en Cataluña. Lo hará porque el delito de sedición no se lo cree nadie en Europa: para muestra ¡un Puigdemont! (que campa por sus respetos sin que ningún Gobierno europeo lo extradite); y para más muestra los tribunales internacionales revolcando las decisiones judiciales de los españoles cada vez que el asunto se ventila en cualquiera de ellos. Lo hará porque sabe (como sabemos todos) que las condenas fueron más que excesivas y que, si me apuras, hubiera bastado con la inhabilitación para cargo público de los revoltosos para conseguir la paz jurídica que busca el Derecho Penal con la aplicación de sus penas.

El informe del Tribunal Supremo sobre la cosa no tiene desperdicio. Se ve que tiene buenas razones el Partido Popular para mantener el Consejo General del Poder Judicial sin renovar, a pesar de mantenerse fuera de la Constitución que tan indecorosamente dicen defender. La Sala Segunda ha tachado la medida de ‘auto indulto’, como si el delincuente hubiera sido Pedro Sánchez, so pretexto de que la medida solo beneficia a la estabilidad del Gobierno (gran atropello este de procurar la estabilidad del Gobierno). Si el Tribunal Supremo tuviera una visión política de los asuntos que ventila (a lo mejor aún hay alguien que piensa que no), sería deseable que se la guardara para sí, porque decirle al Gobierno que no se fía de él, no parece que sea la actitud más correcta.

Se le podría exigir al Tribunal Supremo un tanto de lealtad institucional. Pero ¿cómo exigírsela al principal partido de la oposición si el propio Felipe González se burla del presidente del Gobierno con ocasión o sin ella y disfruta claramente ridiculizándolo (¡hasta en El Hormiguero!) desde su posición de señor muy rico que lo ha sido todo?

Si el señor que ha sido presidente del Gobierno frivoliza a costa del señor que ahora lo es, de su mismo partido ¿qué respeto cabe pedirle al que aspira a serlo desde el partido contrario?

Solo una pregunta más ¿qué les pasa a las viejas glorias del PSOE, menos a Zapatero, que se han vuelto tan de derechas y, para más inri, lo exhiben con tan poquísimo pudor?

La del indulto no es una cuestión jurídica. Es una cuestión de oportunidad política. Es una potestad constitucional que utiliza el Gobierno con toda legitimidad cuando, por razones que se escapan del Derecho, estima que debe anularse una pena aunque se considere justamente impuesta. La historia de los indultos es tan larga como compleja y la opinión pública se suele abstener de juzgarlos porque no siempre cuenta con los elementos suficientes para hacerlo (¿se ha preguntado cuántos se produjeron entre los cabecillas del golpe de Estado del 23-F y cuánto se ha hablado de ellos? Lo digo porque eso sí que fue un golpe de Estado). Este no será el caso, porque aquí hay un elemento revanchista del que la derecha política española sacará muy buen provecho, aunque sea intentando evitar otra foto de Colón, arengada por la ínclita Rosa Díez (otra exjefa del PSOE vuelta de extrema derecha). (Ahora estoy pensando que a lo mejor Rosa Díez fue siempre de extrema derecha y los compañeros del PSOE ni lo habían notado.)

El mundo independentista no agradecerá el indulto. Exigen amnistía. La amnistía consiste en dejar de considerar como delito una acción que supuso un reproche penal: ya no hay delito. Y los indepes catalanes lo exigen así porque en su discurso no cabe otra constante que la independencia y, por lo tanto, procurarla por cualquier medio les es legítimo. Así que para ellos no hay delito.

Saliendo con cuidadito para que nadie sospeche

El indulto no prejuzga sobre la comisión del delito, solo anula o disminuye la pena que fue impuesta por la conducta que la motivó. Y puede ser parcial, esto es, conmutando cierto tiempo o manteniendo ciertas penas accesorias, como la inhabilitación. Nadie lo quiere. Supongo que los presos (que no lo han solicitado) sí lo quieren, porque supone irse a casa. Pero no lo reconocerán. Quieren amnistía. Quieren independencia y así lo han reiterado. Lo volverán a hacer, han dicho.

Y entonces ¿por qué?

Los barones del PSOE (declarados en rebeldía desde que Pedro es Pedro) clamarán al cielo; la derecha española sobreactuará y se rasgará las vestiduras; la judicatura fascista (esa parte de la judicatura: la fascista) intentará revolcar el acuerdo por todos los medios; la ciudadanía encontrará muchísimas voces en contra y solo una a favor: se pondrá en contra. Por otra parte, el Presupuesto está aprobado y bien puede durar un par de añitos más (como el último) hasta el fin de la legislatura y, por lo tanto, los votos de ERC no parecen críticos para continuar en el poder. ¿Votará ERC en contra de la ley que prepara el Gobierno para topar los ‘beneficios caídos del cielo’* de las eléctricas por que no se haya concedido la amnistía de sus políticos presos?

Y entonces ¿por qué?

¿No podríamos pensar que el Gobierno considera de justicia que los políticos independentistas, presos por una sentencia judicial desmesurada a juicio de tantos, salgan de prisión y con ello baje cinco puntos la tensión en Cataluña?

¿No podría ser legítima su intención? ¿De verdad que no? ¿Aunque con esta medida se consigan, además, algunos votos que faciliten la acción parlamentaria?

Muchos, muchos, hablan de la deriva del Gobierno. Muchos. Pero de la deriva de la derecha española cada minuto más escorada al ridículo ¿hay alguien hablando? Porque hay mucho que decir.

 *Se llaman ‘beneficios caídos del cielo’ a los que las eléctricas obtienen de la energía nuclear e hidráulica, que se subasta al mismo precio que la conseguida en las centrales térmicas, con un coste de producción infinitamente inferior.

Y el dibujo es de mi hermana Maripepa.

domingo, mayo 23, 2021

El grifo

 Las relaciones internacionales no son cosa fácil. O, dicho de otro modo, son cosa muy difícil. (Cuando parafraseo a Mariano Rajoy me siento un tipo importante). El verbo negociar se conjuga fatal cuando los interlocutores pertenecen a esferas del mundo tan distintas como la primera y la última. Es muy fácil decir Sáhara, es muy fácil decir miseria, es muy fácil decir opulencia, es muy fácil decir Frente Polisario, es muy fácil recordar aquella mítica Marcha Verde de 1975, casi muerto el dictador, el abandono a su suerte de aquel territorio que nos limitamos a esquilmar, sin aportarle nada, del que administrativamente aún somos responsables como Estado. Conjugarlo todo es más complejo. Y esto es África.

El Reino de Marruecos no es un dechado de virtudes democráticas que lidere pacíficamente la conexión entre la opulenta Europa y la miseria de África. No lo es. Pero las relaciones diplomáticas, por brillantes que resulten, no lo alejarán de Algeciras ni un metro ni, por lo tanto, del viejo continente. Va a seguir donde está.

Marruecos no tiene la bomba atómica. Su arma es biológica y no menos poderosa: un pueblo fácil de usar. Batido con la moral deleznable que permite activarlo contra el enemigo, el resultado es el pánico.   

La crisis del Tarajal es una crisis doméstica. Humanitaria para unos, migratoria para otros, diplomática para muchos, es una crisis que se juega en casa: Mohamed VI abrió el grifo y enchufó hacia Ceuta (y con menor intensidad hacia Melilla) el chorro humano de un pueblo en la indigencia. El resultado, pánico.

Y entonces ¿qué pasa?

Pues que un eurodiputado español resume la cuestión en twitter: ‘La víctima y la salvadora o el abusador y la idiota. Toda una representación de Europa haciendo el gilipollas.’

Otra diputada con serias dificultades cognitivas hablaba de la turgencia de los pechos de esa misma ‘salvadora’ que consolaba a un negro exhausto cuyo amigo yacía en la arena unos metros más allá.

El líder de Vox llamaba a las armas.

El líder del PP llamaba… no sé a qué cojones llamaba. (El líder del PP, a lo mejor se acuerda de cómo resolvió su jefe, con quince muertos, el similar conflicto que se desató en 2014 y lo hubiera preferido así).

Y desde Mohamed VI a Teodoro García Egea (el pobre), todos arrimaban a su propia sardina un ascua que ardía de podredumbre.

Nuestros prohombres y nuestras promujeres se han hecho sendos líos. Sendos putos líos.

De manera que vuelven las rutinas mundanas a campar por sus respetos después de los confinamientos varios, como si para salir de ellos fuera necesario barbarizar hasta el límite de la comprensión humana.

¿El abusador y la idiota? ¿La turgencia de sus pechos? La necedad no tiene límites.

¿Militarizar las fronteras? ¿Partir peras con Marruecos? No, no tiene límites.

Olvidar que la de España con Marruecos es la frontera más desigual del mundo es optar por saber nada. Ignorar que una franja de mar o un espigón son, en realidad, la frontera entre dos planetas, uno muy pobre y el otro muy rico, es elegir la estupidez.  

Después, la deslealtad, el oportunismo, la desvergüenza, el deshonor, se apoderan del discurso público. La mediocridad se hace fuerte. La irresponsabilidad compite con la vulgaridad y las dos ganan la batalla. Son más fuertes que la política, son más fuertes que el sentido común, pueden más que la ciencia y, desde luego, mucho más que el pensamiento.

Tanquetas en la playa del Tarajal.

Los sucesos de Tarajal, con un rey sátrapa que utiliza a su ciudadanía como arma que arrojar, un Gobierno que llena la playa de tanquetas (aunque no saliera de ellas ni un solo disparo) para que nos guarden de moros exhaustos, una oposición que se frota las manos y busca un tanto para anotarse y unos pocos centenares de hijos de puta que, con tal de tener algo que contar, tuitean obscenidades en contra de una muchacha que consuela a un negro, han sobrepasado toda posibilidad de comprensión de la condición humana.

En el otro lado, esa chica que abraza, ese chaval que saca a un bebé de un flotador, las personas que hacen su trabajo, salvando en lugar de arrasando las vidas de cuantos se habían lanzado al mar, nos hacen pensar que, a lo mejor, no todo está perdido.

El dibujo es de mi hermana Maripepa

domingo, mayo 16, 2021

Gaza

 “El trece de mayo/ la Virgen María/ bajó de los cielos/ a Cova de Iria.” (Popular).

No fue a la franja de Gaza, que era un hervidero ya por entonces y estaba a punto de liarse aún más con la que sería la creación del Estado de Israel.

El Estado de Israel empezó a fraguarse por la proba actividad de la Agencia Judía, creada en 1920 en el seno de la Sociedad de Naciones (predecesora de la actual Organización de las Naciones Unidas), que se ocupó de que la población de judíos en Palestina pasara de los 84.000 que la ocupaban en 1922 a los 485.000 que andaban por allá en 1942, solo veinte años más tarde. Cabían malamente.

Conocido es que la omnisciencia es tributo solo atribuido a Dios Nuestro Señor, pero digo yo que, si de pacificar se trataba, estado a punto de liarse la que se iba a liar, bien podría haber enviado a su madre a su tierra natal en lugar de a Portugal que, solo 80 años después y aún separadas la Iglesia y el Estado, nos daría una lección a todos los vecinos de democracia y de gestión.

Sin embargo, fue a la Cova de Iría, dónde los republicanos portugueses habían logrado la separación de la Iglesia y el Estado pocos años antes (1910, 5 de octubre) en la revolución que dio al traste con la Casa de Braganza Sajonia-Coburgo y Gotha y su último jefe, Manuel II. Piénsese que todo esto del milagro del Sol y de los pastorcillos tenía lugar allá por el año del Señor de 1917, lo que viene a demostrar, primero, que la histeria colectiva existe (más de 45.000 personas afirmaron ver al Sol bailando la danza del vientre) y, segundo, lo oportunas que resultaban las apariciones marianas para los sacros intereses de la clerecía.

