domingo, agosto 11, 2019

10 de agosto

Siempre se levanta pronto en vacaciones. Será el único momento de silencio durante el resto del día.
Los niños le hicieron pasar un viaje terrible peleándose por la consola y preguntando que cuánto faltaba, la abuela no ayudaba a poner paz, pero ya está olvidado y a esta hora todo está en calma. Ni siquiera hace demasiado calor en el piso sin ventilación cruzada que le vendió aquel compañero sin antes verlo. Al brincar el alba siempre refresca. Café. La Melita que compraron para el apartamento hace un café de mierda; también en esto debieron pensar que, para un mes, ya les valía. Respira un minuto mientras mira desconfiado hacia la puerta: ahí le espera el equipo con el que tendrá que colonizar el espacio de playa que le sea posible. Sabe que no será tarea fácil, que se enfrentará a enemigos poderosos y más madrugadores, sabe que el tiempo es oro en esta cruzada contra todos.
Sillas plegables, 4; paravientos, 1; sombrillas, dos; neveras de campaña, 2; alfombrillas, 5; hamacas, 2; crema solar protección 30, 1; crema solar protección 50, 1; crema solar pantalla total, 1; leche solar after sun, 2; pareos, 2; cubos provistos de pala y rastrillo con moldes de motivos submarinos, 2; camisetas de repuesto, 2;  toallas de baño, 4; bañadores de repuesto, 2; pinzas de la ropa para unir los pareos con el paravientos conformando un parapeto inexpugnable, una bolsita de 10 unidades; envases herméticos para restos de comida, 2; juegos completos de plato, vaso, cubiertos de plástico, 5; cenicero de playa, 1; libros, 1; cuadernos de crucigramas, 1; cuadernos de sudokus, 1. Imposible bajarlo todo en un único viaje al coche. Algunas cosas deberían quedarse en el maletero en vez de subirlas y bajarlas cada día. La leche solar afeter sun no, esa hace falta por la tarde para volver a embadurnar a los niños antes de aventurarse por los puestos del paseo marítimo. Y tampoco abulta tanto.
Sin embargo es la hora. Para cuando se levante la familia ya debe haber salido hacia la playa a montar el campamento. Llegarán después que usted con un sándwich que estuvo caliente y que le servirá para pasar la mañana hasta el mediodía que se abra la veda de las cervezas de la nevera II. Rectifica: cerveza. Solo habrá una cerveza para usted en la nevera II. La nevera I la llenarán con envases de contenido imposible que ofrecerán el avituallamiento de almuerzo comida y merienda para todo el contingente. En la nevera II habrá agua, mucha agua. Agua embotellada en distintos formatos para las distintas paradas. Refrescos para la abuela y para los niños y dos cervezas, pero a usted solamente le corresponde una.
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Lo del chiringuito era un mito. Lo del chiringuito exactamente no, más bien lo de que uno se podría pasar la mañana allí cociéndose a birras mientras la familia disfrutaba en la orilla de los castillos de arena adornados de caracolas y estrellas de mar construidos con los moldes de plástico que venían con el cubito la pala y el rastrillo. Eso es para otros, porque los puede ver empinando el codo mientras aplica la protección de pantalla total sobre la espalda blanca del pequeño.
La abuela está desconcertada. Es la primera vez que les acompaña. Las abuelas no son como eran: se descojona del botiquín de cremas, del color chillón de los bañadores de los niños, de la barricada construida a cuarenta metros de la orilla para evitar que el viento llene de arena los emparedados, del aburrimiento infinito de la mañana, del mediodía, de la tarde. Se descojona de usted, de su propia hija que le eligió a usted como compañero eterno de vacaciones, de la tumbona de mierda que le han asignado para dejar pasar las horas dentro de ese mar de personas humanas que flanquea el de verdad.
Los niños aún no lo saben, pero también se descojonarán cuando el uso de razón los lleve de la orilla a cinco calles más adentro, donde los bares de copas se despiertan al atardecer y no se acuestan hasta que el sol penetra por las rendijas de las dobles ventanas. En realidad eso también lo sabe. Ha resuelto cruzar ese puente cuando lleguen a ese río. Mejor que mejor. Bastante tiene hoy por hoy con lo que tiene.
Diez de agosto. Solo son 20 días… más.
(En la semana en la que publico esta entrada, otra mujer ha sido violada en grupo por cinco chicos de 18 y 19 años. Ha sido en Benidorm. Seguramente alguien le dirá que ella se lo había buscado, pero no se engañe: una violación no se la busca nadie. Ninguna chica de 22 se busca que la violen entre cinco.)
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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