domingo, agosto 19, 2018

Benidorm, Alicante (España)



Una señora de avanzada edad, británica e indignada, clamó al cielo y a su agencia de viajes porque le enchufaron un 'paquete-vacaciones' en Benidorm (Alicante, España) con destino en un hotel que estaba lleno de españoles.

El caso es que a la señora británica de avanzada edad no eran los españoles en concreto lo que le molestaba. Lo que le molestó fue lo ruidosos que éramos. Tan ruidosos y maleducados que un día, según contó, hasta la arrollaron a la hora del desayuno y a punto estuvieron de dar con sus huesos por el hueco de la escalera.

IMG-20180818-WA0005Concluye la anciana señora británica su alegato haciendo notar a la agencia de viajes (sin duda con la intención de que se trasladase esta propuesta a algún consulado u organismo oficial con competencias en la materia) que los españoles deberían veranear en otros lugares y no, añado yo, en aquellos que ella elige para sus bien merecidas vacaciones estivales en España.

Siendo yo de La Elipa (Madrid, España) no puedo hacerme mejor cargo de la indignación de la señora británica de avanzada edad, pues sé de muy buena tinta hasta qué punto podemos ponernos violentos los chicos de barrio bajo a la hora del bufett libre: conozco incluso grupos de jubilados del centro del país de una voracidad inusitada cuando aquello que se ofrece es de comer, va incluido en el precio y no tiene límite de consumición.

Como, además, tengo parientes próximos de excelente condición económica y social (la mía no fue de las ramas más afortunadas del árbol genealógico familiar), conozco aunque sea de lejos la finura de los gustos y modales de estas otras personas, estas de más posibles, de exquisita educación y residencia en barrios de más abolengo (el de Salamanca mismo, por poner un ejemplo manido). Ciertamente da gusto con ellos: no atropellan, dejan siempre pasar primero a las personas de edad y comen muy poco y con mucho reposo, señal esta inequívoca de lo bien cuidadas que tienen tanto las formas como la alimentación.

Así que cabría concluir que españoles finos, haberlos haylos. Lo que pasa es que no se hospedan en el hotel que eligió esta señora británica de avanzada edad para su descanso veraniego. No estaban en Benidorm. Ellos son más de Puerto Banús (Málaga, España), de la parte de Cadaqués (Gerona, España), o de viajar al extranjero en busca de sensaciones (¿heliesquí?) más acomodadas a su gusto y condición.

En aquel hotel de Benidorm (Alicante, España) debíamos estar todos los de la Elipa y, a lo mejor, algunos de Liverpool (Merseyside, Noroeste de Inglaterra, Reino Unido), que los he visto ataviados de correajes al modo militar, rojos como gambas y ebrios como si no hubiera un mañana, cometiendo tropelías que hasta a los de la Elipa hacían enrojecer. Por decirlo resumidamente, debían estar en aquel hotel quienes pagan poco por alojamiento y desayuno y guardan para el alcohol lo poco que les queda del presupuesto de vacaciones.

¡Oh fatalidad! A esta señora británica de avanzada edad, lo que le jode, en realidad, son las personas de poco acomodo, como yo mismo, mi familia, mis amigos. Y, sin embargo, somos tan fáciles de evitar… Solo hay que subirle un par de estrellas al hotel donde decida alojarse. Acaso, bucear un poco mejor en el mapa en busca de ubicaciones de más altura social: se me ocurren muchísimas incluso sin salir de Benidorm.

Eso sí, le va a salir un poco más caro.

Y, si lo consigue, no olvide dar recuerdos a mis parientes ricos.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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