domingo, abril 01, 2018

Cornetas, mantillas y otros exorcismos


En este frenesí involucionador que nos lleva a la lucha por la cadena perpetua, a la segregación de los territorios, al diseño de contenidos curriculares delirantes o a la persecución de según qué tipo de manifestaciones artísticas… En este frenesí, digo, las banderas a media asta en señal de duelo por la muerte de Jesucristo en todas las instalaciones militares del país, nos recuerdan que la aconfesionalidad del Estado también está en crisis.

Quiero suponer que cuando resucite (no me hagan mucho caso, pero a la hora de escribir estas letras tengo la sospecha de que el domingo ya todo estará resuelto) las banderas ondearán a asta y media, mostrando así regocijo y exaltación.

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Un novio de la muerte.
Este año se nos ha hecho viral el video de la Legión llevando a cuestas un cristo enorme a la voz unánime de la cancioncilla popular 'El novio de la muerte', que viene a recordarnos en modo cuplé las heroicidades de un valeroso soldado que, con tal de reunirse con su amada ya difunta, se dejó matar en la Guerra del Rif (1911-1927). Tan viral, que los noticiarios televisivos se han hecho eco y nos han enseñado a cuatro ministros (¡cuatro!) del Gobierno de España presenciando el acto religioso-castrense.

¡Si Carme Chacón levantara la cabeza!

Lo magnífico del caso es que los cuatro ministros ¡se la sabían! y la entonaron con marcial fervor haciendo una su voz con la Legión Española. Íñigo Méndez de Vigo, con su carita de pan no apto para celíacos, María Dolores de Cospedal, presidiendo la cosa, Juan Ignacio Zoido, que le pillaba al lado de casa y Rafael Catalá, acompañaron a la Legión en el traslado del Cristo de la Buena Muerte, más conocido como el Cristo de Mena, a su trono procesional. Y se la sabían.

Tal derroche de inconstitucionalidad y en fechas tan señaladas, me trae a la cabeza la reciente puesta en marcha de una nueva edición de cursillos para exorcistas a cargo de los legionarios, en este caso los de Cristo. No los del Cristo de Mena, los Legionarios de Cristo a secas.

La organización creada por el padre Maciel, violador de niños, lleva ya años impartiendo entre sus adeptos formación en esta disciplina, que busca luchar contra el Maligno en cualquiera de sus manifestaciones y, más especialmente, cuando se encarna en un ser humano y le hace girar la cabeza 180 grados y proferir blasfemias e insultos de todo orden, preferentemente en lenguas muertas.
Mézclense sin agitar estas pasiones y habremos obtenido la solución a nuestros innumerables problemas. Imaginen, legiones y legiones de personas bienpensantes, armadas con cuenquitos de agua bendita, expulsando demonios de independentistas, raperos, feministas, titiriteros, escritores, ‘yayoflautas’, fotógrafos, políticos que dicen que tienen un máster, enemigos todos de la madre patria.

¡Sal de ese cuerpo! Le gritaría enfebrecido  el exorcista al buen Junqueras, clavando los ojos en el espíritu que lo habita. ¡Sal! Proferiría amenazante salpicando enérgico con el rociador el rostro desencajado del abuelo protestón. ¡Sal! Ordenaría al ser diabólico que se incrusta en el cerebro atormentado de Valtonyc.

Y, entre tanto, Cospedal, Méndez de Vigo, Catalá, Zoido, entonando con la mirada perdida en el infinito El novio de la muerte.

Imágenes de preciosismo político, de liberación del intelecto (de completa liberación del intelecto… de ausencia de intelecto, me atrevería a asegurar), adornando el camino en marcha atrás que conduce a esa sociedad perfecta que han diseñado para nosotros. Esa en la que solo unos pocos elegidos se encuentran en plenitud, aunque sea a costa -eso sí- de todos los demás.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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