domingo, marzo 01, 2020

Jarrones chinos


Añadir leyenda
Aquella comparación hizo fortuna. Yo se la atribuyo a Felipe González, pero no si se alguien ya la había hecho antes. ‘Los presidentes, cuando dejamos de serlo, somos como jarrones chinos: objetos de gran valor que nadie sabe dónde colocar’, dijo. No es literal.
Cuando pronunció esta frase (muy poco después de perder contra José María Aznar las últimas elecciones a las que comparecería como candidato) no sabía hasta qué punto tenía razón. Ni podía imaginar hasta qué punto resulta molesto un jarrón chino en el piso segundo, letra C, de un bloque de promoción pública de las afueras de la ciudad.
No es solo que estorbe. Es que se convierte en una puta china en el zapato del Estado.
Los que han sido presidentes tienen un enorme poder de influencia, más allá de sus más que discutibles sillas en esos consejos de administración, porque sus partidos les escuchan, sus simpatizantes aún les simpatizan y los medios de comunicación amplifican sus palabras.
Y este poder de influencia se puede usar solo en dos sentidos, a saber: para bien y para mal.
Recordar a José María Aznar tirando dardos envenenados contra Mariano Rajoy, hasta el punto de abandonar sus cargos en el partido hace que nos ruboricemos un poco, por aquello de la deslealtad institucional de que hizo gala. Pero ganó. Y ahora el Partido Popular es un reflejo de sus ensoñaciones ultraliberales a las que nadie sabe (ni parece querer) poner freno.
Felipe González tenía una animadversión personal notoria hacia José María Aznar, lo que no es de extrañar al comprender la forma entre insolente y sobrada en la que se producía el popular.
Más ¡oh fatalidad!, ahora es tanto más lo que les une que lo que los separa, que ya no sabe uno a cuál de los dos escucha cuando hablan. Y ¡oh fatalidad!, no es ello consecuencia de un sorprendente giro hacia la moderación que se haya podido producir en la cabeza de Aznar
¿Qué le pasa a nuestro presidente González? ¿Qué le pasa? ¿Por qué denosta con tanta insistencia todo lo que no es él mismo? ¿Por qué se separó tanto de Rodríguez Zapatero y ahora, simplemente, anuncia que votará en contra las iniciativas de Sánchez? ¿Dónde se ha quedado esa lealtad que ha exigido siempre (con escaso éxito) a su oposición, a los miembros de su partido, a sus correligionarios? ¿Qué pinta haciendo bolos con Aznar allá donde quieren oírle, apoyando sus tesis de ultra?
Y ¿qué coño pasa con esa mesa entre gobiernos? Pablo Casado ya la ha bautizado como la mesa de despiece de la soberanía nacional (¡cómo le gustan los ripios a este Casado!). ¿Qué ofende tanto a las testas coronadas? ¿Tanto les humilla? ¿O les puede el miedo a que, como sucedió con ETA, sea el PSOE el que resuelva el conflicto y ellos no puedan seguir rentabilizando el odio entre hermanos en Cataluña para arañar votos en el resto de los territorios de España? ¿Qué pasa con ese nacionalismo de mierda (el españolista) que conduce a que solo la victoria sobre los insurrectos satisfaga sus egos patrióticos? ¿Por qué nos hemos hartado de clamar por el diálogo y ahora que se produce lo tiroteamos desde todos los flancos posibles?
Señor González, señor Aznar, el Gobierno se ha sentado a negociar con los representantes legítimos del pueblo de Cataluña. Era lo que le exigíamos. ¿Qué quieren? ¿Acaso que Quim Torra (que es quien es, por cierto) venga a Madrid como al humilladero con la cabeza gacha a prestar capitulaciones? Eso no va a pasar.
Esquerra Republicana de Catalunya, se pongan como se pongan, ha hecho un ejercicio de responsabilidad enorme permitiendo la gobernabilidad de España, aun poniendo en riesgo su capital electoral en vísperas de sus comicios. ¿Nadie más lo ve? El PP no ha estado ahí. Tampoco Ciudadanos. Vox, ni está, ni se le espera. Si es tanta la repulsión que les produce este acuerdo ¿por qué no lo hacen prescindible? Sería tan fácil…
Hay un gobierno progresista en España que tiene que empezar a caminar y necesita de todos los apoyos de la izquierda. También el suyo, señor González. Abandone su ego y, si sigue en pie para entonces y continua siendo socialista, apoye a su presidente. Se llama Pedro Sánchez, es el presidente del Gobierno de España, nos guste más o menos. Tiene que hacer su trabajo con las herramientas que se han construido en las urnas. Y son las que son. Lo llamamos democracia.
Por fin, una vez más, José Luis Rodríguez Zapatero viene a poner el punto de cordura. Le preguntaron: entonces ¿diálogo? Y respondió: claro, ¡diálogo! ¿Hay acaso otra fórmula?
¡Gracias, Zapatero!
El dibujo es de mi hermana Maripepa

No hay comentarios: