domingo, mayo 24, 2020

Geometría variable

De eso nuestros parlamentarios no hablan.

Hablan de otras cosas. De máximo interés todas. Pero no de eso.

Hablan de la insultante intrusión del Estado en las competencias autonómicas y de la activación o no de la mesa de diálogo Cataluña-España, porque si no se reactiva la mesa, ERC no vota la prórroga del estado de alarma.

¡Con cuidado! Porque si se reúne la mesa, quien no vota la prórroga es Ciudadanos.

Hablan del Concierto Vasco y de en qué cosas debe mandar la autonomía y no el Gobierno de España en las fases de desescalada, con el fin de no sentir cercano el aliento pestilente del centralismo a la hora de tomar las decisiones. Ello aunque, en definitiva, el bicho entienda poco  de fronteras y más de señoras y señores, vivan estos donde coño vivan o hablen la lengua que hablen.

Hablan de financiación autonómica, de deuda histórica, de líneas rojas, azules y polícromas que deben o no traspasarse en las negociaciones.

De lo que no hablan, en sí, es del bicho.

Y ahora hablan también de la reforma laboral.

¡Coño!

¿Cómo se argumenta con un mínimo de sentido común el aserto ‘o me derogas la reforma laboral o no te voto la prórroga del estado de alarma? ¿O el de ‘te sientas en la mesa de Cataluña o te suelto a la población y a contagiarse todo dios’? ¿O que ‘o revisas la financiación de mi autonomía y me largas no sé cuántos cientos de millones o abro las playas e infecto hasta a los marrajos’?

¿Cómo se puede salir a la calle después de haber votado en el Congreso de los Diputados en contra de la única medida que puede contener la expansión del puto coronavirus este, so pretexto de que el Gobierno lo que quiere es prolongar sine die una ‘dictadura constitucional’ (si es que tamaña figura cupiera en constitución alguna)?

Las posiciones de Vox la verdad es que me importan un huevo: el discurso intelectual que sujeta la ideología del partido (por más escaños que ocupe, más caceroladas que impulse o más coches que convoque a pitar por las calles de las ciudades para intentar tumbar al Gobierno) no soporta el más liviano análisis político ni por la izquierda ni por la derecha. Las del PP me preocupan muchísimo más, aunque solo sea por la sospecha de que en algún momento quienes hoy las esgrimen pueden encontrarse con la responsabilidad de llevarlas a cabo. Nada que llevar a cabo, ahora que lo pienso: ninguna propuesta se encuentra detrás de la posición numantina del ‘de qué se habla, que me opongo’, más allá de la declaración de luto nacional y alguna otra gilipollez del estilo. (Que no digo yo que no estemos de luto, pero que declarado o no declarado e izadas o no a media asta las banderas, el bicho va a seguir corriendo igual si la propagación no se evita con medidas más contundentes que estas).

No sé si un partido que vota junto con Vox se puede escandalizar de que otro lo haga junto con Bildu o junto con ERC. A mí, desde luego, no me escandaliza: las tres son fuerzas políticas legítimamente representadas en el Parlamento Español, y el mal que quieren unos (según lo ven los otros) es perfectamente asimilable al que buscan los otros (según lo ven los unos). No sabría valorar si es más grave la independencia de Cataluña que pretende una parte del parlamento, o la vuelta a la moral hipócrita del franquismo que pretende esa otra.

Pero sí me escandaliza que los partidos del Gobierno anden a la greña peleando por un asunto que hoy, rigurosamente hoy, es absolutamente irrelevante.

IMG-20200523-WA0010_Me jode como a cualquiera (de izquierdas) que siga vigente la reforma laboral del PP. Pero ¿Ahora? ¿En plena crisis sanitaria mundial y a las puertas del mayor cataclismo social que se ha conocido en España desde el fin de la Guerra Civil? ¿Hoy tenemos que derogarla? ¿Esta semana? ¿En diez días? ¿Antes de que se declare la ‘nueva normalidad (de los cojones)’ piensa alguien que se puede modificar toda la estructura normativa que soporta las relaciones laborales de un país?

¡Qué gilipollez, por favor!

Y ¿Qué mierda tiene que ver eso con mantener o no las medidas que nos llevan a esa nueva normalidad, esto es, las que controlan la progresión de la pandemia?

¿De verdad Pedro Sánchez se ha visto obligado a sacar adelante la prórroga del estado de alarma a cambio de pactar ‘derogación íntegra’ de la reforma laboral?

¿De verdad Pablo Iglesias lo ve ‘cristalino’ (según apunta una y otra vez en los medios de comunicación) y va a hacer de eso su gran causa en un momento como el que vivimos?

Se ve que no es solo el PP el que anda buscando tajada de este drama.

¿Nadie va a escuchar a Nadia Calviño?

Si el Partido Socialista no se afianza definitivamente y consigue liderar este asunto imponiendo la cordura que se precisa (insisto, se precisa) más pronto que tarde, independientemente de mesas de diálogo, negociaciones presupuestarias, geometrías variables y reformas legislativas que son ajenas al problema, en este país se va a liar muy gorda.

O a lo mejor está ya liada así de gorda.

No es solo falta de talla política. En uno de los peores momentos de nuestra historia reciente no ha habido altura moral.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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