domingo, agosto 04, 2019

1 de agosto

Lleva usted una semana preparando maletas. Su mujer se desentendió de ese asunto desde que la pequeña decidió no acompañarles más nunca a Santa Pola. No encuentra el parasol.
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Las maletas para un mes son tan complicadas como las maletas que se harían para dar la vuelta al mundo. Total, Santa Pola está aquí al lado, pero cada viaje a la playa requiere de los preparativos de una expedición lunar.
Ya sé que lo sabe: habrá tráfico denso, un imbécil le adelantará por la derecha en la autopista poniendo a prueba sus reflejos… Bueno, al menos ahora hay autopista, no como entonces. La SER le recordará cada dieciséis minutos que debió contratar ese sistema de alarma que evita robos, intrusos y, en suma, todo orden de disgustos inmobiliarios producidos por terceros de malas intenciones.
El apartamento no está en primera línea de playa, ni siquiera en quinta. Aquel compañero de la oficina que, además, vendía seguros, le engañó. Usted lo sabía, sabía que no debía comprar sin verlo, pero le engañó.
Con lo de la cisterna no. De eso no tuvo la culpa el jodido vendedor de seguros. De eso se ha ocupado el tiempo. Pero la puta cisterna no funciona y cada verano la taza del váter tiene ese color anaranjado parduzco que indica que el agua estuvo goteando también estos últimos once meses. El fontanero (el mismo fontanero-estafador de los últimos treinta y dos años) volverá a cobrarle una suma desorbitada por un arreglo que podría haber hecho usted mismo si hubiera sabido cómo enfrentarse a una cisterna resentida.
¿Funcionará la nevera? El año pasado ya dio señales de fatiga. Obsolescencia programada, está seguro de que se trata de eso; los fabricantes se las saben todas. La instalación eléctrica… ya sabe que hay que revisarla, pero tampoco será este año. Los gastos de la Universidad de los chicos le obligarán a ser extremadamente cauto este verano.
Sabe que le esperan en el armario empotrado esas chanclas malditas que le harán rozaduras entre los dedos con la arena de la playa. Sabe que la sombrilla estará enrobinada porque el piso en invierno es muy húmedo. Y a lo mejor la tumbona en la que su mujer pasa las horas muertas panza arriba ya no está en uso para esta campaña. Eso es barato, se podrá permitir otra tumbona.
Las maletas esperan. El atasco está presto a formarse en el mismo momento en que su Renault Laguna aborde los primeros cincuenta kilómetros. Sí, el Renault Laguna también empezará a quejarse no tardando mucho.
Para cuando usted llegue a su destino será imposible encontrar aparcamiento a la sombra y el sol abrasará el volante de los coches que llegaron antes que usted. ¡Ah! El parasol… ¿Qué hizo con el parasol que le regalaron en el banco? Sabe que le costará encontrarlo y le costará un disgusto reconocer que ha perdido otro parasol.
En el apartamento de la playa no tiene el paquete fútbol de Movistar+. Y la silla plegable donde pasa las horas muertas delante del televisor de tubo es terriblemente incómoda. Pero para un mes tampoco le mereció la pena gastar mucho en equipar el puto zulo que le colocó ese ser infecto al que aún llamó durante años ‘compañero’.
Su mujer le está mirando inquisidora apoyada en el quicio de la puerta de la cocina. Se ha dado cuenta de que ha vuelto a perder el parasol y sabe que se quemará el culo cada vez que se siente en el viejo Laguna cuando la hora de comer indique que, por fin, se pueden largar del arenal abrasador atestado de ingleses con ampollas al que por eufemismo llamamos playa.
Pero es la hora. Cerrará la puerta con dos vueltas de llave y cerrojo. Apoyará la cabeza sobre el zaguán: ya echa de menos su sillón de orejas, su aire acondicionado y su canal de fútbol. A su espalda, un profundo suspiro y el sonido de otra cerradura le indican que su vecino del C también está en modo ‘inicio vacaciones’. Sus miradas se cruzan. Sobran las palabras.
Realmente es 1 de agosto.
(A la hora de escribir estas líneas otra chica de 18 ha sido violada en Bilbao por seis hombres de entre 18 y 36 años. Horas después una señora era apuñalada en la peluquería en la que trabajaba, supuestamente, por un admirador despechado. Si le siguen contando que la violencia machista no existe… sospeche.)
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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