domingo, febrero 12, 2017

Goyescos.


Llevaba un florón enorme que realzaba su figura.

Ana Belén llevaba un florón enorme en el pecho (de Delpozo) que realzaba su figura y un Goya de honor entre las manos que le embargaba la voz. De las orejas de Penélope Cruz, sobre su creación de Versace, colgaban unos pendientes tan caros que la joyería propietaria le había puesto un guardaespaldas para protegérselos. Dani Rovira (Dios mío ¡Dani Rovira!¡Presentador por tercera vez consecutiva de la gala! ¡Imaginen!), también con pendientes pero no tan caros, llevaba unos zapatos de tacón rojos preciosos, que el mismo Almodóvar le firmó con una dedicatoria en la suela, pero luego se los quitó. Las joyas de Paz Vega, sin embargo, eran de Bvlgari. En los hombres cundió el esmoquin. De Dior Homme el de Raúl Arlévalo, el de Paco León, con atrevida chaqueta bicolor, era de un tal Descuared2 (lo que nos conduce a deducir que hay un Descuared1, que no se comió un colín). Geraldine Chaplin lució un exquisito Chanel.
Se miraban, se besaban, se fotografiaban… Se congratulaban los unos con los premios de los otros. Se venían felices.
Como Rajoy es idiota, se había encargado de decir hacía un par de días que no va al cine, que no ve cine, que lee novelas, así que a Méndez de Vigo, ataviado igualmente de esmoquin para la ocasión (este más gastado, como que lo hubiera usado más),  le tocó pasar las de Caín, como siempre sufren los ministros de Cultura en estas lides, porque actrices y actores son gente de mucho reivindicar. Los pobres.
Y la rueda giraba y giraba: los fotógrafos confundidos con los guardaespaldas, las actrices confundidas con el papel pintado de las paredes del lujoso hotel de Barcelona, los actores oliendo a cosas inimaginables, seguro, aunque de esto no hay datos fiables.
Este año tocaba la reivindicación de género: el cine –también el cine– resulta ser cosa de hombres en nuestro país y en el universo mundo. Y del IVA… Era la noche de la reivindicación porque, como a la vista estaba, los actores, las actrices, son gentes muy maltratadas por las instituciones, por la sociedad, por la piratería informática.
Todas las galas de entrega de los Goya son reivindicativas. El cine es cultura. La cultura se está viendo acosada por fenómenos terribles, como Internet, que la democratiza y la reparte gratis por doquier. Y los artistas se ven gravemente amenazados porque el público (nosotros, la plebe) no vamos a las salas a apoquinar diez pavos para ver sus creaciones. Y las vemos por la patilla, en nuestras propias butacas, en nuestra propia tele. Y eso no hay en el mundo alfombra roja que lo soporte. Con tanta agresión, igual el año que viene tienen que hacer el paseíllo vestidos simplemente de domingo, en lugar de en modo red carpet, emulando el Hollywood stars universe.
Esto… Qué antiguo todo ¿no?
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

No hay comentarios: