domingo, mayo 20, 2018

Narcos



O hemos vuelto a los ochenta o  nunca salimos de los ochenta.

Una pandilla de encapuchados libera a mamporros a un narco de un hospital en el que se mantenía detenido bajo custodia policial. Luego un grupo de personas sin encapuchar apaliza en un bar a un grupo de guardias civiles fuera de servicio. Luego uno haciendo exhibición de su planeadora pasa por encima de un niño y lo mata.

Entre medias, el silencio. El tráfico de drogas y el miedo.

Tres sucesos espeluznantes (uno más que los otros dos) nos traen de bruces a una realidad que, no solo no es nueva, sino que es viejísima, pero que está callada por los medios de comunicación, por las autoridades, por la sociedad. Solo en el escueto ámbito donde acontece las madres y los padres la sufren cada día respecto de sus hijos, y los jóvenes y las jóvenes (más ellos que ellas: también el narcotráfico es un negocio de hombres pero aquí no pediremos igualdad), creen aprovecharse de ella hasta que se ven abocados a rendir cuentas.

20180519_234936.jpgDe momento cobran: hasta 300 por "dar agua", hasta 2.000 por descargar los fardos, hasta 4.000 por conducir el todoterreno con la mercancía. Rápido y fácil. Arriesgan, pero en la conservera, si tienen suerte de conseguir el empleo, no llega 600 al mes por trabajar sesenta horas semanales. Eso sí que es arriesgado. Es difícil discernir lo conveniente.

Antena 3 y la Farinha de Nacho Carretero nos han contado estos días las cosas que pasaban en la Galicia de los años 80. En esta Cádiz de la segunda década del siglo XXI no parece que sucedan cosas tan distintas, pero no nos las cuentan por alguna razón que trataremos de entender cuando Antena 3 lance otra serie de televisión. Porque Zoido, este que es ministro pero que no es espabilado (el pobre), nos trata de convencer de que la cosa no es para morirse y que, de hecho, la lancha que mató al crío no estaba dedicada al tráfico de estupefacientes (omite que sí al contrabando de otras cosas) y se calla la circunstancia de que los tipos a los que fostiaron en un bar eran guardias civiles. Lo que pasa es que si uno es guardia y lo forran a palos, al final la peña lo acaba sabiendo.

¿Recuerdan? La economía española creció un 4,5% cuando se incorporó al cálculo del PIB por recomendación de la Unión Europea el rendimiento de las actividades de prostitución, producción y tráfico de estupefacientes y contrabando. Fue en 2014. No sé si Román Escolano (el desconocido sujeto que sustituyó a De Guindos al frente del Ministerio de Economía) se peleará con su compañero de Interior para proteger el crecimiento patrio.

Todos los demás callan también. Y los que no callan tienen miedo. Los narcos no. Estos no callan y no tienen miedo. Estos lo que tienen –a todas luces– es razón. Porque en la escalera y en el barrio los protegen, las autoridades están puestas de perfil, los medios de comunicación solo se hacen eco de los éxitos policiales en forma capturas (en franco crecimiento) y ellos, como aquél mítico Miñanco (que ya fue detenido en el Campo de Gibraltar) chulean de coches carísimos, lanchas aún más rápidas y restaurantes todavía más exclusivos. Porque no son culpables. Son los señores del narco. Son respetados (temidos) y envidiados por muchos más que esos que no callan.

Y esos que no callan no tienen voz, porque nadie los oye.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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