domingo, marzo 14, 2021

Vergüenza


—Y, entonces, ¿por eso le hemos puesto su nombre a una pizza?

—Pero ¡qué pizza!

—Sí, jolín, a la Ayuso, que le hemos puesto el nombre de una pizza… Madonna Ayuso. ¡Santa Madonna!

—Que no, que lo que ha hecho la Ayuso es convocar elecciones a la Comunidad de Madrid.

—¿No habían sido en Murcia?

—No, no, en Murcia habían presentado una moción de censura.

—¿Ya no?

—No. Bueno sí, una moción hay, pero el PP se ha comprado tres diputados de Ciudadanos para que la pierdan.

—¿Se compran?

—Se ve que sí

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Intentando comprender; intentando explicarlo.

—Y ¿son caros?

—No creas.

—¡Ah! ¡Como en Madrid!

—Aquellos fueron más caros.

—¿Qué han costado estos?

—Una consejería cada uno.

—¡Ah! Pues no, no ha sido tanto.

—No. Que sepamos.

—Y en Madrid ¿qué dices que pasa?

—Elecciones. O no.

—Mira, Mari, no te entiendo.

—A ver, que Ayuso ha convocado elecciones anticipadas para que no le pasara lo que a Murcia.

—No quería comprar diputados otra vez.

—Se ve. Quería adelantarse a que los de Ciudadanos y los del PSOE  le pusieran otra moción de censura y evitar que Sánchez ‘asaltara’ la Comunidad de Madrid, como hizo con España, que Sánchez es muy de asaltar los sitios. Lo que pasa es que ya se la habían puesto los del PSOE y los de Más Madrid, y ahora andan en los tribunales viendo a ver quién fue primero. Por eso te digo que habrá elecciones…  o no.

—Y, si hay elecciones ¿puede ganar el ‘coletas’?

—Ahora lleva moño.

—¿Y va a ganar?

—Pues no.

—¡Lástima! Me gusta a mí ese hombre. Con moño y todo.

—¡Pero que no se presenta! Que ese es el vicepresidente del Gobierno de Sánchez.

—¡Ah! Pues entonces que gane Sánchez.

—Que no… Que son elecciones a la comunidad autónoma y ahí se presenta Gabilondo.

—¿El de la SER?

—Su hermano.

—¡Qué familiar todo! ¡Qué bonito!

—Y ha dicho que está contento, porque las elecciones son la fiesta de la democracia.

—¡Qué gilipollas!

—Ya te digo.

—No ganará.

—No. Ganará Ayuso y esta vez sin comprar diputados ni nada. Como en Madrid hay cuarenta partidos de izquierda, están todos desaparecidos y no les sale de los huevos ponerse de acuerdo, pues no les da la vida.

—¿Y tendrá que gobernar con Vox?

—Sí, sí.

—Y ¿no les da como corte?

—No creas.

—Y a los que se compran diputados ¿tampoco les da corte?

—Tampoco.

—Eso va a ser la pandemia. La pandemia pone las cabecitas muy mal. Lo he leído: se llama ‘fatiga pandémica’ que quiere decir que las personas están hasta los cojones de no poder ir a los sitios.

—Pero ¿eso que tiene que ver con que Ayuso haya convocado elecciones?

—Eso digo yo, que qué tiene que ver.

—¡Pues no digas tonterías!

—¡¡Anda!! ¡Si ahora soy yo la que dice tonterías…!

—No, mujer, no digo eso. El que dice tonterías es Gabilondo… 

—Antigüillo, ¿verdad?

—Sí, sí. Antigüillo, sí. O la Ayuso.

—¿Y esa qué dice?

—¡Socialismo o libertad!

—(Jijiji) ¡Se la ha copiado a Trump! ¿Verdad?

—Sí. Debe ser su referencia intelectual más sólida, después de la perrita Pecas.

—Podía haber gritado ¡vamos a vacunar a la gente de una puta vez!, que en Galicia están vacunando ya a los de 50 y aquí no hemos empezado aún con los de 80.

