domingo, enero 03, 2021

La pócima

El Mal ya tiene el control de cientos de mentes en nuestro país y en toda Europa.

Aunque las identidades son públicas, me abstendré de ofrecer más datos de los imprescindibles para esta información fidedigna, a fin de evitar las fatales consecuencias que podría acarrear la localización precisa de personas que representan un claro peligro para la humanidad toda y de las que, suponemos, las autoridades hacen un seguimiento exhaustivo.

Así, tenemos por cierto que nada más inocularle la pócima hechicera, “A”, de 96 años, poderosa activista, declaró en Guadalajara con los ojos inyectados en sangre “tenemos que conseguir que el virus se vaya”. ¿Ven? Sabíamos que sería peligroso. Lo gritamos a los cuatro vientos, pero nada. Instantes después, “M.”, auxiliar de enfermería, espetó “Tenemos que dar ejemplo porque es la única manera que existe de superar esto”.

¿A qué se referían? El poderoso control de las fuerzas ocultas ¿habría hecho ya efecto en sus mentes? El chip ID2020 creado por el magnate de la tecnología ¿estaría emitiendo ya señales desde su interior para dominar el mundo?

No quedó ahí. Pocas horas después, “A.L.” en Palencia, a sus 88 años, desvelaba estar “muy contento por haber sido elegido el primero”. Él ya sabía que el anticristo corría por sus venas y que había sido llamado para anunciar el fin del mundo. El primero en todo Castilla y León. El primero.

“J.A.”, en Zaragoza había dicho minutos antes solo una palabra: “Esperanza”. “Esperanza”. ¿Qué augurio de fatalidad encerraría esa palabra oscura? “Esperanza”. Aterrador.

No puedo evitar la referencia a “J.P.”, la mujer de 89 años que desde Barcelona confundía a la población con el pícaro llamamiento en sus palabras, “no preocuparse tanto”. ¡Ja! Serás tú la que no tenga que preocuparse; tú, inyectada ya de icor del mal. Tú, “J.P.”. No nos confundes con tu avanzada edad: sabemos que el maligno ha entrado en ti. Sabemos lo que quieres.

La misma muerte, vacuna en ristre

Ancianos y ancianas, sanitarios y sanitarias, recorren ya Europa, acaso el mundo, con la voluntad cegada, presas del encantamiento producido por la sanie fatal.

Es la vacuna.

Y nos lo habían advertido: ¡cuidado!

El Mal ya tiene el control de cientos de mentes alrededor del mundo. Lo advirtieron sin cejar en el empeño los evangelistas por el orbe de la tierra, no sé si los episcopalianos, el mismísimo Jair Bolsonaro, el excelentísimo señor rector magnífico (¡pero magnífico!) de la Universidad Católica de Murcia, que erró en su predicción de que las tinieblas no podrían triunfar sobre la Luz… Han vencido. Han vencido. Las tinieblas vencen, la Luz se apaga.

Vea el espectáculo de nuestras viviendas de mayores, de nuestros campos de petanca, de nuestras obras públicas, preñadas de abuelas y abuelos, andador en ristre, absortos en la tarea suprema de la destrucción del mundo. Vea a nuestras sanitarias y sanitarios clavando con saña sus jeringuillas en los cuerpos adocenados de quienes buscan con inocencia la tramposa Verdad: ¡toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma néctar de los infiernos! ¡Púdrete, mujer pro-vacuna! ¡Prueba de tu propia medicina, abducida por Bill Gates y el mismísimo Soros! “¡Pero qué se han creído, esclavos y servidores de Satanás!” (El rector magnífico dixit).

Apenas son las nueve y cinco de un domingo fatídico. Un maldito 3 de enero que los libros de Historia no podrán olvidar nunca. Los Reyes Magos de Carmena parecerán una broma en comparación con estos que ya se encaminan desde el lejanísimo Oriente con decenas de millones de dosis de muerte en sarcófagos a 73 grados bajo cero.

Adiós, querida libertad, adiós propósitos de año nuevo, adiós “relaxing cup of café con leche in plaza Mayor”. Hola, príncipes del Mal, Anticristo, malévolos chips del control humano.

Nueva normalidad ¡oh, yo te imploro!: líbranos de las necedades de los hombres, que está la cosa muy malita.

El dibujo es de mi hermana Maripepa.

No hay comentarios: