domingo, septiembre 11, 2016

Chico, ¡qué barbaridad!


No nos quedan referencias de aquellas de las que nos enorgullecíamos cuando éramos más jóvenes. El discurso político, el intelectual, no están. No están los líderes del pensamiento. No nos quedan.  

Este debe ser el milagro español.  

Del americano se dice que es que cualquiera puede llegar a presidente. El español no es ese: aquí cualquiera puede llegar a presidente –cualquiera, esto está constatado y hasta quedarse un rato sin que nadie lo juzgue milagroso. 

El milagro español debe ser nuestra capacidad para asistir impasibles a todas las cosas que pasan y dejar que sigan pasando fumando un cigarrillo light delante de un gin tonic, con la expresión ¡qué barbaridad! colgada del labio de abajo. 

Señor a la espera de que
acaben las noticias
Nos hablan del burkini como si de prohibirlo o no dependiera la pervivencia de la civilización en occidente y arqueamos las cejas con admiración antes de haber averiguado si se trata de un bañador muy tapado o de un helado de sabor exótico. Canonizan a una monja que decía que el sufrimiento de los pobres le va muy bien al mundo (frase más fácilmente atribuible a un emperador romano que a una monjita tan flaca) y decimos “¡qué barbaridad! exhalando una larga calada de humo. Le ofrecen un carguito de 200.000 a un exministro que dejó el empleo por prácticas de ingeniería financiera poco explicables y le damos un trago al combinado que hemos conseguido que nos sirvieran sin pepino. Nos dicen que el 25 de diciembre va a haber elecciones (las que hacen tres) y ni tosemos. Nos cuentan que dos millones de personas que huyen con sus hijos de las bombas se hacinan en no sé qué fronteras, que cincuenta millones de niños no tienen casa, y nos acordamos de aquel obispo piadoso que afirmaba que no son trigo limpio, que vienen con mucha mezcla, dando otra calada al cigarrillo y esperando que se acaben las noticias y empiece de una vez súper sálvame naranja. 

No podemos mirar a ningún ladoLas reacciones de nuestros políticos a las acciones de sus adversarios lo son en clave de fin del mundo, con la expresión máxima de denostación y enérgica protesta.  Pero luego el mundo no se acaba y, al final, con igual virulencia reacciona el adversario antes denostado a las acciones de su oponente o a sus afirmaciones acerca de cualquier sandez, porque de lo otro, de lo que importa, de eso en concreto, nadie está hablando. 

Algo se desvanece delante de la inmediatez que preside los acontecimientos. Parece que no queda sitio para la reflexión. El análisis de más profundidad que otras veces encontrábamos en los editoriales de algunos diarios, sirve ahora para sostener las tesis más convenientes a intereses que nada tienen que ver con nosotros. Y encima se nota. Tan zafios se han vueltoNuestras referencias, nuestros periódicos, nuestros líderes, o ya están muertos o han abandonado el pensamiento con pinta de ser para siempre. Y la vida sigue. Átona. 

– Oiga, que no, que el exministro ha renunciado al carguito.  
– Chico, ¡qué barbaridad! 

(Y el dibujo es de mi hermana Maripepa) 


4 comentarios:

Charo Bernal dijo...

Es cierto que asistimos a este circo, impasibles, y como muy bien resumes nos limitamos a emitir una frase de disgusto, sorpresa, indignación... Y seguimos navegando en esta turbulencia de incertidumbre e incomprensión. Yo no doy una calada; yo suspiro, así, al menos, una parte de mi hastío se escapa. Y como cantaba Nino Bravo en Noelia ..."y no sé de dónde viene...
y no sé a donde va"

Inma dijo...

Efectivamente, el milagro español es la capacidad y el aguante que tenemos pa que nos den por ahí to el rato. Los políticos nos tratan como tontos ( stodo los del PP), La prensa no es fiable, nos manipulan, Los jueces sentencian según su ideología, pero no pasa nada, todo está bien. Qué mas tiene que pasar para que reaccionemos?. Una pena!
Muy bueno tu artículo.

Unknown dijo...

No se si os dais cuenta pero esta forma de aguantar es muy manchega. La frase que siempre me ha llamado la atención en esta nuestra región es.. ' pues tendrá que ser así'. Cuando ahora esto se estiende a gran parte de España me causa más impresión, será que los manchegos estamos invadiendo socialmente el resto del país? Entonces si que me preocupa, nunca he tenido la intención de invadir y eso si que no, conmigo que no cuenten.

Gómez dijo...

Nonononono... Más invasores no. Conmigo que no cuenten tampoco. Aunque la verdad es que no sé si los de La Rioja aguantan de forma similar la atonía del medio. La atonía es el tono y no mola nada.