domingo, mayo 27, 2018

Vergüenza patria

Si usted logró sobreponerse a la vergüenza de escuchar a Marta Sánchez interpretando, como estreñida, la letra que había compuesto para llenar de contenidos ‘lácrimo-cristianos’ el himno nacional y tuvo la suerte de tener a los niños acostados aquel 17 de febrero de infausto recuerdo, el ‘tiempo goma’ en el que nos encontramos le habrá castigado con revivir idénticas emociones esta misma semana, de la mano de Albert Rivera y su nueva plataforma patria.
¿Nueva? ¡Señor, Señor!
Quienes habían puesto sus esperanzas en que este cachorrito de falangista aspirante a la Presidencia del Gobierno de España, representaría la moderación política, confiados en su juventud, su aspecto virginal y su discurso inocuo, tienen ya la verdadera medida intelectual del sujeto. No era ese.
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Rivera ya no ve altos ni bajos, rubios ni morenos, pobres ni ricos, hombres ni mujeres. Rivera solo ve españoles. ¡Qué atropello! En su búsqueda del modelo Macron, se ha corrido de ligero y se ha marchado al estereotipo Trump (‘Spain first!’)…
En esa ceguera intelectual que le impide distinguir a personas tan distintas, supongo que no habrá alcanzado a vislumbrar al buen Zaplana, reo de la Justicia en estos momentos con carácter preventivo, a la espera de que se aclare tanto dinero como el que ha ido introduciendo en nuestras fronteras en presuntas operaciones de blanqueo de sumas procedentes de sus también presuntas corrupciones por cuenta del Partido Popular en Valencia.
Y, puesto a no distinguir, tampoco se habrá dado cuenta de la catadura moral y política de sus compañeros de viaje en esta legislatura, esos alegres muchachos del Partido Popular que ahora la propia Justica tacha poco menos que de asociación de malhechores y los deja a los pies de los caballos, justo un día después de que, estrábico Rivera, con el voto de su formación les aprobara los Presupuestos Generales del Estado con el que garantizan su permanencia en el poder hasta el fin de los días de este mandato. Qué grande, ahora que me acuerdo, esta nuestra independencia del Poder Judicial, que calza la sentencia de la Gürtel 24 horas después de la aprobación por la mínima de los Presupuestos Generales del Estado.
Peregrina idea la de blandir el nacionalismo español como único y gran remedio de los males que aquejan al país, orquestándolo a base de discurso cero, banderitas de plástico y Marta Sánchez sin hacer caca a modo de musa (Ciudadanos ha encontrado a su Norma Duval). Insultante el oportunismo ventajista del aspirante Rivera al negarse a apoyar la moción de censura propuesta por el PSOE, que tiene como finalidad liberar al país de tanta inmundicia, so pretexto de interponer la suya (sin diputados suficientes) que esa sí que va a servir para librar al país de tanta inmundicia.
Tanta necedad, tanta estulticia, tanta mediocridad intelectual, tanto oportunismo, no pueden pasar desapercibidos a un electorado que, si bien se había movido hacia la derecha corrupta en busca de algo de estabilidad, no debería ahora perder por completo el raciocino dando la alternativa a esta nueva derecha que, si cabe, se intuye aún más peligrosa por su vacuidad ideológica que la que ya conocemos.
Y, sin embargo, Rivera va a ganar las próximas elecciones. Vergüenza patria.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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