domingo, diciembre 30, 2018

Casi dos mil viviendas, o el gran fraude de Ana Botella

Ana Botella vendió al ‘fondo buitre’ Blackstone 1.860 viviendas destinadas alquileres sociales, el 70% de las que había en Madrid.
Los alcaldes de los ayuntamientos para los que trabajo deben pensar que soy gilipollas, porque cada vez que quieren comprar o vender algo les someto a un lío de papeles tal que, a buen seguro, preferirían cejar en su empeño de prestar servicios públicos y dedicarse a tareas de otra naturaleza. Sin embargo, Ana Botella y los siete altos cargos del Ayuntamiento de Madrid ahora condenados, se despojaron de todo aquel patrimonio (1.860 viviendas, 3.430 garajes y trasteros y 25 locales comerciales) sin un mal informe técnico.
Claro, tampoco había pliegos de condiciones, informes jurídicos o valoraciones económicas. Nada. Y tampoco hubo escrúpulos, porque a la alcaldesa las casi dos mil familias que se estaban jugando el futuro, en realidad, le importaban un huevo. El simple informe de la consultora que asesoraba al ‘fondo buitre’ en cuestión (Price Waterhouse Cooper), sirvió para cerrar una operación en la que el Ayuntamiento de Madrid dejó de ingresar una cantidad de millones de euros que no es posible precisar.
1.860 viviendas suponen una población (si es cierto que la media de ocupación de estas es de tres personas por unidad) de 5.580 habitantes. Un pueblo entero. Y no de los más pequeños.
20181229_1702185.580 personas  cambiaron de casero (en palabras de la alcaldesa sin escrúpulos Ana Botella) con la promesa de que no les pasaría nada más. Y solo les pasó que se tuvieron que ir, porque el valor de sus viviendas se multiplicó en pocos años y el de los alquileres (que ya habían dejado de ser sociales)  le fue a la zaga. Así que desahucios, juicios, dramas familiares imposibles de valorar para quien no los ha padecido, que a la señora alcaldesa le importarían nuevamente un huevo.
Y detrás de la operación, José María Aznar Botella, su hijo, consejero por la época en al menos dos de las cien empresas del entramado controladas por Blackstone. ¡Cosas!
El impacto de esta operación, aún en una localidad tan grande como Madrid, tiene consecuencias de todo orden, y todas (gentrificación, proliferación del alojamiento turístico no controlado, aumento del precio de la vivienda y del alquiler…) malas para las personas. Perdón, malas para las personas con pocos medios de subsistencia, que son las que sufren de habitual los desmanes de los políticos sin principios.
Así que la política sin principios Ana Botella perjudicó al municipio, a 5.580 de sus habitantes (casi 2.000 familias), a todos los que después intentaron acceder a una vivienda de alquiler… perjudicó a todos.
Ahora el Tribunal de Cuentas condena a la alcaldesa y a siete de sus altos cargos en el Ayuntamiento a pagar 26 millones de euros (la demanda del actual equipo de gobierno cifraba el perjuicio patrimonial en 55 millones) a los que, con toda probabilidad, podrá hacer frente sin muchas dificultades.
Y… ¡coño! Resulta que estos son los que vienen a explicarnos cómo se deben hacer las cosas. Resultan ser el ejemplo de gestión eficiente de los recursos públicos, los grandes neoliberales que dan las claves de la política 2.0 en tiempos de crisis. El marido de la señora en cuestión aparece como el gran hacedor de la derecha española, el súper político que sacará al país de las miserias a las que nos conduzcan las izquierdas (no sé si ya apoyándose en algún otro Rodrigo Rato). Y al final terminan condenados en tantas piezas judiciales que ya no se pueden enumerar, a las que ahora se suma el curioso caso ‘Kitchen’ en el que se ventila el asuntillo de cómo, con fondos reservados (del Gobierno), la cúpula policial pagó al chófer de otro corrupto para que hiciera desaparecer los documentos que incriminaban, también por corrupción, a la cúpula del partido que los gestionaba.
Espero que pasen una mala nochevieja, en serio. Aunque no sea más que este el gustazo que podamos darnos en estos días en los que el discurso de la ultraderecha se extiende como la pólvora en la sociedad, haciendo que todas estas atrocidades aparezcan como anécdotas menores en el panorama informativo nacional.
La última reflexión que se me viene a la cabeza al hilo de este encadenamiento de asuntos más que turbios es que si Pedro Sánchez (este que pactando con nacionalistas, independentistas, batasunos… consiguió sacarlos de La Moncloa) no existiera , habría que inventarlo.
Feliz año nuevo.
El dibujo es de mi hermana Maripepa.

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