—Tampoco es mal grito. Ni sería un mal plan.

—Oye… ¿Estamos en la mierda?

—No te quepa duda.

—¡Sastremasgrandediosmio!

…En las elecciones a la comunidad de Madrid de 2003, el PP compró a dos diputados del PSOE para evitar la investidura de Rafael Simancas (PSOE) como presidente de la Comunidad. Y la evitó. Por entonces se dijo que la cosa había costado unos siete millones de euros (cinco para Eduardo Tamayo y dos para María Teresa Sáez, que como era mujer, cobró un poquitín menos por lo del techo de cristal). Por mucho menos dinero, que sepamos (unos 76.000 al año es lo que cobra un consejero en Murcia), el PP ha vuelto a garantizar el gobierno de una comunidad autónoma comprándose tres diputados, esta vez de Ciudadanos, por el procedimiento de darles un cargo a cambio de salirse de la disciplina de su partido y no votar a favor de la moción que han firmado.

A esta costumbre del PP de comprase personas para garantizar gobiernos se le llama comúnmente ‘transfugismo político’ y es una cosa que está muy fea. Bien es verdad que tiene más nombres, pero suenan fatal. Y también lo es que se entiende regular que la ciudadanía soporte prácticas de este nivel de asquerosidad con tanta mansedumbre.

Isabel Díaz Ayuso, por su parte, acojonada con el affaire murciano, ha cesado a todos los consejeros de Ciudadanos y, al grito trumpista de ‘¡socialismo o libertad!’, ha convocado elecciones justo después, parece, de que Más Madrid y el PSOE, registraran en el Parlamento madrileño una moción de censura cada uno. Ahora los tribunales dirán qué pasó primero, si la disolución de la Cámara o la presentación de las mociones de censura, porque ni estas se pueden presentar con las Cortes disueltas, ni las Cortes se pueden disolver con una moción de censura en trámite.

Este es el pollo: PSOE enviando negociadores por ahí para agrandar su poder en el territorio, Ciudadanos en abierta descomposición rompiéndolo todo y a sí mismo y PP buscando su hueco para evitar que Vox se haga con la hegemonía de la derecha española.

Estos chicos del PP llevan toda la vida viajando al centro (no sé ya si ese ‘centro’ no será el de la tierra). Alfonso Guerra se preguntaba que de dónde vendrían, pero ahora parecen los cómicos de Fernando Fernán Gómez en su Viaje a ninguna parte, pero ya sin dignidad.

El caso es que andan todos jugando a la suya en el momento más complicado que ha atravesado España desde el golpe de estado de Tejero o desde la gran crisis de 2007. Y ¿cuál será la de cada uno? Lo de las personas parece que no.

Entre tanto, observamos absortos al campeón de lanzar de güitos de aceituna, Teodoro García Egea, definir como de ‘mantenerse firmes’ la actitud de los tres diputados que, después de firmar la moción, anuncian su voto en contra a cambio de una silla de 76.000 (sillón, por tanto) en el Consejo de Gobierno. No tiene más significación que la de apreciar como cada uno justifica las barbaridades que hace acudiendo a palabras inmensas como esta de la ‘firmeza’ de espíritu, referido a quienes no son sino lacayos de fuerzas que, estoy seguro, ni comprenden.

Esto es un puto lío. Y de todo él se me ocurren solo dos conclusiones, a saber.

La primera es que no se compra a las personas (ni estas debieran venderse) y menos cuando lo que venden es la representación de quienes les han confiado su voto.

La segunda es que el panorama no está para gilipolleces.

Y me cabe aún una tercera: si la política tiene que dejar de dar vergüenza y esto es imperioso para que la sociedad avance y las cosas funcionen, los políticos tienen que dejar de dar vergüenza primero.

Me jode enormemente referirme a la clase política en términos despectivos. Ya hay quien lo hace constantemente y nunca me ha parecido que aportara ningún bien. Pero esta semana...

El dibujo es de mi hermana Maripepa

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