domingo, junio 20, 2021

Más cojones, menos leyes

 (Hubiera debido escribir más gónadas, porque estaría dejando fuera a la población femenina, el tamaño de cuyos ovarios despierta, por lo que se ve, idéntico furor entre la población, pero he preferido ‘cojones’ por el uso común que de la expresión hacemos.)


Esto es lo que impera.


El Estado de Derecho es un coñazo: somete al hombre a la norma. Eso no puede ser. Bolsonaro lo sabe, Ayuso lo sabe: va contra el sagrado principio de la libertad del hombre y la de algunas mujeres.


Bolsonaro lo sabe y sus votantes lo tienen clarísimo. También los de Ayuso.


La nueva Rocío de España, la show-woman de la cámara madrileña, lo sabe mejor que nadie (o tan bien como muchos) porque ha estado delinquiendo en este país suyo hasta que le ha llegado por correspondencia el título de arquitecta, firmando proyectos técnicos para los que no estaba facultada. Como es lógico ella le reprocha eso mismo (lo de delinquir sin reparos) al señor Serigne Mbayé. Y así debe ser, porque el señor Serigne Mbayé es negro de toda negritud y ejercía de mantero, mientras ella es blanca, está casada con un Espinosa de los Monteros (de los Espinosa de los Montero de toda la vida) y estafaba con proyectos de un millón de euros, no con zapatillas a 5 pavos y gafas de imitación a 7.


En todo lo demás, se parecen bastante, aunque la sonrisa de Monasterio sea difícilmente comparable con nada. Los dos son españoles de avenida, ambos han trapicheado, uno y otro comparten la dignidad de haber sido elegidos democráticamente representantes del pueblo de Madrid. La única diferencia que encuentro (amén de las que a la vista están: el negro habla mucho peor el castellano) es que mientras una estafaba sin paliativos con la inestimable colaboración de su esposo, el otro no engañaba a nadie por más que se afanara a poner con pegamín un cocodrilo en las camisetas de a 15.

Con un par


Menos leyes, más ovarios, esto es lo que hace falta en el mundo. Las leyes para los negros que venden Rolex en el top-manta, no para las arquitectas de mentirijillas que falsifican proyectos de obra y convierten en viviendas no habitables lo que, en realidad, son naves sin licencia para habitar.


Porque, dígame ¿qué ley va a hacer que Felipe VI firme algo tan abominable como el indulto a un catalán? A ver, ¿de quién es la mano? ¿Del rey? Pues ahí lo tienes: a ver quién es el guapo que le hace estampar su firma en el pútrido documento que deja en libertad a quienes vituperaron a la patria y harto dolor causaron a la españolía de bien.


Y si firma (por mejor decir, cuando firme, porque un vistazo rápido a la Constitución no deja resquicio a la duda) será porque le pesan más las leyes que los cojones y eso no dice nada bueno de un rey que se precie.


Menos leyecitas de estas que hacen que todo sea incómodo. Menos gobernantes sometidos al imperio de la Ley, que las leyes están hechas para lo que están hechas, y Bolsonaro y Díaz Ayuso, así como sus respectivas feligresías (de muy amplio espectro, ya se ve), lo saben de sobra.


Menos leyes y, por qué no decirlo, menos negros. Que no es que tengamos nada contra ellos, que Rocío de España ya ha explicado que no se trata del color, sino del ínfimo respeto que muestran por la Ley, esa que ellos sí están obligados a observar con decoro y sumisión.


Y esto es, ni más ni menos, lo que se está llevando para esta temporada. Gobernantes con la catadura moral adecuada para situarse por encima de las instituciones y aplicar todas sus feromonas, no ya en conseguir determinados comportamientos de sus conciudadanos (que parece que sería su función) sino en que estos aplaudan los suyos, más cuanto más sean producto de sus gónadas.


Dejemos de hablar de política energética o de derechos sociales. Vamos a hablar de cojones, así, en genérico, que es lo que la peña entiende bien.


¿Qué dice? ¿Que una España verde y feminista? … Sí, ¡y mis cojones también!

Los dibujos son de mi hermana Maripepa

No hay comentarios: