domingo, junio 18, 2017

¡Y es que los pobres arden tan bien!



Mire a su alrededor. Todavía no tiene claro si la tele de 50’’ que se compró a plazos en El Corte Inglés es demasiado grande para el salón. La vitrina no, la vitrina es perfecta. En la habitación más cercana al sillón donde se descalza cuando vuelve del trabajo duermen los pequeños. A la niña la pusieron en el otro cuarto y acaban de instalarle una habitación de jovencita, porque ya va para quince.

Ahora imagínese que todo está en llamas. Sí, también los niños.

IMG_4005
¿Acojona?

Hacinar a una muchedumbre de personas que no tienen nada en una torre de veinticuatro pisos y forrarla de poliuretano no es una buena idea.

Ciertamente no sé a quién se le ocurrió, ni si las normas técnicas que regulan la construcción por aquel imperio lo permiten o no, ni cuánto dinero se ahorraron, pero no es una buena idea.

Theresa May no ha tenido valor para enfrentarse a las víctimas hasta el sábado. La Reina sí fue enseguida, a esta le importa un huevo. La premier ha puesto cinco millones de libras para echar una mano a los damnificados. Había escrito que “para lavar su conciencia” pero lo he borrado, no creo que su conciencia se haya estremecido lo más mínimo, lo sustituyo por “para lavar su imagen”. Va a impulsar una investigación. Muy seria.

El primer cadáver identificado, el de un refugiado sirio que vino a morir al primer mundo porque en el suyo se moría fatal. ¡Qué puto despropósito! Las crónicas cuentan que los musulmanes fueron los primeros en ponerse a las tareas de rescate, porque andaban de cena de Ramadán y les pilló despiertos en la madrugada. La Sexta decía que pudo haber sido la nevera de un taxista etíope. Computados cincuenta y ocho muertos a la hora de cerrar este texto. Desaparecidos hasta cien. Quizás nunca se lleguen a identificar todas las víctimas, dice la policía.

La cosa es que el edificio quedó esquelético en treinta minutos y lo vimos en directo, que las personas tiraban a sus hijos por las ventanas gritando para que alguien los cogiera al caer… antes de caer. ¿Usted se lo imagina? Pero es que todo está en llamas ¿no cambiaría una muerte segura por otra casi segura? Todo es en treinta minutos.

¡Qué imbéciles! Nos habíamos creído que lo primero eran las personas. ¡Pero qué imbéciles!

Las prioridades presupuestarias no pasan por la dignidad de las personas. Muchísimo menos si tienen apellidos raros o facciones poco comunes en esta latitud. Entonces muchísimo menos.

Y si hay que forrar un edificio de veinticuatro plantas de poliuretano, lo forramos. En realidad lo que arde no es el poliuretano. Lo que arde son los pobres.
El dibujo de la torre Grenfell calcinada es de mi hermana Maripepa.

No hay comentarios: