domingo, marzo 10, 2019

Señales de crisis


Mientras las calles de todas las ciudades del mundo se llenaban de casi todas las mujeres y de muchos, muchos hombres, reivindicando una calidad de vida igual para todas, Mario Draghi anunciaba la paralización de la subida de los tipos de interés bancario (actualmente en el 0%) y preparaba una nueva inyección de liquidez (dinero en suma)  al sector bancario para asegurar la fluidez del crédito desde la banca a familias y empresas.
En ese mismo momento las bolsas caían. Los expertos, que ya venían augurando malos tiempos para la lírica, abrían sus canales de comunicación para contar el suceso: la economía se vuelve a parar.
El Banco Central Europeo se anticipa al lío para paliar (¿retrasar?) las consecuencias de la nueva gran crisis que sobrevuela los mercados. Los políticos mediocres preparan su artillería para bombardear otra vez a las clases medias y sujetar los beneficios de las grandes corporaciones que, ellas, no pueden sufrir las consecuencias de lo que ellas mismas acaban provocando.
Se han parado las exportaciones de la UE. Europa no vende coches. Alemania ha dejado de crecer, también Italia se ha parado. En el exterior, China se desacelera y se especula con que lo mismo pueda estar pasando en los Estados Unidos de Trump. En los mostradores aeropuertos (a pesar de que las empresas low cost han democratizado la navegación aérea) ya no hay colas. Viene otra crisis.
Los economistas han aprendido a identificar los síntomas (no está mal) pero no saben atacarlos, porque no se puede. Aún no se ha cerrado para la mayoría la gran recesión que empobreció de manera inmisericorde a los pueblos del segundo y primer mundo (al tercero no hay quien lo empobrezca más) para enriquecer aún más y más y más a ese 1% de las personas que poseen una cifra aberrante del conjunto de la riqueza de todos. Aún no se ha cerrado y ya estamos llamando a las puertas de la siguiente.
De manera que más pronto que tarde volveremos a escuchar el discurso insolente de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, de que no se puede sostener una sanidad pública tan cara, ni una educación pública universal y gratuita ni, mucho menos, una protección a la dependencia fuera de los circuitos de las residencias privadas; volveremos a oír que los trabajadores tenemos que hacer un esfuerzo y sacrificar una parte de nuestros ingresos para favorecer la competitividad de nuestros empleadores; intentarán que nos olvidemos de que es imprescindible derogar la reforma laboral y procurarán que nos convenzamos de que el dolor de los pobres hace mucha falta en el mundo para alcanzar los dones de la Gloria.
Como no puede ser de otra manera, también nos harán saber que el causante último de toda esa catástrofe de inflación y desempleo  en la que estaremos inmersos, es José Luis Rodríguez Zapatero en su advocación de Pedro Sánchez, y entonces la gran derecha europea aparecerá con toda su artillería (sus cañones de bombardear a las clases medias) para aplicar las grandes medidas: Contención salarial, aniquilación del crédito a las familias, contención salarial.
Los políticos listos (Portugal parece a estas alturas un buen ejemplo de ello) continuarán (o eso espero) con sus políticas de prevención contra el ‘austericidio’, pero se quedarán solos y sus empresas se deslocalizarán en busca de refugios más comprensivos con la necesidad de que sus beneficios se multipliquen.
Y así, mientras las personas humanas nos echamos a las calles viviendo la ilusión de una sociedad más justa, más igual, más feminista, las otras personas, las que no tienen nombre, nos preparan un futuro de mierda para aterrizarnos en la realidad de que, nos pongamos como nos pongamos, esto es de ellos.
Las señales advierten de que vienen muy mal dadas. Veamos a quién elegimos para que gestione este envite: No sé si me apetece mucho volver a ver cómo nos lo quitan todo.
El dibujo es de mi hermana Mariepa

No hay comentarios: