No habría sanidad universal
No habría educación pública, obligatoria y gratuita
No habría divorcio
No habría aborto
No habría reconocimiento estatal de la dependencia
No se perseguiría la violencia de género como el delito abominable que en realidad es
No habría derecho a la memoria: usted no podría reclamar la dignidad de sus muertos aún en las cunetas de la dictadura
No habría matrimonio igualitario
No habría derecho a la transexualidad
La asignatura de Religión seguiría siendo obligatoria y el año que viene seguiría puntuando en los resultados de los chicos y las chicas, igual que hoy
Los restos mortales del dictador más mortífero seguirían custodiados por un puñado de frailes pagados por el Gobierno en el Valle de los Caídos por Dios y por España
No habría un salario mínimo intentando acercarse a la dignidad
No habría ingreso mínimo vital
No existiría nuestro próximo a estrenar derecho a la muerte digna.
¿A quién jode?
¿Enarbolando qué bandera?
¿En qué piensa la diputada Méndez Monasterio cuando brama que se va a instaurar una ‘industria de la muerte’? ¿Acaso está pensando en que las clínicas de sus amigos cobren por ello? ¿Por qué absurda razón lamenta que se vaya a instaurar la eutanasia ‘cuando el mundo va a celebrar el nacimiento de Jesús’? ¿Qué sucede en la cabeza de la diputada Méndez que no reconoce más mundo que este del cristianismo al que pertenece? ¿Nadie le recordará a esta buena mujer que está en la tribuna de oradores del Congreso y no de pastorcilla en un belén viviente? ¿Le habría parecido oportuna la Ley más cerca de Semana Santa?
¿Qué les ocurre a estos prohombres, a estas promujeres de la derecha, que cuando hablan de libertades se refieren solo a las que necesitan ellos para seguir disfrutando de sus privilegios, habitualmente en contra de la libertad de los demás? ¿No está usted ya hasta los cojones de ese discurso imbécil?
¿Cómo se digiere intelectualmente que sean los que acarician complacidos con un guiño de complicidad el genocidio de 26 millones de españolas, españoles y españolitos pequeños de ambos sexos, los que lloran mirando al cielo de los justos porque solo a uno, uno a uno, se le conceda el derecho a evitar el sufrimiento inevitable de una vida de mierda?
Por plantear la cuestión de una forma más directa, ¿está usted a favor de la pena de muerte y en contra de la eutanasia? ¿Es usted tonto o qué le pasa?
¿No le mola más hablar de conquistas que de reconquistas?
Vamos a ‘hablar y dejar hablao’ como se dice en esta tierra mía de adopción: son derechos inalienables de las personas que tu marido no te hostie, no tener que soportarlo/la eternamente, que te curen las enfermedades, que haya leche en tu nevera, que puedas enterrar a tus muertos, que puedas amar y compartir tu vida con quien te salga de las narices, ir al colegio como todos los demás, que te cuiden cuando no puedas cuidar de ti mismo, parir solo si quieres parir, follar solo si quieres follar, y morir cuando quieras dejar de vivir. ¿Estamos de acuerdo? ¿Imagina una sociedad en que todo ello no estuviera garantizado por el Estado? ¿Pelearía por ella?
La conquista de derechos individuales es el camino de la libertad cuando se conquistan para todos. No tiene principio ni fin, pero sí tiene color.
¿Insiste en pensar que es igual la izquierda que la derecha?
Yo diría que no.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.
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