domingo, abril 08, 2018

Elefantes

Usted creyó ver elefantes. Pero no era eso.

Parecían vagar por la autopista, despistados, pero no.

El que avanzaba con más decisión, autopista adelante, escondía a la pequeña hija de los reyes de España quitándose del hombro de un manotazo el brazo de su abuela sin mover un ápice la sonrisa hierática que no se desfiguró ni por un instante. Porque para ser reina hay que sonreír sostenidamente durante lapsos de tiempo larguísimos, hasta que el protocolo te permite meterte en el váter y sonarte los mocos. Y esto doña Leonor lo sabe. Doña Letizia se lo ha aprendido ahora, pero doña Leonor lo ha interiorizado desde el fondo del moisés Luis XVI en el que hizo sus primeras cacas regias.
IMG-20180407-WA0003
Elefantes en la pista principal de un circo enorme

Lo otro que parecía un elefante caído desde un camión caminando hacia ninguna parte, era la presidenta de la Comunidad de Madrid, que estaba falsificando unas cosillas para seguir manteniendo la suya. Esto, sin duda, tiene que ver con el interés público: No hay elefante más inamovible que el que no quiere dimitir, pero no vayan a creer que es cabezonería, es que doña Cristina –Cifuentes, que cristinas con cosas turbias encima hay por lo menos otra— sabe que su digna Presidencia beneficia a Madrid y a España toda.

Otro tomaba el aspecto de un elefante muerto (¡trampantojo!). Camuflaba en realidad la doctrina que vende una editorial de libros de texto, Casals, que bajo la apariencia de cosa científica difunde entre los adolescentes la extraña especie de que la forma más efectiva de lucha contra el SIDA y otras enfermedades de origen sexual es la abstinencia. Acompaña a esta medida la de la fidelidad, lo que parece indicar que la especie no está en riesgo, habida cuenta de que solo sin follar, el SIDA se acabaría, pero la humanidad también. Y tal impacto causó sobre la bestia muerta el hallazgo de un conocimiento de tanta envergadura moral, que optó por sacrificar la vida y entregarla a mejor fin.

La que sangraba y daba vueltas sobre sí misma no era una elefanta, era la mismísima Cataluña. En el interior del enorme animal se hallaban Puigdemont, el que fuera major de los Mossos d’Esquadra, consellers huidos, jueces españoles, jueces alemanes, consellers presos, gobiernos enteros usurpando la acción (inacción) de otros gobiernos, los Comités de Defensa de la República… prestidigitadores varios ocupando la pista principal del gran circo en el que hemos convertido este viejo país nuestro.

A lo mejor el último animal inmenso de los cinco que se desparramaron por la autopista eran tuiteros diciendo por ahí que hubieran preferido que se matara el domador.

¿Elefantes? ¡Eso es lo de menos! En España un autobús lleno de elefantes se puede meter una piña en la carretera y dejar suelta la manada a la altura de Albacete. Pero el verdadero circo no es el Gottani, no nos engañemos. El circo lo llevamos puesto. Y no da ni un poco de risa.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

No hay comentarios: