domingo, junio 11, 2017

¡Ha sido el negro!


No creo incurrir en un delito contra los sentimientos religiosos si digo que José María Aznar es imbécil.

Me pongo así la venda antes de la herida, porque las cosas están muy serias en esta España de hoy y no se sabe a quién venera cada quién: uno trata de preservarse en libertad a cualquier precio.

Echarle la culpa al negro, sin embargo, ha sido excesivo incluso para mí, amante de Max Estrella y de don Ramón María. Hasta el esperpento tiene un límite.

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Señalando al culpable.
Y lo ha dicho: “Sin los errores de Obama, Trump nunca hubiera sido presidente de EEUU”.

Finísimo estratega, conocido mundialmente por haber visto armas de destrucción masiva donde no las había, y por ser el único en no reconocer su error y disculparse después de la masacre inútil, José María Aznar preside hoy el Instituto Atlántico de Gobierno, creado por él mismo, a mayor gloria de sí mismo, y que pasa por ser (así se autodefine) “factor de transformación, que plantea nuevas exigencias”. Casi nada… ¡Casi nada! ¿Cómo permanecer en FAES, esa organización pequeña y sin miras transoceánicas, con su potencial?

¡Echarle la culpa al negro! ¡Por el amor de Dios! ¿No le dijeron a este muchacho en casa que con los negritos no se mete uno?

Hablamos del hombre de estado. El jarrón chino (jijijijiji). El gobernante que se fue a los Estados Unidos a por la medalla de oro del Congreso y se volvió sin ella, aunque hablando un tejano de lo más académico, porque no fue nadie a verle pronunciar su discurso. Un discurso de tal altura, que ha pasado a los anales de la historia antes de que nadie lo escuchara (entiéndase aquí anal como el sustantivo que es y no como el adjetivo -relativo o perteneciente al culo- en el que está pensando). Hablamos del intelectual que compaginaba las clases magistrales en la Universidad de Georgetown con brillantes reflexiones públicas sobre quién era el Estado para decirle a él lo que tenía que beber y lo que no antes de conducir. El azote de la corrupción durante cuyo mandato el vocablo “sobre” adquirió significados -y valores- inalcanzables y al que ahora la Hacienda Pública reclama unos impuestillos que se olvidó de pagar.El dueño de una ley del suelo que causó la burbuja inmobiliaria más importante de la historia de España. Él. El analista con ínfulas de influencer que conjuga en sus declaraciones los atentados de Manchester con la duodécima del Madrid en puro ejercicio de dialéctica socrática.

Ahora es “factor de cambio”. Analista. Gurú. Europa debe estar tranquila: Él vigila. Nos guarda, escruta el panorama internacional y lo disecciona con certero bisturí. Denuncia al indolente, corrige al errado, señala en la correcta dirección el destino de los pueblos. El Instituto Atlántico de Gobierno desafía a los líderes mundiales con sus propuestas audaces: China, Rusia, EEUU. Todos, en suma, le escuchan temerosos de sus dardos incisivos.

Y no crea que es tan fácil: pruebe usted a decir “ha sido el negro” con los ojos entornados a la par que perdidos en lontananza, sin mover el labio superior y apenas el de abajo. Verá como la cosa tiene su mérito.

La profundidad de su mirada, los recios abdominales, el labio leporino, la labia leprosaria, el tono quedo, todo en él mueve a risa.

Una lanza esta vez a favor del Partido Popular: han intentado hacer que se calle. Vano afán; no se calla. Ni debajo del agua. No se calla. Es un verdadero insulto a la inteligencia de los españoles. Y de los de más sitios.

José María Aznar es el azote atlántico. Es el fiel de la conciencia de occidente. Así que todos con él: ¿Cuál es la causa de que los estadounidenses se decidieran por poner a Donald Trump a regir sus destinos? Los errores de Barak Obama. Ha sido el negro. José María Aznar dixit.
La foto de los muñecos de plastilina es de mi hermana Maripepa. Los muñecos también.

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