domingo, marzo 19, 2017

Sorpresón.

Ha anunciado que lo anunciará.
Susana Díaz, para sorpresa de militantes, simpatizantes, pedristas, rubalcabistas y podemitas, medios de comunicación vistos, hablados y escritos, topógrafos y geógrafos, maquinistas de tren, ingenieros de caminos, taxistas, funcionarios, empleados de banca y parados, se ha despachado con el anuncio de que anunciará que se presenta como candidata a la Secretaría General del PSOE.
Principio y fin del socialismo del siglo XXI, ajena a la crisis que sufre en Europa  la socialdemocracia como concepto (bromas las justas: de 38 a 9 escaños en Holanda y vamos a ver lo de Francia) y ganadora de los comicios andaluces de 2015, Susana Díaz  ha sucumbido al clamor popular, al llanto de las bases, al crujir de dientes de la militancia, y ha accedido a “anunciar que anunciará” su candidatura a gran cosedora del Partido Socialista. Será otro día, pero lo va a anunciar.
¡Sorpresón! Nadie se lo esperaba.
Susana Díaz apoyó a Pedro Sánchez en la confrontación por la Secretaría General de julio de 2014 contra Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias, para dejarlo caer a la semana siguiente y formar así el mayor cisma que ha padecido el socialismo español desde que Largo Caballero aceptara formar parte del Consejo de Estado de la dictadura de Primo en el primer cuarto del siglo pasado. No se puede prestar el poder, ha aprendido Susana, porque luego se quieren quedar con él.
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Cosiendo el partido
Después de escuchar detenidamente su discurso hemos sabido que todo su pensamiento cabe en un tuit. Mala noticia. Que le daba igual estar “en la cabeza o en la cola”, pero que ha preferido la cabeza, que el partido hay que coserlo y que está muy orgullosa de ser del PSOE descosido y todo. Y después de su reciente campaña en redes sociales sabemos una cosa más: que “Es tiempo de sentimientos, es tiempo de Susana”, así, sin apellidos, sencillamente Susana, que aparece en la ilustración abrazando con ternura pero con firmeza a una persona humana, entre colores rosáceos que se difuminan como en un anuncio de suavizante.
Esto sabemos. No se le conoce postulado político más allá del hambre por ganar y este último de los sentimientos. No se le ha escuchado propuesta que invite a mantener encendida la tele un minuto más. No se sabe cuál es su proyecto, ni para el partido, ni para el país.
Con todo, una buena parte de los próceres del Partido Socialista dan por bueno que es la solución a las penas por las que pasa la izquierda española. ¿Por qué? Por fe.
¿Por fe?
Sí. Por eso.
Entre tanto, Sánchez continúa su guerra en modo líbero flirteando con Podemos e IU, proclamando ahora que “sí es sí” (para quién lo entienda, que no es mi caso). Alguien le ha debido convencer de que los mensajes hay que darlos en positivo. López sigue dando cobijo a los que apostaron por Sánchez y que quieren volver a casa en son de paz, aunque sea como perdedores, sin soportar el bochorno de tener que votar por la candidata de la gestora, después del pollo que se montó con la escisión. Y así se dirimirá la elección de secretario general del partido más importante de España.
¿Así?
Así.
¿Y el discurso político?
No nos queda.
¿Y el futuro?
Tampoco.
Mala noticia.
Mala.
Convertido el PSOE en un partido de corte agrarista, lo que nunca fue, asentado en la España más rural y fracasado con estrépito en los entornos urbanos y entre la juventud, nos enfrentamos a una larga agonía de la izquierda que vendrá a coincidir con una igual de larga vida de la derecha (¡tan derecha!) que gobierna nuestro rumbo. Mala noticia. Muy mala.
Mucho habré de equivocarme y ya lo celebraré con alharacas, pero esto parece el final de un proyecto que no debería estar sino empezando. Mala noticia. De verdad, muy mala.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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