domingo, marzo 21, 2021

Esa libertad de la que usted me habla

Aclarado el panorama, ya sabemos que la iniciativa de Iglesias de liderar aquello que hay a la izquierda del PSOE en la Comunidad de Madrid (y quién sabe), no ha tenido éxito.

Ya sabemos que lo de Murcia se apañaba con tres o cuatro sillones de a 76.000 en el Consejo de Gobierno.

Ya sabemos que a Ciudadanos le quedan tres cuartos de hora más lo que dure en Andalucía.

Y sabemos que Yolanda Díaz se perfila como la primera mujer importante de este país nuestro en política (en el bien entendido de que Arrimadas solo ha recibido una herencia envenenada y que Rosa Díez no importó nunca).

Buscando a Sánchez

Sabemos que ‘socialismo o libertad’ (aquella frase de Trump que Ayuso adoptó como suya) se les quedaba corto. Es verdad: ‘comunismo o libertad’ es mucho más concluyente, porque todo el mundo sabe que Sánchez está entregado a los brazos de Belcebú, y todo el mundo sabe que el demonio es comunista. Comunista perdido.

Y todo de lunes a jueves, que el viernes no pasó nada.

Se ve que la palabra libertad es muy engañosa.

Uno la entona y como que se le ensanchan los pulmones. Se te llena la boca de aire de la sierra, ese aire puro que nuestros padres buscaban para nosotros con ocasión y sin ella. ¿Hay algo más hermoso?

¡Comunismo o libertad! ¡Precioso!

Veo ‘cayetanos’ y ‘cayetanas’ sin mascarilla llamándola por las calles de Madrid y me sonrojo. Quieren libertad. Les hace falta.

Es muy difícil convencer a un imbécil de que su libertad de comerse todos los pollos atenta gravemente contra el derecho universal al pollo. Que su libertad para caminar sin mascarilla afecta a la mía de no ser contagiado. Y, si cuando uno tiene todo el dinero, se puede comprar todos los pollos, la justicia sufre tanto que la libertad palidece.

Son los dos grandes principios que se miran de reojo: los que lo tienen todo quieren ser libres para gastárselo, los que tenemos muy poco queremos que un punto de justicia nos deje disfrutar a nosotros también. Dicho de otro modo, a un niño somalí la libertad le importa un huevo. Quiere comer.

De este modo, tu libertad para comprarte tres diputados (los de Ciudadanos por lo visto están a buen precio ahora) y regalarle a Vox la cartera de Educación, pin parental incluido, choca contra la voluntad expresada libremente en la urnas por las personas que, seguramente, reclamarán justicia para que su libertad siga dibujada en el arco parlamentario de la Región de Murcia según la expresaron.

Y la libertad que Isabel Díaz Ayuso otorga graciosa a los madrileños de salir a contagiar a diestro y siniestro por el mundo entero, o a los de los bares de seguir poniendo cañas caiga quien caiga, choca contra la que tenemos los que cada fin de semana nos veríamos invadidos de madrileños contagiantes, si no fuera porque los comunistas que nos gobiernan han confinado perimetralmente los territorios en los que vivimos.

Comunismo o ¿libertad?

Diferenciar, pues, libertad de gilipollez es una de las asignaturas que deberían impartirse en primero de primaria, lo que en Murcia no va a suceder con Vox manejando las riendas de la educación, ni en Madrid, con nadie manejando rienda alguna.

Esta nueva manera del populismo fascista de diferenciar la izquierda y la derecha, en realidad, solo busca seducir para engrosar sus filas a aquellas almas de izquierda que creyeron que lo malo del franquismo fue que no había libertad. Y no la había (tal y como pretenden los que hoy claman por ella) sino para quienes tenían los recursos necesarios para comprarla (comprar sus abortos en Londres, sus divorcios –nulidades matrimoniales que queda más fino– en el Tribunal de la Rota…). Pero lo malo no era eso, lo terrible del franquismo fue que no hubo justicia (tal y como pretenden los que hoy claman por la libertad).

Ideología. Eso de lo que tantos presumen de prescindir. Eso que parece que se ha vuelto innecesario cuando la pugna se resuelve con cuatro sillones comprados con dinero público. Eso que los que dicen no ser de izquierdas ni de derechas, sino solo personas, tienen arraigado hasta la médula espinal, sin siquiera sospecharlo cuando meten en la urna el voto para Vox. Comunismo. Eso que empuja a Pedro Sánchez a llevar a las Cortes la ley de eutanasia o el Salario Mínimo Vital, en plena alianza con el Maligno. Libertad. Eso que vale para justificar que uno puede hacer lo que le salga de los cojones ignorando que por ahí hay alguien más.

Así que, señor de derechas, esa libertad de la que usted me habla, con todo el respeto, permita que yo me la pase por el forro de los huevos.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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