domingo, febrero 03, 2019

Entre la derecha y el esperpento

Venezuela lleva siendo un arma arrojadiza en el debate interno de nuestro país desde que se supo que Podemos había alumbrado con su sabiduría al Gobierno Bolivariano. Parece que encontrar algo de nivel en la discusión política es una tarea imposible.
Estos que claman contra los independentistas catalanes, exigiendo para ellos las condenas más duras del ordenamiento jurídico, clamando por impedir a toda costa una hipotética anulación de las posibles penas por parte del Ejecutivo (dando ya por hecho que habrá penas, que habrá arrepentimiento, que habrá petición de indulto y que habrá indulto) y exigen la aplicación del artículo 155 de la Constitución sobre todo el territorio y por tiempo indefinido, estos mismos decía, justifican sin embargo la asunción del poder en Venezuela por parte del jefe del Legislativo a través de una maniobra al menos discutible desde el punto de vista de su norma básica y arremeten contra el Gobierno de España por no lanzar invectivas grandilocuentes contra el orden subvertido allá, a la vez que reconoce de ‘inmediatily’ (como diría Maduro) la legitimidad del gobierno autoproclamado.
Claro, claro, no es lo mismo, ¡dónde va a parar!
Una cosa es que la mitad de los catalanes esté peleando por la independencia de su territorio y otra bien distinta que se deje de apoyar una maniobra de asunción del poder en Venezuela auspiciada por Donald Trump y abrazada por Jair Bolsonaro.
Elegir entre la legitimidad de un tipo como Maduro, que está llevando al abismo a Venezuela, y el modelo que pretenden implantar sujetos como Bolsonaro y Trump a través de Guaidó, no es una tarea fácil, pero el cinismo de la derecha española llega a cotas difíciles de medir.
El Gobierno de Sánchez, liderando la posición europea sobre el particular, asumiendo el lugar que ocupa la diplomacia de nuestro país en la interlocución con América Latina, ha ofrecido a Maduro la posibilidad de convocar elecciones ‘libres’ en un plazo de ocho días, antes de dar por bueno el alzamiento incruento de Guaidó. Los más relevantes mandatarios europeos han secundado la propuesta apenas horas después y están decididos a seguirla.
Pues bien, el bueno de Casado  repite una y otra vez que ha hecho el ridículo. Y miente sin pudor afirmando que se ha quedado solo. Porque a Casado, en realidad, lo único que le importa de Venezuela es poderla usar contra Podemos y, ya de paso, contra Pedro Sánchez, al que no perdonará jamás que no aplicara en aquellos lares otro 155 con el que satisfacer sus más bajos apetitos totalitarios.
Casado, Rivera, saben que no se puede aplicar ningún 155 en Venezuela, y saben (a pesar de que no les alcance para mucho más la inteligencia) que la diplomacia es un arte complicado que exige de equilibrios y acuerdos que no siempre son populares, porque mantener las relaciones internacionales importa a las balanzas comerciales, al equilibrio en las diversas regiones del mundo, a la concordia de los pueblos. Pero les importa un huevo. Supongo que sería ocioso hablarles de la compleja geometría variable que impera en el ecosistema mundial de poderes en el que andamos inmersos.
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En un momento tan crítico electoralmente hablando, la pobreza mental de nuestros legítimos representantes de la derecha no alcanza para mantener un discurso de Estado. Ni siquiera llega para plantear una posición mínimamente coherente con su discurso interno. Tampoco para comprender que alinearse con Trump y Bolsonaro no debe serles demasiado rentable en clave de urnas, en el bien entendido de que todos sus votantes no deben ser gilipollas y comprenden la diferencia entre la derecha y el esperpento.
Es difícil discernir entre si estos prebostes de nuestra derecha son solo tan desleales o, además, son tan tontos. Tampoco sé si, además, como Maduro, Trump o Bolsonaro, serán tan peligrosos.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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