domingo, diciembre 03, 2017

Fake news



El Diccionario de Oxford elige cada año una palabra nueva como “ganadora” de la temporada. Así nos recuerda que las lenguas son una cosa viva que se va acoplando a las necesidades de los pueblos que las hablan. No está mal. También el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua incorpora cada día nuevas voces a su acervo, solo que aquí no hacemos concursos y no sabemos cuál ha ganado en un período determinado.

El año pasado ganó “postverdad”  (post-truth) que, más o menos, quiere decir mentira.

Este año ha ganado fake news, que no ha hecho falta traducir al castellano y que, más o menos, quiere decir mentira. Noticia falsa.

Fake news. Acojonante.

20171202_232520.jpgLos grandes comercializadores de publicidad (quiero decir los grandes, los que facturan más de diez millones de dólares americanos cada mes) han descubierto que la mentira es infinitamente más lucrativa que la verdad, porque el género humano, como es imbécil, la consume con voracidad a través de las redes sociales. No así la verdad, que se convierte en cotidiana y pierde interés por abultada que sea. Así, decir que el partido político que gobierna en el Estado se enfrenta a una posible condena por ocultación de pruebas al haber destruido a martillazos los ordenadores del tal Bárcenas, no conmueve conciencia alguna, ni genera ingresos publicitarios y, sin embargo, decir que la NASA ha descubierto ADN alienígena en la marihuana incendia las redes y mueve a millones de anunciantes a colocar su both publicitario bajo el anuncio.

Como padecemos un sistema educativo basado en las estructuras sociales del siglo XIV, nadie nos prepara para la postverdad, y como la crisis de confianza hacia los medios de comunicación tradicionales es tan grave y tan profunda, nadie nos salva de las fake news. Y las retuiteamos, las colgamos en nuestro muro o las difundimos en nuestros grupos de WhatsApp apresurándonos para ser los primeros en dar la noticia… falsa. Así parecemos los chicos más listos de la red. Y así enriquecemos o le hacemos el juego a los que se aprovechan de nuestra estulticia para hacer fortuna o ganar elecciones.

El asunto es tan grave, tanto —piénsese que no solo se utiliza para ganar dinero en grandes cantidades, sino también para influir en los resultados de referéndums y procesos electorales y, como consecuencia de ello, ganar dinero en grandes cantidades—, que la propia Cospedal, nuestra lúcida ministra de Defensa, ha propuesto en el Congreso crear una comisión en el seno de la propia Cámara para combatirlas, acecharlas, borrarlas. (Debe estar aún cabreada por aquella broma tan pesada que le gastaron por la radio: hacer el ridículo siempre molesta, a pesar de que ella esté ya acostumbrada.)
No ha sido el ministro de Educación, ni el de Agenda Digital (pegado a Energía y Turismo). Ha sido ella, la de Defensa, la que ha propuesto, al mando de hombres fuertemente armados, crear esta nueva suerte censura digital en persecución de la maldad cibernética. Y, claro, se han incendiado las redes. ¿Será esto otra fake news o será verdad que, en lugar de propiciar el espíritu crítico de la ciudadanía y su capacidad de discernir, Cospedal quiere atacar el problema desde la censura? Curioso que, desde un departamento u otro, sea precisamente una ministra del Gobierno del PP, cuya manipulación informativa desde los medios públicos está clamando al cielo, la que se escandalice y proponga tan peregrinas medidas contra la manipulación informativa.

También curioso que las noticias que dan verdadero miedo (la de que al fondo de pensiones solo le queda dinero para una paga más, con la que nos regalaba ayer El País en primera, es un buen ejemplo), no asusten a nadie, ni se hagan virales, ni nadie proponga medidas para sustanciarlas.
Lea con atención, consulte las fuentes, contraste las noticias. No se lo crea todo. Las factorías de fake news están muy bien organizadas, muy bien financiadas y hacen muy bien su trabajo, pero usted no es imbécil (¿verdad?) y tiene que saber distinguir unas de otras.

En cualquier caso, si no tiene tiempo, despreocúpese: La marihuana no contiene ADN alienígena. Lo del PP y los martillazos… es otra historia.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

No hay comentarios: