domingo, marzo 25, 2018

Cárcel



Otro puñado de políticos independentistas catalanes han pasado estas dos últimas noches en la cárcel. Y apunta a que van para un rato. Una más ha salido de España para eludir a la Justicia.

Y no hay nadie hablando.

La crisis política más grave que se ha vivido en España desde la muerte del dictador se está resolviendo en los tribunales, a golpe de auto.

Rajoy gana.

Ya quedó establecido que se trata del único animalito del bosque que, sin necesidad de moverse, avanza. (Lo dijo Iñaki Gabilondo en uno de sus post multimedia en los que siempre la clava). Y ya “causa estado”; no se discute: sin necesidad de moverse, avanza.

El coste parece no importarle a nadie. En este caso el coste es España.

A Rajoy no le interesa el diálogo, no le interesa el pacto, no le interesa la solución política de este problema que es exclusivamente político. Rajoy quiere rendición. Ya le ha pasado más veces. Rendición. Con ello rinde culto a su parroquia. Nada que negociar. Ninguna concesión que hacer.
A Rajoy le interesa el enorme rédito electoral que le proporcionan estas decisiones judiciales que le llegan (¡oh grandeza de los calendarios!) cuando el Partido Popular vive sus horas más bajas atenazado por la corrupción, por Ciudadanos, por su inmensa minoría parlamentaria, por la incapacidad para la negociación de los presupuestos…

Su estrategia: resucitar el nacionalismo españolista que creíamos felizmente acorralado en un reducto ínfimo de señoras y señores muy de derechas. Y resucita a mayor gloria de Mariano Rajoy, envuelto en banderas constitucionales y blandiendo amenazante papeletas del PP para las próximas 100 contiendas.

El nacionalismo catalán, al que hemos visto crecer y multiplicarse ante nuestros propios ojos, se enfebrece y clama. Burla a la Justicia, sortea las leyes, juega al no gobierno  mientras los dueños del 155 manejan las instituciones antes autónomas de Cataluña. Una declaración institucional que no representa a la Institución, llama al movimiento por la salvaguarda de los derechos humanos.

Ya me sé lo de la separación de poderes, pero insisto (sé que me repito) en que el Estado es trino, pero uno. Y sus tres personas se hablan, se miran, se complementan, recorren como uno solo, el propio Estado, ese mismo camino al que, hasta aquí, conocíamos con el nombre de “bien común”.

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Cinco más.
Cinco políticos más en la cárcel y otra más huida no contribuyen en alcanzar solución alguna. Más bien sucede todo lo contrario.

Pero esto al Gran Mariano le importa un carajo. Él quiere derrota. Y va a ganar esta batalla.

Apostamos sobre el final de este episodio fatal: El gobierno de Ciudadanos amnistía a los condenados del Procés cuando, dentro de ocho o diez años, el asunto se crea olvidado. Un gobierno de gelatina mandando en Cataluña. Medio pueblo catalán odiando al resto del pueblo español. La mitad del resto del pueblo español odiando a esa misma mitad del pueblo catalán. Medio pueblo catalán odiando a la otra mitad de su propio pueblo que, a su vez, los odia a ellos. Y un grupo encastillado de nacionalistas recalcitrantes insistiendo en no reconocer otra república que la catalana para volver a empezar desde cero. En ocho o diez años. Política 0, Mariano 1, aunque le valga para muy poco esta victoria, porque será solo de una batalla y no de su guerra.

Pero esto será después. Hoy lo que importa es que cinco compatriotas más están en presidio, por haber creído en una idea y haberla defendido a costa de la legalidad vigente. No conduce a nada, pero delinquieron y la paz jurídica así lo exige. Rendición. Mariano 1, España 0.

Cinco nuevos políticos independentistas catalanes llevan dos noches durmiendo en la cárcel. La política no ha servido para nada. Hablan los autos.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

domingo, marzo 18, 2018

Sed



¿Cuál es la dosis exacta de odio que necesita usted para sentirse bien?

La media es alta. Los comportamientos aberrantes generan una extraña reacción en la sociedad.
Sobran los ejemplos. Y la cosa es como cíclica.

Recuerdo el episodio que protagonizó la periodista Nieves Herrero, allá por el año 1992, en torno a la desaparición de las tres niñas de Alcàsser y que fue el detonante de una repulsa generalizada sobre el abuso de los medios de comunicación en el tratamiento de estos dramas, mucho más en busca de aumentar su audiencia que de prestar un servicio público de mediana calidad.

Poco duró la moderación. Y de poco ha servido esa lección no aprendida.

A estas alturas ya no me sorprende (me jode, pero no me sorprende) que la lucha por las audiencias degrade estas noticias dramáticas (tan dramáticas) hasta hacerlas pasto de la caricatura que implica toda exageración. No me sorprende que se prescinda del respeto más elemental por los hechos en sí mismos y por las personas que están a su alrededor, convertidas en protagonistas involuntarias del espectáculo aterrador de su propia tragedia.

Algo más me asombra la lucha por sacar de ellas ventaja política. El bochorno que vivimos el jueves en el Congreso de los Diputados, después de invitar a la tribuna a madres y padres de chicas y chicos víctimas de la brutalidad con la intención de obtener un clima de movilización política a favor de unos y en contra de los otros, mueve a la indignación. Aunque ya no sorprenda. Los cambios de opinión a la carta de según qué fuerzas políticas... Eso sí sorprende, aunque ya no indigne porque los sepamos capaces de eso y de más por lograr su objetivo.

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La ración de hoy.
Sin embargo, no puedo evitar dar un paso más en el intento de comprender qué pasa. ¿Por qué las horas y horas de información morbosa y repetitiva despiertan ese interés casi unánime? ¿Por qué suben las audiencias? Las cadenas no demuestran el pudor más mínimo: saben lo que buscan, lo obtienen y lo tuitean apenas terminan los programas especiales: ¡¡22% de cuota de pantalla!! ¡¡26%!! ¡¡Récord!! Y lo proclaman a los cuatro vientos.

Es su logro. Es su negocio.

Pero usted y yo lo consumimos.
Mirando, odiando, profiriendo las barbaridades más groseras, deseando el mal, el peor de los males. Las redes sociales se incendian de odio, del odio más soez, los noticieros ayudan ofreciendo todo tipo de datos, de ellos, de sus familias, de su pasado… los políticos movilizan a propios y extraños en busca de su rédito electoral, llamando a esa especie de rabia colectiva que pretenden convertir en votos, y todo se vuelve odio que se consume con avidez por todos. Y por usted. Y por mí.

Cadena perpetua, pena de muerte o, simplemente, muerte. Lapidación pública, venganza.

No es por los niños que mueren a centenares en Alepo, víctimas de una guerra que no hemos hecho ni siquiera el esfuerzo de intentar comprender. Estos nos producen apenas una lástima lejana que se vuelve ira cuando el problema toma la forma de los refugiados que buscan una tierra en paz donde esconderse de las bombas. Esos son demasiados niños y están demasiado lejos para hacer el ejercicio odiar a quienes los masacran.

Necesitamos un odio más próximo, uno que seamos capaces de abarcar sin esfuerzo intelectual, un odio doméstico que nos sujete al sofá mientras nos mastican los datos precisos (y todos los demás también) para darle forma humana.

Unos necesitan las audiencias, los otros las voluntades, unos por dinero, los otros también. Pero usted y yo lo que necesitamos es rabia, un motivo para sentirnos unidos colectivamente frente a la desgracia individual, una excusa para desatar la furia acumulada y clamar en nombre de la humanidad por la justa muerte del criminal.

La ración de este mes está ya consumida.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

domingo, marzo 11, 2018

¡Tú sí que eres gualda!

Un millón de mujeres (y hombres, pero menos) se manifiestan por la Gran Vía de Madrid; seiscientas mil más (más o menos) por el Paseo de Gracia de Barcelona; y aún otro millón más por las avenidas principales de las ciudades de España. A esa misma hora en un par de despachos de la capital se prepara el proyecto “Conocimiento de la Seguridad y la Defensa en los Centros Educativos”. Según la información de la que a esta hora disponemos, los alumnos de primaria entonarán en las aulas el pasodoble “La banderita” como parte del aprendizaje de los símbolos patrios.

No es una broma.

La ministra de Igualdad y alguna cosa más no quiere, entre tanto, que se la encasille como feminista, porque no le gustan, dice, las etiquetas, como si ser ministra de un gobierno fuera una marca indeleble de la independencia, del libre pensamiento.

Un cura de cierto rango jerárquico brama contra el demonio (lo prometo, contra el demonio) y desvela cómo, con sus malas artes, le ha metido un gol en propia puerta a las mujeres (todas) encarnándose en quién sabe cuál de ellas para conducirlas al sacrificio numantino.
Y un exfiscal define a una feminista como una tía fea que lo que quiere es pillar cacho, porque ofreciéndose a los hombres, así, sin gritar ni nada, no se come un colín. Luego, dice, se va a misa a rezar por las mujeres que se quedan en casa comprendiendo su papel en el universo.

La ausencia de pensamiento es un pensamiento en sí mismo. Débil, pero un pensamiento.

Y el Estado, magistralmente gobernado por personas que sí tienen un posicionamiento ideológico claro -son fascistas-, ha decidido rellenar las mentes yermas de los que practican el no-pensamiento con los suyos propios.

Y, ¡coño! Lo están consiguiendo.