Muy de tener en cuenta, pues, las habilidades para la geopolítica de la Virgen María y del grupo de asesores que planificaran su actividad en la Tierra (ello antes de que se inventaran los teléfonos con cámara, claro). Recordemos que el milagro de Lourdes y la pastorcilla Bernadette estuvo muy relacionado con el reconocimiento como dogma de la virginidad de María, que había generado (y aún genera) profundas divisiones en la cristiandad. Si tal reconocimiento se produjo en 1845 por Decreto del papa Pío IX (el de los pastelitos), la joven vino a confirmarlo en 1858, aunque bien es verdad que lo tuvo que consultar primero con el cura del pueblo porque cuando, según cuenta la tradición popular, la Virgen se presentó a la chiquilla diciéndole ‘Yo soy la Inmaculada Concepción”, Bernadette no podía tener la más remota idea de a qué se estaba refiriendo su aparecida con eso que le decía.

Contaba estas historias solo para lamentar que ese don de la oportunidad con el que, sin lugar a dudas, se adorna Nuestra Señora, no se hubiera utilizado para más grandes empresas, que si bien no son pequeñas estas en las que afana (la llevanza de la Verdad al mundo todo), no hubieran sino menores las de evitar las matanzas de seres humanos que por causa de las religiones, las razas o las ideologías, se siguen sucediendo por el mundo sin intervención divina que las contenga.

Como estamos en el mes de la Virgen, me parecía más oportuno que nunca recordar y poner en relación estas no intercesiones: “El trece de mayo la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Iria.”, Pero no se le ocurrió pasarse por Gaza, ni por Somalia, ni por Sudán del Sur.

Ocho de los diez miembros de una familia que aparecieron muertos el viernes por el fuego israelí eran niños.  Fuentes médicas palestinas cifran sus muertos en 140 (34 de ellos niños). Otros 8 son judíos. Las refriegas, tan desiguales como incomprensibles, a nadie parecen interesar. Nadie parece ir a ponerle coto de una vez por todas, cuando llevan 5 días de operaciones militares israelíes que se desarrollan por tierra y por mar.

Parece que el Estado de Israel, libre ya de la pandemia tras alcanzar la inmunidad de rebaño, hubiera decidido continuar con la muerte, ahora de su propia mano, exterminando a los árabes que pueblan lo que consideran suyo. La franja de Gaza. No íbamos a salir mejores de este lance de la covid-19. Se impone con fuerza la vuelta a las rutinas, con violencia los violentos, con cañas los madrileños, los israelitas con muerte.

No importa demasiado ahora discernir quién se vengaba de qué. Si el primer cohete tiró uno u otro, si Israel tiene más derecho que los gazatíes sobre los territorios que ocupa en la Franja. Ni siquiera importa distinguir qué es Israel y qué es Palestina, ni si el papel de Egipto, de la ONU o de los Estados Unidos es el que toca o si los británicos jugaron bien sus cartas cuando abandonaron la región tras la primera Gran Guerra.

Importa dejar de matar.  Mejor hoy. Mejor hoy que mañana.

Y en este mes de mayo la Virgen no se va a aparecer en la franja de Gaza.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

domingo, mayo 09, 2021

Hacerse un Trump

No hay soluciones fáciles a problemas complejos, del mismo modo que no existen respuestas sencillas a preguntas complicadas.

O a lo mejor sí.

Porque la complejísima realidad de la sociología de Madrid se ha atajado de la manera más simple: ha bastado una palabra (robada a la izquierda) para que la derecha remueva las conciencias de un pueblo que, por lo que se ve, está cansado de sus problemas y busca descomplicar su existencia con pocas explicaciones.

El bueno de Ángel Gabilondo (hoy ya un recuerdo que casi produce ternura, como Pablo Iglesias) citaba a Kant en la campaña con aquella reflexión de los pájaros y los peces que se quejaban del aire y del agua sin comprender que, simplemente, eran su medio. Ayuso no citaba a Kant (ni a ningún otro u otra). Ni falta que le hacía. Porque no era la idea.

Tampoco le fue preciso hablar de la vivienda, de las escuelas o de los ambulatorios, aunque a Mónica García no le fue tan mal haciéndolo. No había que apelar a la razón: la razón es pausada, discurre a través del pensamiento lógico, confronta ideas, prevé consecuencias, analiza escenarios. O sea, un coñazo.

