domingo, junio 09, 2019

Lourde$

Ateo por convicción y anticlerical por militancia, me enfrento esta mañana a la noticia de noticias: Francisco (este jesuita argentino que es Papa) ha decidido acabar con el negocio de los milagros en Lourdes.
Enorme. Inmenso.
Resulta que los santuarios tienen economía y contabilidad propias. Iluso de mí, pensé que estas cosas de la fe se producían alejadas de la influencia del sucio dinero y que la venta de estampitas, medallas, botellitas de agua bendita y escapularios, se debía a la avaricia de comerciantes sin escrúpulos, fariseos como sepulcros blanqueados, que se aprovechaban de la inocente bondad del personal poniendo a la venta objetos de culto falsamente santos.
Mas no.
Los objetos sí son santos y es la administración del santuario quién, no solo regula y se lucra de su PVP, sino que pone al frente de sus finanzas a prohombres de la economía fichados de multinacionales, tras acreditar un currículum exitoso en lo que a sanear cuentas de resultados se refiere.
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Así que esta imaginería nuestra, trufada de pastorcillos visionarios que ven la luz (y sabe Dios qué otras cosas) santificados por la presencia corpórea de vírgenes y arcángeles, resulta que trasciende de la fe al merchandising por obra y gracia del espíritu no tan santo de los expertos en marketing que la gobierna. Lo dicho: enorme.
Nótese que nos encontramos ante un fenómeno marcadamente rural. Y algo antiguo. No se sabe de apariciones en aparcamientos subterráneos o centros de proceso de datos. No tenemos en el cielo advocaciones marianas tales como María del Parking del Corte Inglés de Princesa (cuyo nombre sería difícil de poner a una recién nacida) o María Esquina de Narváez con O’Donnell, por poner solo dos ejemplos de apariciones que podrían haber sido modernas y urbanas.
Apartadas cuevas, frondosos pinares o riachuelos cantarines, ofrecen soluciones mucho más adecuadas a la antroponimia y a la especulación: así, marías del monte y marivalles llenan nuestras onomásticas, y apartados lugares de la geografía se convierten en verdaderos núcleos urbanos de la peregrinación, consagrados a la oración, al negocio hostelero y a la venta de souvenirs.
¡Vade retro mercaderes del templo! ¡Francisco os exhorta!
Mal futuro se augura a estos maestros del saneamiento de las cuentas santas. El Papa ha resuelto terminar con este engaño a los fieles que tan pingües beneficios ha reportado a la Santa Madre Iglesia y reconducir los lugares de culto hacia aquello que nunca debieron dejar de ser.
Lástima que haya decidido hacerlo en latín, lengua oficial de la Santa Sede (circunscrita a las murallas que la guardan al estar declarada ‘muerta’ en el resto del mundo), en la que Radio Vaticano emite desde ayer el popular espacio “Hebdomana Papae” (La semana del Papa para hispanohablantes), que da cuenta de la actividad del Santo Padre y su profuso anecdotario.
Desolado, pues yo soy más del arameo antiguo, sospecho que las buenas intenciones del Sumo Pontífice transmitidas así, al romano estilo, tardarán en hacer mella en los usos y costumbres de su Iglesia: seguiremos peregrinando a los santos lugares y, claro, comprando una estampita a la salida de misa.
Shalom uv’racha B’Mashiach Yeshua*.
*Del arameo, ve en paz y con la bendición de Jesucristo
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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