20180311_012457.jpgUna ministra de Igualdad que no pelea por la igualdad no necesita de más etiqueta: es imbécil. Un cura que brama contra el demonio y pretende haber comprendido su fatal estrategia contra el género femenino, tampoco lo es menos. Una recua que clamó al cielo cuando los peligrosísimos rojos del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quisieron incorporar al currículo de la Educación Primaria la asignatura “Educación para la ciudadanía” y que ahora prepara sigilosamente la de “Valores sociales y cívicos” que versa sobre el conocimiento de la seguridad y la defensa… no tiene definición posible. De lo del fiscal prefiero no opinar.

Pero el no-pensamiento se impone. Y gana terreno. ¿Qué ve usted de malo -me preguntarán- en inculcar los valores de la patria en las tiernas mentes de nuestros infantes? Y yo no sabré contestar:

¡Banderita, tú eres roja! ¡Banderita, tú eres gualda!

Educar contra el miedo a pensar diferente; educar contra el miedo a pensar; enseñar a razonar, a leer con ojos críticos lo que cae en nuestras manos, a no confundir con textos de Forges lo que Forges, a todas luces, no pudo haber escrito nunca. Aprender a hacer criterio sobre las cosas del mundo, más allá del no-criterio que ya nos dan pensado cuando nos adoctrinan de forma inmisericorde desde las instancias del pensamiento oficial.
Hace tanta falta…

“Allá por la tierra mora, allá por tierra africana, un soldadito español de esta manera cantaba”:

¡Tú sí que eres gualda!

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

domingo, marzo 04, 2018

8M



Los medios tradicionales están dando enorme importancia a la huelga (o el paro) que se se ha convocado para el 8 de marzo, día de la mujer, en defensa de la igualdad.

Es curioso que, con la que está cayendo, solo jubilados y mujeres estén poniendo el grito en el cielo en estos tiempos de zozobra en la que todas, todos, estamos sufriendo los desmanes de un sistema que ha dejado de responder a lo político y a lo social y solo se pone en marcha cuando se trata de abordar problemas económicos. Y solo se pone en marcha cuando se trata de favorecer a los poderes económicos, por decirlo de una manera más cordial.

El apoyo social de las reivindicaciones de estos dos colectivos está siendo, sin embargo, desigual. Solo se escuchan loas al movimiento de los mayores, supongo que porque todos pensamos que algún día vamos a llegar a serlo (algunos estamos a punto), pero como no todos vamos a llegar a ser mujeres, no sucede igual con la ola en la que se ha subido el movimiento feminista.

Inicialmente solo se escucha denostarlo al PP y a Ciudadanos (los dos han perdido el pudor y así, sin pudor, dicen lo que piensan y allá te las compongas). Pero rascando un poco se ve claramente que no todos vamos a llegar a ser mujeres. Hay más: ni siguiera todas las mujeres se sienten en la necesidad de reivindicarse como tales respecto del papel que los hombres les estamos dejando jugar.

Excusas del tipo “qué vamos a ganar con un paro dos horas” o “yo soy la primera que reconozco que soy un poquito machista” están al cabo de todas las conversaciones, ello seguramente porque los atavismos culturales de esta sociedad nuestra en general y de este país nuestro en concreto, nos llevan a no reconocernos como iguales aún en nuestros días.

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Los últimos meses han supuesto un estallido de reivindicaciones feministas que van desde el mítico “me too” (señoras del mundo del cine hasta los ovarios de que los machitos del negocio se la tengan que meter para llegar a algún lado), hasta la pelea por denunciar la brecha salarial que es una circunstancia simplemente insoportable. Pasa por la desigualdad en el tiempo de trabajo o el acceso al empleo, por la infinitamente mayor dedicación a las tareas domésticas o al cuidado de los hijos o de los mayores, el dificilísimo ascenso a los puestos de responsabilidad…   De la violencia machista mejor ni hablamos.

Pues bien, me sé una excusa o varias para cada una de estas realidades sociales exasperantes. Y las he oído esgrimir insistentemente a muchísimos hombres y a no pocas mujeres en estos últimos días.

A las reivindicaciones del colectivo de jubilados solo se oponen los ricos y los imbéciles; solucionarlo con planes de pensiones privados a base de ahorrar dos euros al mes, es una idea tan peregrina que defenderla queda para sujetos de la catadura moral y nivel intelectual de Celia Villalobos. A las reivindicaciones de las mujeres, sin embargo, además de los ricos y los imbéciles, calladamente, nos estamos oponiendo todos. Todos (casi todos) y muchas (muchas más de las que se dejan oír). El status quo actual no nos parece desmesurado. Ni mucho menos.

Ahora ya no es el tiempo de tomar conciencia. Este ya pasó. Ahora hay que salir a la calle y firmar, una por una, cada una de las denuncias y exigencias del Manifiesto 8M que, desesperadamente, grita ¡MUJERES LIBRES, EN TERRITORIOS LIBRES!

Y creo que no hay más excusas.

Por cierto, dice un cura que la Virgen haría la huelga. Alabado sea Dios.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.