domingo, octubre 06, 2019

Volver al 36

“Las Trece Rosas lo que hacían era torturar, violar y asesinar vilmente (…) Cometieron crímenes brutales en las checas”.
De esta guisa se ha despachado esta semana Ortega Smith, secretario general de Vox, hombre de pro, letrado de verbo fluido. Sin duda está cegado por la rabia que produce la Sentencia unánime del Tribunal Supremo que ha autorizado en última instancia la exhumación del dictador Francisco Franco de su mausoleo funerario y el traslado de sus restos mortales allá donde menos daño se comprenda que hagan, tal y como el Gobierno había decretado.
Es mentira. Ortega Smith lo sabe. Miente a sabiendas pero le importa un huevo, porque su objetivo es ensuciar, enrarecer el ambiente hasta todo apeste. El fallo que condena a muerte a las trece jóvenes (y a 43 hombres más) tras un juicio sumarísimo, no hace alusión alguna a la participación de los reos en torturas, asesinatos, violaciones ni ningún otro tipo de crímenes. Rojas eran, eso sí, las trece. Ser “responsables de un delito de adhesión a la rebelión” (ese fue el cargo) costaba la muerte, después de la Guerra Civil, durante la ignominiosa represión genocida a la que sometió a España el dictador cuyos restos van a ser desalojados al del Valle de los Caídos por decisión del Congreso de los Diputados y del Gobierno España, avalada ahora por el Tribunal Supremo.
Rocío Monasterio, en sesión parlamentaria de control al Gobierno, carga contra su presidenta y el partido al que representa por su abstención en la aberrante Ley de Memoria Histórica que dará con los huesos del caudillo fuera del mausoleo/campo de concentración en el que se le enterró junto a sus propias víctimas. ¡Qué desperdicio de tiempo y dinero! La joven presidenta (muy muy joven) devolvió la pelota puesta en modo ventilador de mierda, como si en lugar de en el Gobierno se ubicara en la oposición de su propio grupo y lanzó envites contra todos: puso a parir a Errejón (que aún no estaba en estas), al PSOE… a todo dios, para terminar preguntándose que qué sería lo siguiente, que si volverían a la quema de iglesias, como en el 36.
Fue en un discurso medido, lo llevaba escrito. No se trató como pudiera parecer de un calentón de esos que le pueden dar a cualquiera en los que, sin querer, deja a la vista sus partes pudendas.
Su compañero de Gobierno y representante de la cuota de Ciudadanos en el Ejecutivo (no olvidemos que allá gobiernan entre los dos, con el apoyo explícito del tercero) afirmó a la salida de la Cámara que la sacra misión de su partido era evitar esa quema de iglesias contra la que advertía Díaz Ayuso en su intervención. Y anunció que trabajarían en ello con denuedo.
Los dos responsables máximos de ambas formaciones avalaron días después las aberraciones de sus líderes en la Comunidad de Madrid.
En un cine de Valencia seis descerebrados boicotean la proyección de la magnífica película de Amenábar Mientras dure la guerra, desplegando una pancarta que rezaba “Únete a la resistencia” y a los gritos de “Viva España”, “Viva Cristo Rey”, “España, una, fuerte y libre”.
IMG-20191005-WA0008(Casi da ternura recordar que, mientras, el alcalde pequeño de Madrid (tan pequeño) se despachaba en una lección magistral ante niños de once años, seguramente el único contexto en el que se lo puede permitir, explicando que antes donaría su dinero a la catedral de Notre Dame que a la Amazonía en llamas porque, como él no vive en el mundo, sino en Europa, y Notre Dame es un símbolo de Europa, le importa más proteger la catedral que el pulmón del planeta. Este sí que está en otra jugada.)
Podría parecer que estos tipos no se enteran, que se confunden de época, que han leído poco… yo que sé. Pero no. Lo que pasa es bien distinto. Lo que pasa en realidad es que son los herederos del franquismo, que lo añoran, que no han comprendido todavía que una dictadura genocida, a las órdenes de un dictador genocida, es una cosa muy fea que hay que denostar. Lo que pasa es que lo quieren de vuelta. Que lo quieren en su mausoleo para rendirle culto. Que le rinden culto. Que les mola.
La derecha española, menos el pequeño Martínez Almeida, está rabiosa. Es algo muy parecido a la cólera de Dios esto que ciega el intelecto de quienes representan a tantos y tantos votantes.
Fíjese que, a lo mejor, es con su voto con lo que respaldan esa furia desmedida. Con su voto con lo que reivindican su derecho a glorificar el genocidio. Al genocida.
No les duele el 36. Lo quieren. Un gusto dulzón, como un licor suavísimo, les recorre el cuerpo cuando se notifica la Sentencia: Hay motivo, nos profanan. ¡Únete a la resistencia!
¡Viva Cristo Rey!
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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