domingo, diciembre 25, 2016

Mientras tanto, muy cerca de ti...

Se sentó a la mesa vestida con el traje de chaqueta estampado que le regaló su marido por las bodas de plata hace más de quince años.
Había puesto el mantel de hilo y la vajilla buena. Como siempre cinco servicios completos, copas de cristal finísimo, cubiertos de alpaca. Lo mejor de lo mejor para esta cena.
El mensaje del Rey se lo perdió, pero supuso que seguiría siendo partidario de la monarquía parlamentaria y de la unidad de España, y que seguiría deseando toda suerte de dichas a policías, bomberos y sanitarios que, en tan destacada fecha, cumplen servicio y garantizan el bienestar de todos. Aburrido, pensó.
Sacó del horno el cordero que había inundado de olor a navidad toda la casa y lo sirvió. Se puso agua en la copa más grande, aunque Antonio siempre la reservaba al vino para obtener de él todo su buqué.
Había puesto el viejo radiador de aceite a toda la potencia, para que el comedor estuviera a una temperatura aceptable al menos por una noche.
La tele ya daba el especial Nochebuena. Esperaba a Raphael.
Este año se había propuesto no llorar. Pero el mensaje del móvil traicionó sus intenciones: “Feliz Navidad, abuela. El año que viene te prometo que haré lo posible por cenar contigo.”
Cuando se acostó ya no lloraba. Miró la hora en el despertador a pilas que aún funcionaba. Las once y media. Cada nochebuena me acuesto antes. Mañana será otro día. Buenas noches, Antonio, donde quiera que estés. Feliz Navidad.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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