lunes, noviembre 21, 2016

Una señora se ha muerto,

Una mujer muy mayor se ha muerto envuelta en las llamas que provocaron en su casa las velas con las que se alumbraba.
La eléctrica de turno se pregunta cómo nadie le dijo que aquel recibo impagado era de una señora que se podía morir.
Los servicios sociales dicen que cómo iban a saber ellos si la señora no había ido por allí, ni pedido cita ni nada en el modelo oficial correspondiente.
fullsizerender
Señora muy mayor con la luz cortada por impago.
El municipio dice que la eléctrica debió saber y que se la va a cargar porque, con toda probabilidad, le van a poner un parte y a abrir un expediente por falta muy grave. Mucho.
La comunidad autónoma dice que el párrafo segundo de la disposición transitoria quinta de una norma con rango material de ley que está en trámite de aprobación y cuya entrada en vigor depende de un desarrollo reglamentario que, a la sazón, corresponde a una instancia aun desconocida, dice algo que hubiera podido resolver en parte esta situación que encubre una problemática que, siendo general, no puede sino resultar concreta. O sea que la comunidad autónoma dice otra gilipollez.
El Estado o no sabe o no contesta o está viendo a ver qué hace con Fernández Díaz que el pobre está pasando unos días muy malos, que eso sí que es un problema con su ángel de la guarda de libre por asuntos propios.
La nieta de la mujer —no olvidemos que todo empezaba porque ha ardido una señora muy mayor. Tampoco conviene olvidar que la presencia de una nieta desvela la existencia no lejana de un hijo o una hija— se limitaba a comprarle las velas. Tampoco se manifiesta.
La AECSSA, Asociación de españoles en contra de que las señoras salgan ardiendo, ha puesto una queja formal y está exigiendo responsabilidades a diestro y siniestro, porque si a algo no hay derecho es a que las personas se prendan fuego por un quítame allá esos recibos impagados.
El Papa la tiene a buen seguro en sus oraciones, porque el Papa reza por toda la humanidad, chamuscada o no (se cumplan o no las reglas sobre la custodia de las cenizas: eso es grandeza) y, para el general sosiego, pronto pedirá a los gobiernos del planeta que tengan cuidado con las ancianas que no pueden pagar la luz, que la divina providencia no siempre está al quite.
El “botón rojo” —ese gran avance tecnológico que conecta a las personas mayores con las urgencias y que por un precio más que módico le deja a uno con la tranquilidad de que su madre está atendida aunque no vaya a verla con la frecuencia aconsejable— a lo mejor no lo pudo apretar la mujer, porque va conectado a la línea telefónica e igual también la tenía cortada.
Y ninguno de los actores de esta puta bufonada ha dicho todavía que es que la pobreza mata.
Y fíjese usted: La pobreza mata. Y ¿sabe qué? En su barrio la pobreza también mata.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

No hay comentarios: