domingo, septiembre 02, 2018

Vic



Cierre los ojos.

Imagine la hora del crepúsculo; las formas de la plaza difuminándose entre las sombras. Imagine que es otoño, que pocos transeúntes interrumpen el silencio con sus pasos.

20180902_013351.jpgA las ocho en punto la megafonía lanza el mensaje: No nos desviemos de nuestro objetivo. Recuerden a nuestros presos y exiliados. Es un estado de emergencia nacional.

La voz pausada del megáfono se mete en el comedor de casa, en el cuarto de los niños, en las barras de los bares. Todo se para. No nos olvidemos de nuestro objetivo, repite.

Los niños detienen su tarea, las madres los cobijan mientras el mensaje ahonda en sus corazones asustados. Un anciano enciende su cigarrillo de picadura sin levantar los ojos.

Imaginen el silencio ensordecedor en todo el pueblo.

La voz sigue alertando con su cadencia pausada, habla, advierte: Algo terrible está a punto de pasar. Se palpa en el aire denso, en la oscuridad que se va adueñando del ambiente húmedo.

No normalicen la situación excepcional. Es un estado de emergencia nacional.

El repique de campanas es reconocible para los más viejos. Ellos comprenden: ¡Somatén! Milicias urbanas. Combate al agresor.

Vuelve el silencio.

Miradas de angustia.

El miedo va dejando hueco al olor de la col que se servirá para la cena. Se vuelven a encender las luces de la cocina y del recibidor. El salón da a la calle… se encenderá después. La letanía de la tabla del nueve se vuelve a escuchar vacilante desde el estudio.

No volverá hasta mañana. Justo a las ocho.

Ahora abra los ojos.

Estamos en 2018.

Todo ha sido un mal sueño

¿O no?


El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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