Era la fibra sensible de los electores. De todos los electores. La combinación bien guisada de un sentimiento identitario inventado (que ya veremos a dónde conduce), el miedo a un comunismo que tampoco asoma por ninguna parte y el anhelo de una libertad que, siempre según Ayuso, el “sanchismo” cercenó.

El resumen: libertad.

¿A quién importa que esté mal o bien entendida?

Madrid first. Madrileños first. Madrid open. Vivir a la madrileña. Aquí están las claves. No había más.

Algunos votantes de izquierdas

Monedero dice que todos los madrileños son gilipollas (poco más o menos). Y yo creo que los gilipollas somos él y yo (igual un poco más él). Él por seguir tocándole los cojones a todo el mundo y creerse que eso le sitúa por encima del bien y del mal. Y yo (y otros cuantos como yo) por no haber sabido, sin citar a Kant, tocar esa otra fibra que hace sentir que bajando los impuestos se debilitan los servicios públicos, que a quien no nos los van a bajar es a usted ni a mí, que abriendo los bares se pone en riesgo la salud del personal y es tremenda irresponsabilidad, que cuando venden las viviendas de protección a fondos ‘buitre’ destruyen los pilares que cimentan nuestra sociedad, que cuando privatizan sanidad o educación nos desnudan a usted y a mí de derechos que nos hacían (esos sí) libres.

Ayuso encontró al enemigo contra el que plantear la verdadera lucha. ¡Era tan fácil! Con Ayuso, la derecha ha sabido poner la diana en la verdadera amenaza para las libertades: Pedro Sánchez. Y, a pesar de su pobreza intelectual y dialéctica, lo ha contado de manera magistral. Ha convencido a la ciudadanía de que la amenaza no es el virus, de que el Estado nos roba, de que el comunismo está agazapado a la vuelta de la esquina (¡qué enormidad!). Y las desclasadas clases medias nos lo hemos creído a pies juntillas, porque  nos han inoculado el miedo a que okupen nuestras casas, a que nos confisquen el salario… a que nos pongan un ‘chis’ (el presidente de la Universidad Católica de Murcia no sabía pronunciar chip). Han conseguido que ni nos planteemos que, en definitiva, el enemigo no es ese comunismo inexistente, sino ese liberalismo atroz, que nunca creyó en los servicios públicos y que se anda enseñoreando de nuestras instituciones democráticas con los apoyos inestimables de quienes creemos que al votarles estamos protegiendo nuestro bienestar.

Es eso, o es que nos importa un huevo el bienestar colectivo, con tal de que el nuestro propio permanezca intacto, esto es, que nos hemos vuelto una cosa muy fea. Pero en eso prefiero no pensar.

Del ‘trumpismo’ también se sale. A Trump lo sacaron.

Lo han cambiado por uno que dice que a lo mejor hay que subirle los impuestos a los ricos y bajarlos a los pobres. Que dice que hay que liberar las patentes de las vacunas para que puedan llegar a toda la humanidad. Sensato ¿no? (Si lo hubiera dicho Pablo Iglesias le hubiéramos obligado antes a dejar todos sus cargos).

Pues eso, que del ‘trumpismo’ se sale. Que a lo mejor, en el próximo viaje, en lugar de un Trump, nos hacemos un Biden.

Que a lo mejor solo es cosa de aprenderlo a contar o de, al menos, tener la humildad de reconocer que no hemos sabido contarlo.

Entre tanto, desolados.

domingo, mayo 02, 2021

Primero de Mayo: ¿día de qué?

Unai Sordo, que es el secretario general de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras, ha dicho este primero de mayo: “los tiempos están cambiando, que decía Bob Dylan”.

(Léase aquí un largo silencio de entre estupefacción e incredulidad.)

¡Bob Dylan!

Si alguien tenía alguna duda de que los sindicatos, globalmente considerados, están perdiendo el sitio, este Primero de Mayo ha debido quedarle meridianamente claro. Pero ¡no alarmarse!, que para eso Vox,  rizando el rizo del cinismo político, ha puesto hoy de largo el suyo con la misión de denunciar la mafia sindical y el abandono de los trabajadores que ellos y solo ellos, tienen la encomienda divina de defender con su sangre. Simple cinismo. O una nueva amenaza al sindicalismo de clase.

Manifestación del Primero de Mayo.

El caso es que ese joven entregado a la investigación del “machine learning” (una de las especialidades pujantes en el mundo laboral sobre la que mi madre no ha oído hablar y que hubiera dejado sin palabras a mi padre) no está preocupado porque se hayan restringido tanto los actos del primero de mayo y, con toda probabilidad, no ha escuchado a Sordo citar a Bob Dylan como referente de lo que está sucediendo en el mundo. Hubiera enmudecido igualmente, como mi padre.

En algo sí tiene razón: el mundo está cambiando, por más que el bueno de Dylan se estuviera refiriendo a un cambio que ahora juzgamos próximo al pleistoceno.

La realidad es tozuda.

Y la desaparición de las clases trabajadoras o, por mejor decir, la desaparición del sentimiento de pertenecer a ellas, es igualmente tenaz.

No sirve quejarse, porque las quejas en solitario conducen a la melancolía y las reivindicaciones que se leen en los medios de comunicación o en las redes sociales, tienen que ver con los despidos cuando son masivos (banca, siderometalúrgica…), que si no importan un huevo y con las pensiones. Debe ser que los pensionistas pertenecen a otro mundo, uno anterior que sigue llevando la lucha a la calle y es en mitad de la calle donde vocean por un “salario” justo. De las condiciones laborales ya no se habla. Los jubilados porque dejaron de ser una preocupación cuando se dieron de bruces con la condición de “clases pasivas”. Los amenazados de despido… por razones obvias.

—Mamá, ya soy project manager.

—Hijo mío, ¡lo que vales!

Si a Marcelino Camacho le hubieran hablado de las condiciones laborales de los ingenieros en “fin-tech” (finanzas y tecnología, traducido al lenguaje de las personas), hubiera perdido el sentido. Como Unai Sordo, que está en la clave de que la sociedad está en deuda con los trabajadores en un mundo en el que, paradójicamente, solo se sienten unidos por esta conciencia de clase los jubilados y los que están directamente amenazados por un expediente de regulación de empleo.

Porque los pilotos de dron (otra de las profesiones del futuro) ni se asemejan a aquel concepto de trabajador que sigue rondando por las cabezas de los mayores de cincuenta (¿sesenta?) años y que ha desaparecido por completo aquí donde la inteligencia artificial y la robótica han hecho de la mano de obra (cara o barata) el viejo recuerdo de “aquellos tiempos”.

Las reivindicaciones laborales ya no están. La subida del sueldo se la negocia cada uno con el CEO (chief executive officer o director ejecutivo si se prefiere) de su empresa al cierre del ejercicio y según sus “resultados”. El salario mínimo interprofesional lo sube el Gobierno (solo si es bolivariano, claro) sin apenas presión sindical, la jornada semanal de cuatro días es una pretensión puramente política (solo de algunos partidos a los que llamaremos comunistas y contrarios a la libertad a partir del 5 de mayo): no es un clamor de las clases trabajadoras. No existen.

Por si quiere adivinar hacia dónde se mueve el mundo de la banca, piense que Bizum, que es una aplicación que se lleva en el móvil y vale para hacer transferencias de dinero, mueve a más de quince millones de usuarios con siete empleados.

—¿Que dices que te has apuntado a clases de qué?

—A un curso de “data sciencist”.

—Hijo mío ¡lo que vales!

Y encofradores, camareros, empleados de notaría, banca o aseguradora, lampistas, funcionarios, maestros, “kelys”, camioneros, andamos como vaca mirando a un tren que transporta el “Internet de las cosas”, atónitos delante de una realidad que nadie sabe interpretar exactamente ni intuye adónde conduce. Lo otros, los falsos autónomos, los que soportan empleos basura amparados por una reforma laboral aún vigente, esos repartidores que tantísimo han enriquecido a los emporios del e-comerce, continúan sorteando el tráfico y la suerte soñando con un futuro que nadie les dará la oportunidad de procurarse.

El lema este Primero de Mayo: “Ahora toca cumplir. Un país en deuda con su clase trabajadora”.

Y no digo yo que esté mal pero ¿a quién coño se refieren?

El dibujo es de mi hermana Maripepa