domingo, abril 23, 2017

En canal.

Yo lo recuerdo llorando de sus ojos, con la voz embargada por la emoción cuando agradecía a su mentora el inmenso honor de depositar en él su confianza.
Madrid es hereditario, como el trono de España. Y ella se lo había legado a él.
Ahora entiendo sus lágrimas. Valían 60 millones, de entrada. Y eso es una cosa de mucho emocionar.
Prevaricación, organización criminal, malversación, cohecho, blanqueo de capitales, fraude, falsedad documental y corrupción en los negocios. Una cosilla de nada.
El fiscal anticorrupción no quería, pobre, pero le han hecho un truco los fiscales malos, lo han echado a votos y se lo ha tenido que tragar. Como es anticorrupción no quiere ni oír hablar de los corruptos, por lo que se ve. Qué grandeza. El fiscal general del Estado estaba en otros temas. Ni caer. El ministro de Justicia es una desgracia. En sí mismo. Ha dicho que para qué vamos a especular con naderías. Al cabo no es más que el jefe de los fiscales.
Hermanos, cuñados, testaferros, consejeros delegados, periodistas tertulianos, un puñado de empresas de renombre alguno de sus capitostes con amigos en Zarzuela, tramas internacionales… Ignacio González no hizo nada. No le dio tiempo. Solo robó. Mucho. A manos llenas.
Aguirre se cargó la enseñanza pública, al menos. Y enriqueció a algún amigo en su cruzada por la privatización de la sanidad madrileña. González no hizo ni eso. Solo robar, para él. Mucho. Y con un modelo que aparece nuevo en la escena de la corrupción política del Partido Popular; Ignacio González se lo llevaba directamente de la institución. En canal. No eran mordidas pagadas por un contratista agradecido, no solo. Era que sacaba directamente la pasta y se la guardaba. Sin asomo de vergüenza, sin pudor, sin disimulo.
¿Eso qué vale, cinco? Pues di que son veinticinco y pásame a mí los veinte que nos sobran. Bueno, no, quédate con un poco, si acaso. ¿Fácil? ¡Facilísimo! Y así hasta sesenta millones, que sepamos hasta hoy. Es una asociación de malhechores, no es un gobierno. Es una organización criminal comandada por un presidente que se lleva el dinero a sus cuentas bancarias en paraísos fiscales. Suceden a otra organización criminal que también lo hacía. Pero no pasa nada. Púnica, Gürtel, Ático, Lezo... Basura humana. Pobre Esperanza: veinte años de rodeada de mierda y ni darse cuenta, oye. ¿Ni cuenta? ¡Ni cuenta! Esta va a ser más tonta de lo que le gusta aparentar. O mucho más lista.
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Con los brazos en cruz, en el rincón del despacho.
Pero a estos de ahora igual nos los hemos cargado desde casa. Son los que se atrevieron a enfrentarse a Rajoy en Valencia en 2008. Y Rajoy, sin moverse, avanza.  Hasta la victoria, como buen gallego, pero a este lado del océano.
Prevaricación, organización criminal, malversación, cohecho, blanqueo de capitales, fraude, falsedad documental y corrupción en los negocios. Y no va a pasar nada. Ya no son del partido, el PP está limpio ¿no lo ven? Del PP no hay ni uno en la cárcel. No, no. Financian ilegalmente el partido y sus campañas electorales, se enriquecen hasta no poder gastarse todo lo que han robado, luego se les expulsa con deshonor y aquí paz y después gloria. El PP queda limpio tras unas declaraciones exculpatorias que repiten la fórmula “teníamos un corrupto (otro, deberían decir) y hemos actuado con diligencia; ¡vota al Partido Popular!”.
Se cruzan en los juzgados: Yo vengo por lo de la Gürtel. Uy, qué antigua, hija; yo he venido por lo del Canal. Este sí que mola. Prisión incondicional. No eludible con fianza. Otro presidente. Mariano viene estos días. De testigo. No sabrá nada. ¿Qué va a saber? Hará de rubia este también. Está limpio. Vamos… limpio, un quítame allá esos sobrecillos de nada con dinero “B”, todo lo más.
Mucha vergüenza. Aguirre desolada a la salida del Juzgado. Estos días estamos yendo  mucho por los juzgados. Llora. Me meo.
¿Tú estás en el tramabús? ¡Hombre claro! ¿Pensabas que soy un don nadie? ¡Chico, qué suerte! A mí se me han saltado. Pierde cuidado, ya fletarán otro. De sesenta plazas. ¿Cabremos? Pues dos. Y que sigan jugando a hacer de enfants terribles. Nos hace mucho bien. ¿Votos verdad que no nos quita? ¡Pero ni uno! Pues que sigan.
El dibujo del político castigado es de mi hermana Maripepa.

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