domingo, enero 26, 2020

Negar por negar

La consigna es no a todo.
Ya lo sabíamos.
Es la estrategia que ha venido poniendo en práctica el Partido Popular cuando no gobierna desde que Aznar pasó de la leal oposición de su majestad que estableciera Manuel Fraga a la de ‘leña al mono que es de goma; de qué se habla que me opongo’.
No a todo. No se trata de un discreto ‘no’ parlamentario, defendido a través de argumentos políticos desde las tribunas de oradores de los parlamentos, no. Es un ‘no’ iracundo, enfebrecido, desgañitado, que sobrevuela el país en todos los formatos posibles, por tierra, mar y aire, por los cuatro vientos, en las encrucijadas de los caminos, por las calles, por la redes, por las televisiones y las radios. Un ‘no’ universal, ruidoso, incómodo, alocado. Un ‘no’ mayúsculo coreado en iglesias y conventos, por las escolanías, en las grandes superficies y el pequeño comercio, en el taxi, en el autobús y el metro.
20200125_234011No al Gobierno de coalición con los ‘comunistas’, no al nombramiento de la fiscal general del Estado, no a la reforma del Código Penal, no a la subida del salario mínimo interprofesional, no al número de ministerios, no al reconocimiento de las consecuencias devastadoras del cambio climático, no. Y esto es solo por pasiva. Por activa la cosa se complica un poco más, porque las acusaciones de la derecha al Gobierno se elevan de tono hasta el esperpento.
La más llamativa de los últimos días ha sido la acusación nada velada (no sé si al sistema educativo en su conjunto o al propio Pedro Sánchez en particular) de promover la pederastia en las escuelas. Esta seguramente acabará en los tribunales de Justicia y, con toda probabilidad, dará que hablar a la Iglesia, a los chicos de Hazte Oír, a los alevines de Vox, a Inés Arrimadas y a ínclita presidenta de Madrid que extenderá a los cigotos la difamación de llevar a cabo semejantes prácticas.
Pues bien, en el sistema público de educación no se anima a la pederastia. Eso es mentira. Ya está (a lo mejor deberíamos recordarles dónde se ha ejercido realmente la pederastia y por quién). Dolores Delgado es una magnífica profesional, sobradamente acreditada, a la que haber sido ministra no solo no desacredita sino que, por el contrario, le confiere más conocimiento y experiencia para el cargo. Ya está (a lo mejor deberíamos recordarles que ser ministra de España es un honor y no un deshonor si uno no acaba en la puta cárcel por corrupto). El número de carteras de un gobierno de coalición ha de ser necesariamente mayor que el de uno monocolor, como así ha sucedido en los formados por coaliciones de derechas en el ámbito autonómico. Ya está (o habrá que recordar todo el rato cómo ha subido la nómina de los altos cargos en las comunidades que gobiernan coaligados). La subida a 950 euros del salario mínimo interprofesional se ha alcanzado con un acuerdo inédito en España, con la patronal encantada y los sindicatos y el Gobierno, más. Ya está (o hemos olvidado que gobernando el PP se ha acuñado el nefasto término de ‘pobreza laboral’) . Y las figuras de la rebelión y de la sedición están viejas, desfasadas del Derecho comparado de nuestro entorno y modificar el Código Penal, tanto en este como en otros aspectos, vendrá estupendamente. Si además esto sirviera para pacificar la situación en Cataluña y, gracias la aplicación de penas menos severas a los políticos separatistas condenados, se consiguiera un marco de diálogo que diera fin al conflicto más importante que se ha padecido en España desde la democracia, ¿a quién ofendería? (Quizás haya que recordar también que ha sido precisamente la ausencia de diálogo del Partido Popular la que ha propiciado que las cosas llegaran hasta donde han llegado).
Estas son, claro, posiciones discutibles y en eso consiste precisamente la política. No es posible comprender que el Gobierno se esté equivocando en todo (¿en todo?). Y la oposición esté en posesión de la verdad absoluta, teniendo en cuenta la España que nos han dejado, la estela de corrupción, la indefinición ante los problemas más graves, la desigualdad terrible en la ciudadanía.
Ahora la oposición son muchas voces, porque está muy troceada: Vox, la Iglesia católica, el Partido Popular y Ciudadanos se han puesto para, se haga lo que se haga, poner el grito en el cielo. Igual da que sea el nombramiento de un alto cargo, la decisión de elevar el SMI o el descubrimiento de un exoplaneta. Van a tirar contra todo y con todo el armamento del que sean capaces de pertrecharse.
Negacionismo. Se sienten cómodos en el conflicto porque lo rentabilizan electoralmente (o eso parecen indicar las encuestas de intención de voto) y les importa un carajo la gobernabilidad, la estabilidad, la economía, el bienestar de las personas o la educación de los niños. Esa es nuestra derecha y así la vamos a tener hasta que logren volver a ocupar el poder. Lo consideran suyo, les ofende que se lo arrebaten. No lo conciben. No lo van a consentir.
Negar no es criticar. Criticar exige un ejercicio de inteligencia que nadie parece estar dispuesto a hacer. Incluso exige hacer propuestas que se comprenda que pueden mejorar las medidas que se critican. Negar por sistema, por alto que se niegue, no vale para nada.
Pero, ¿se fijan? Decía ‘ejercicio de inteligencia’. ¿Hay alguien por ahí?
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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