Este Mariano es que se pone
a no hacer nada y es un no parar.
El pelo patrio se ha
convertido en algo bien fácil de tomar y este sujeto se ha propuesto tomárnoslo
a todos sin despeinar el propio y fumándose un puro de los más gordos.
El pretendido respeto por
las instituciones del que todos hacen gala sacando pecho hasta la hilaridad, se
queda en nada cuando Mariano decide entonar el pies quietos y esperar a que los
demás le hagan su trabajo sin rubor alguno.
Así fue cuando, tras las
elecciones del 20 D, Mariano decidió por primera vez en la ya no tan joven
democracia española declinar la invitación del Rey a someterse a la
investidura, forzando a Pedro Sánchez (que seguro que lo hizo encantado) a una
suerte de malabarismos que, finalmente, dieron en nada pero que, como el mismo
Sánchez ha repetido hasta la saciedad, pusieron en marcha el reloj de la
democracia. Aquello se debió a un razonamiento infantiloide y miedoso:
“Majestad, ¡es que no me ajuntan!”, debió decirle al Rey. Y, ni corto ni
perezoso, dejó que otros hicieran lo que le correspondía a él como líder del
partido más votado.
Pero la historia se repite
y, como suele suceder en estos casos, corregida y aumentada.
Ahora, tras las elecciones
de junio (¡dios mío, escribo esto avistando septiembre!), Mariano ha dicho:
“Señor (como se dirige uno a Su Majestad) sí, pero no tanto”. Y, ¡oh sorpresa!,
sí pero no tanto quiere decir: Sí, si es que esta vez me ajuntan. Y si no me
ajuntan detengo este negociado hasta que juzgue que el asunto está maduro.
¿Qué significa para Mariano
que el asunto esté maduro? Pues que el resto de las formaciones políticas de
este país comprendan que él, ÉL, es necesario y caigan en la cuenta de que es
ÉL o la nada. Mariano pretende que todos, sin excepción alguna, depongan
ideales y programas y se plieguen a sus quereres. Especialmente el PSOE: “¡Córcholis,
si hasta Felipe González me avala!”, debe pensar Mariano. Ello sin nada a
cambio, sin negociar, sin ceder. Por ese sentido de Estado del que únicamente
ÉL pretende estar en posesión.
Y es que Mariano encabeza
las filas del partido más votado, ha revalidado esta posición con más votos y
más escaños pero, puesto a no hacer nada, es un no parar y deja transcurrir el
tiempo haciendo nada, sin duda para que el resto de los mortales nos demos
cuenta de nuestro error y nos apresuremos nuevamente a hacerle su trabajo.
Entre tanto, crecen las
desigualdades, continúan vigentes la reforma laboral, la ley mordaza, la LONCE
o la vergonzante reforma del Código Penal. El Ministerio del Interior sigue
regentado por un falto; José Ignacio Wert, en Paris, mantiene su nidito de amor
al frente de la representación del Gobierno ante la OCDE, el Gabinete en
funciones se pudre de corrupción y la presidenta del Congreso, ¡oh fatalidad!,
contagiada de este frenesí de la inacción que le inspira su jefe espiritual y
político, se salta tranquilamente su obligación constitucional, elude el deber
institucional que contrajo al aceptar la tercera magistratura del Estado y no
ve el momento de comentarle a Mariano que ya va siendo hora de convocar el
Pleno de Investidura. Personajes de mentirijillas. ¿Qué les importa defraudar
una vez más lo que vienen defraudando desde que el mundo es mundo, si los
intereses de quienes tienen encomendado protegerlos están a salvo y bien a
salvo?
Así, en esta ausencia de
Estado tan amable para quienes nada necesitan del Estado y tan amarga para
quienes todo lo esperamos de él, Mariano ha tenido una idea: convocará las
hipotéticas terceras elecciones para el día de Navidad. Como el día 25 de
diciembre de todos modos se tiene que levantar para ir a misa, sus asesores le
han dicho: ”Presidente, si pones el Pleno de Investidura para el 30 de agosto,
hay tiempo para que el PNV te canjee cromos si es el caso. Y, sobre todo, si el
PSOE no te ajunta, le cargas el mochuelo de que se convoquen elecciones en tan
señalado día para la Cristiandad. ¿Quién podría sospechar que ha sido cosa
tuya?”.
Tan contento se
debió poner Mariano con semejante genialidad que ni siquiera dio tiempo a la
presidenta del Congreso para hacer lo que a todas luces le tocaba, que es
anunciar que para el día 30 de agosto (fecha clave para que los plazos
de la normativa electoral hagan caer en el 25 D la jornada electoral) convocaría el
Pleno de investidura. Fue el propio Mariano quien ordenó llamar a los medios y,
sin otro sacrificio que el de dejar consumir su puro en el cenicero de la
salita contigua, dio cuenta a los españoles de la última gran sandez.
Las instituciones le
importan un carajo. Ha comprendido que las reglas del juego están hechas para
interpretarlas. Y como nada prevén la Constitución ni el Reglamento de la
Cámara en cuanto a plazos, está dispuesto a jugar con ellos hasta descojonarse
de risa. Esa risa suya blanda y un poco salivar que le sale cuándo alguien le
regala una ocurrencia brillante como ésta.
La desvergüenza no hace
mella. La tomadura de pelo a la que nos somete tampoco la hace. La burla que
supone intuir que espera a las elecciones vascas para ver si por ventura el PNV
necesita sus votos y le cambia la Lehendakartiza por la Presidencia del
Gobierno nos parece bien. El atrevimiento de dejarnos entrever que convocará
elecciones para el 25 de diciembre si el PSOE mantiene la disparatada idea de
que no debe propiciar un gobierno del PP (¡disparatado!), creo que nos hace
hasta gracia.
Estoy pensando que nada me
apetece más que ir a no votar a este Mariano el día 25 de diciembre. Porque
este Mariano, puesto a no hacer nada, es un no parar, pero cuándo lo hace... lo
hace.
(El dibujo es de mi hermana Maripepa)
(El dibujo es de mi hermana Maripepa)
4 comentarios:
Jaja, como siempre sublime con ese humor que te caracteriza.
Jaja, como siempre sublime con ese humor que te caracteriza.
Un no parar de no hacer nada de unos cuantos. Uno porque él lo vale; otro, porque no le toca; el siguiente porque nosotros podemos (ahora, porque hace nada por lo visto no se podía). Y el resto de los morrales a no parar, pero de votar. Pues creo que de la próxima pasaré, me espero a la siguiente!
Me encanta el dibujo.
Alguien dijo alguna vez que "gana quien resiste" y el P e F quiere ganar por inacción y hastío del resto. Nunca hacer tampoco (siendo generoso) dio tantos resultados.
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